Voy a comentar sobre dos temas. Uno es sobre un editorial del diario Los Angeles Times del 2 de marzo sobre una investigación sobre la Patrulla Fronteriza realizada por una institución independiente. El otro tema es sobre mi participación en un evento sobre la ONU y sobre el sexagésimo aniversario de la película La Sal de la Tierra, ambos eventos celebrados en Las Cruces, Nuevo México.
El primer tema se deriva de algo muy raro en las prácticas periodísticas de Estados Unidos. Este fue el caso en el principal diario de la región oeste de Estados Unidos: Los Angeles Times. Primero fue publicada el 27 de febrero una nota de Brian Bennett, titulada: «Es criticado el uso de la fuerza letal que hace la Policía Fronteriza». El tema de esa nota fue convertido en una pieza editorial que, como se sabe, su contenido se publica a nombre de todo el periódico como entidad de servicio público. Como tal, el contenido del editorial adquiere más fuerza como fuente de opinión pública. El caso es que este editorial, titulado: «Se trata de la frontera de Estados Unidos con México, no del salvaje oeste», se refiere a los hallazgos de una investigación sobre el comportamiento de la Patrulla Fronteriza o «Border Patrol» a cuyos agentes los migrantes mexicanos llaman La migra. Esos hallazgos dan cuenta de las prácticas usuales de algunos agentes de la Patrulla Fronteriza de provocar incidentes como excusa para usar sus armas de fuego para matar impunemente a migrantes que han entrado sin documentación migratoria a territorio de Estados Unidos. Por ejemplo, pararse en frente de vehículos que transportan a migrantes hasta tenerlos a tiro y luego disparar sus armas ocasionando la muerte del chofer y de los ocupantes de esos vehículos, para luego informar del incidente aduciendo que tuvieron que disparar al ver «amenazadas sus vidas» de ser arrollados por el vehículo. O bien, de aprovechar cualquier lanzamiento de piedras de parte de los migrantes, independientemente de que esos lanzamientos fueran a alcanzarlos, para descargar sus pistolas sobre esos migrantes, aun los que se encontraran del otro lado de la cerca fronteriza, dentro de territorio mexicano.
Este editorial y el reportaje que lo precedió me dan pie para insistir en la propuesta de acción de respuesta de parte del gobierno de México que se publicó en este espacio en la edición de Reforma del pasado 26 de febrero (cuya copia enviaré a quien me lo solicite a jbustama@nd.edu). Propuesta que cabe, ante la inacción del gobierno de Estados Unidos ante los 22 migrantes muertos por agentes de la Patrulla Fronteriza que siguen impunes, a pesar de las notas diplomáticas de protesta de parte del gobierno de México. No es posible que los mexicanos con dignidad sigamos impávidos ante esos crímenes en contra de migrantes mexicanos, como le delata el editorial de Los Angeles Times antes citado.
El otro tema anunciado es sobre el aniversario de una película que muchos han considerado como «una obra clásica» de la cinematografía: La Sal de la Tierra, que fue filmada en una mina situada en el municipio de Silver City, Nuevo México. La exhibición de esta película fue prohibida en la época llamada «Macartista» por la persecución de artistas e intelectuales de orientación izquierdista, acusados de comunistas por la iniciativa del senador Joseph McCarthy. Los productores, director y artistas del elenco fueron acusados de comunistas por la orientación sindicalista de la película, cuya artista estelar fue Rosaura Revueltas, hermana de Silvestre Revueltas, que fuera arrestada y deportada a México por comunista. La actualidad del tratamiento de esta película filmada en 1953 es asombrosa (particularmente frente a la tragedia de la mina de Pasta de Conchos, Coahuila), sobre todo como antecedente de la activa y valiente participación de las mujeres en la huelga de la mina de Silver City, Nuevo México, a cuyas luchas sindicales se refiere la película. En su aniversario celebrado en Las Cruces, Nuevo México, conocí a la nieta de Rosaura Revueltas, tan guapa y progresista como su abuela. Doy gracias al profesor Camilo Pérez-Bustillo por haberme invitado y a los estudiantes Lydia y Uziel por haberme atendido regiamente (con mis mejores deseos por una aleccionadora visita a la ONU y una divertida estancia en Nueva York).