En conmemoración de los 32 años del cierre de Fundidora de Monterrey, fui invitado a un evento para recordar ese hecho histórico y la mesa de discusión tuvo como título desindustrialización II. El objetivo general fue argumentar la desindustrialización, en mi caso opté por una postura contraria y preferí hablar de diversidad para defender a la industria siderúrgica que fue el eje de la industrialización de Monterrey y de México después de la segunda guerra mundial.
Intenté explicar el desarrollo industrial desde un enfoque sistémico, digo intenté por lo complicado del enfoque, para enfatizar el nivel meso que recoge factores socioculturales, patrones de organización y capacidad estratégica de las empresas para producir y competir en los mercados nacionales e internacionales. En todas las sociedades la cultura industrial es un factor muy importante que define las decisiones de invertir, que cohesiona a los empresarios, cuyos actos están determinados a su vez por el grado de desarrollo de la economía.
La desindustrialización de Monterrey se atribuye a Fundidora Monterrey, sin embargo, el resto de las empresas pioneras: la Cervecería Cuauhtémoc, Vitro, Cemex, Hylsamex e IMSA siguen operando con incrementos de su producción, atendiendo las necesidades del mercado. La globalización de las economías tomó cartas en este asunto que sociólogos y antropólogos enfatizan como un hecho que define la conducta empresarial de los regiomontanos. Con excepción de CEMEX y Vitro que se mantienen como empresas pujantes y propiedad de mexicanos, la industria cervecera y acerera fueron vendidas a extranjeros.
El cierre de Fundidora de Monterrey no argumenta la desindustrialización de Monterrey, se sigue produciendo más acero que en la década pasada a través de Ternium desde mediados de la década pasada, quien sigue invirtiendo para incrementar sus exportaciones a Estados Unidos. Así pues, en los hechos, ese proceso de desindustrialización es más bien una cultura industrial que se desprende de las preferencias entre los hombres de negocios por invertir en actividades industriales con mayor valor agregado, como en la industria de autopartes, la electrónica y aparatos eléctricos.
Cuando fueron vendidas la acerera y cervecería, también se consolidaron CEMEX y Vitro en el Mundo, Monterrey hizo el esfuerzo por desarrollar la “economía del conocimiento” y configurar lo que algunos teóricos llaman: “la mente factura”, que en otros términos significa cobrar por todo tipo de servicios y nuevos conocimientos, que incluye el desarrollo la industria electrónica, las aplicaciones electrónicas, entre otras.
En mi exposición para contrarrestar la visión antropológica y sociológica de la desindustrialización, utilicé datos del Producto Interno Bruto y oh! sorpresa nunca la producción de acero, cemento, vidrio y plásticos superaron el 2 % del Producto Industrial Bruto en Nuevo León. Así pues, la desindustrialización corresponde más bien a una nueva visión del desarrollo que focaliza hacia actividades industriales más competitivas y de complejidad tecnológica para mantener a Monterrey como una ciudad industrial moderna.
La vieja industria que no genera grandes ganancias, como cuando gozaba de subsidios, cuando los energéticos eran más baratos y el mercado interno era cautivo por políticas proteccionistas y que ahora tiene que competir contra China y Estados Unidos por el mercado interno, sólo los grandes consorcios pueden hacerle frente a ese nivel de competencia; con esa concentración, la vieja industria permanece produciendo y desafiando la nueva cultura industrial por una industria sin chimeneas.
Dr. Salvador Corrales
El Colegio de la Frontera Norte