Dos fechas importantes para el planeta son el 22 de mayo “Día mundial de la biodiversidad” y el 5 de junio “Día mundial de medio ambiente”, ambos días tienen como objetivo sensibilizar a la población mundial en relación a temas ambientales, intensificando la atención y la acción política, así como reconocer la importancia de la diversidad biológica para la salud y el bienestar de los seres humanos, lo cual conlleva a proteger y gestionar de manera sostenible una serie de acciones a nivel gobierno y ciudadanos en pro del ambiente (Naciones Unidas,2019)
En el caso de México, no estoy segura si se podrá celebrar algo, en la actual política expresada en el Plan Nacional de Desarrollo (PND, 2019-2025) se tiene poca o nula claridad en cuanto a los temas ambientales que deben abordarse tanto a nivel nacional como internacional. Además hay al menos tres señales que me hacen ser pesimista o incrédula sobre el interés y compromiso ambiental del actual gobierno federal.
La primera es la desproporcionada reducción hecha al presupuesto y al personal en las instituciones de la Semarnat encargadas del ambiente como Profepa, Conagua, Conafor, Conanp e incluso de la Asea, a las cuales les redujeron de presupuesto de $39,031 millones a $26,520 millones (FUNDAR, 2019) . Tal hecho, sin duda alguna debilita al sector ambiental y difícilmente se logrará tener un contrapeso ante las actividades estratégicas planeadas en el PND (2019-2025) en las áreas energética, minera y de infraestructura, además de otras que no son referidas en el plan, y que afectan a los recursos naturales del país. Esto me lleva a preguntar ¿Por qué primero no se evalúa el funcionamiento de Sermarnat y órganos desconcentrados para después hacer un recorte presupuestal y de personal?
Lo anterior permitiría saber a ciencia cierta como optimizar y mejorar tanto los recursos como personal para dar solución a los problemas ambientales del país y cumplir con los acuerdos internacionales. Desafortunadamente, y tal como se ha mencionado en semanas anteriores, las reducciones presupuestales y la falta de claridad en las políticas ambientales ponen en riesgo no solo cumplir con los tratados internacionales firmados en materia de diversidad biológica, cambio climático y en general las prácticas en gestión ambiental, sino en tener un desarrollo sustentable a mediano y largo plazo para el país.
Un segundo factor de incredulidad es el otro recorte presupuestal que se hizo a los Centros Públicos de Investigación (CPI o Centros Conacyt), y que han mermado el trabajo de campo, insumos, becas y contratación del personal entre otras muchas actividades académicas y de investigación, que incluye tener que solicitar permiso presidencial para asistir a congresos o eventos académicos con recursos propios. Me pregunto ¿En dónde quedó la libertad y credibilidad que debiera tener nuestro gobierno hacia sus científicos e investigadores? Francamente no lo sé y creo que vivir bajo el sospechosísimo de unos cuantos y creer que todo es “bueno y se van portar bien”, parece contradictorio.
El tercer punto, que aumenta mi incredulidad de poder celebrar los días ambientales es que en el PND (2019-2015), no se describe una verdadera agenda ambiental y mucho menos hace evidente la intensiones de un desarrollo sostenible a corto plazo para nuestro país. Además que las metas a cumplir en materia ambiental resultan muy pobres y confusas. Por ejemplo en el apartado de Medio ambiente existe un desconocimiento de temas como: cambio climático, desertificación, riesgo hídrico, tráfico de especies, etcétera, etcétera. De hecho los puntos principales de las políticas públicas del nuevo plan resultan contradictorios ante las acciones que ha realizado, es decir en la práctica se redujo el presupuesto de Semarnat, Conagua, Conabio, etc. pero el PND (2019-2025) refiere que se aumenta el presupuesto del sector ambiental y sus órganos desconcentrados, los cuales serán supervisados para asegurar el cumplimiento efectivo de sus tareas. ¿Que alguien me explique para qué quitar recursos económicos y personal para después otorgarlo al mismo sector?, ¿cómo se sabrá qué tantos recursos y personal se requieren si no tiene clara la problemática ambiental? Porque cabe recordarles queridos lectores que los problemas ambientales de contaminación, sequias, inundaciones u otro tipo de contingencia, no esperan que exista presupuesto ni personal, ni si los afectados son población fifi, chairos u otra etiqueta “discriminatoria” que se quiera usar para nosotros los ciudadanos; simplemente se combinan condiciones ambientales o inducidas por el hombre y causan daños o ponen en riesgo a la población.
En conclusión, la política ambiental nacional no resulta alentadora para celebrar al ambiente y la biodiversidad, siendo que se ha desmantelado a las instituciones encargadas del ambiente, y no hay indicio que se requiera incrementar la inversión en la ciencia y tecnología que estudia el tema. Por lo cual, queridos lectores, la única certeza que tenemos es que nosotros hagamos esas pequeñas acciones en pro del ambiente que se pueden realizar en la vida cotidiana como reciclar, disminuir el uso del auto, consumir lo mínimo, u otra acción que lleve a tener un ambiente sostenible para las nuevas generaciones.
Dra. María Eugenia González Ávila
El Colegio de la Frontera Norte