Desde la frontera | Tengo un día de lluvia, entre algarabía y miedo al desastre

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de María Eugenia González Ávila Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 19 de octubre de 2023

Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte.

La semana pasada fue un día formidable, después de meses sin lluvias significativas llovería de forma “copiosa”, lo cual se había pronosticado desde inicio del verano y nada, ¡sucedió! en octubre, al menos en el noreste de México. Esto tuvo efecto ambivalente entre la población. Por un lado, sentíamos una enorme algarabía por la lluvia, siendo que se esperaba incrementar el volumen de agua de las presas y cuerpos de agua adyacentes, al menos los de Nuevo León, aunque no fue tan exitoso como se esperaba y esto se dio por dos razones.

Por un lado, la lluvia también causaba zozobra entre los ciudadanos por los desastres que causa, lo cual puede explicarse porque después de largos meses con sequía en zonas urbanas y una serie de acciones humanas como basura que tiran los ciudadanos en vía pública que taponea las rejillas captadoras de agua y el propio drenaje, que ponen en riesgo a la población siendo que las calles y avenidas se inundan. Otro riesgo provocado por la ciudadanía no tanto por las lluvias copiosas, sucede cuando dichas calles presentan baches, alcantarillas destapadas u objetos arrastrados por la corriente, que son causantes de accidentes automovilísticos por el traslado a alta velocidad.

Un riesgo más, es por el propio material con que están construidas las calles, sean pavimentos los cuales se van agrietando hasta que se penetra el agua y se va socavando hasta conformar baches; en tanto al asfalto de las avenidas se puede adherir suciedad (combinación de grasas, polvos y otra sustancia) que son la combinación correcta con el agua para que automóviles que viajan a alta velocidad derrapen, porque los neumáticos no se adhieren bien.

A lo anterior se suman los desastres causados por la topografía de una zona siendo que después de meses sin lluvia y al caer una copiosa, se alcanza gran velocidad sobre todo cuando son tormentas eléctricas, dando por resultado que el suelo no puede absorber la humedad, sobre todo cuando no hay vegetación que infiltre, por lo que hay deslizamientos a las partes bajas del terreno que provoca inundaciones. En el caso de suelo ubicado en superficies inclinadas, el agua se escurre rápidamente hacia ríos o arroyos y provoca inundaciones repentinas, sobre todo son los lugares donde se ubican las ciudades.

En fin, este tipo de situaciones son las que causan un miedo y zozobra, al estar en riesgo ante algún desastre sea a nivel de infraestructura y con ello al ciudadano.

Por otro lado, relacionado al tema de la algarabía por la lluvia, esto se dio porque se pensó que por default llenaría las presas o cuerpo de agua de la región, de ahí trasladarla a una planta potabilizadora hasta llegar a casa. Sin embargo, esto no sucede así de fácil como cuando nos explican “el ciclo del agua” en las clases de ciencias ambientales de la Primaria. Esto debido a los terrenos de parques, jardines e incluso tierras de cultivo, al estar potencialmente secos y compactados tiende a darse un efecto de impermeabilización ante la caída de lluvia que no penetra a su suelo inmediatamente. A lo que se suma que áreas inclinadas con poca o nula vegetación no retendrán humedad y así también el agua se desliza a gran velocidad, inundando zonas bajas, por lo que aun cuando parecieran intensas las lluvias se requiere mayores volúmenes y de forma continua para incrementar los niveles de agua de ríos y presas.

Además de lo anterior, agregamos que meses prolongados de sequía provocaron la muerte de vegetación al igual que el registro de incendios que dejaron desprotegido al suelo, el cual con lluvias extremas lo arrastra hacia las partes bajas de una cuenca.

Cabe mencionar que una función de la vegetación es romper las gotas de lluvia a gotas más pequeñas para que penetren en el suelo sin que sea dañado y arrastrado hacia las partes bajas de una cuenca, provocando deslaves e inundaciones, lo cual no necesariamente incrementa el nivel de presas y ríos. Ante esto le pregunto ¿qué tipo de percepción tiene de las lluvias después de una larga sequía?

María Eugenia González Ávila

El Colegio de la Frontera Norte