Desde la frontera: Las mujeres y el agua

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Opinión de Jesús Frausto Ortega Investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Nuevo Laredo de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 29 de agosto de 2016

En esta temporada de calor quienes más batallan con el uso y manejo del agua en las colonias en donde no hay los servicios de agua potable y drenaje, en esta ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, son por lo general las mujeres. Son aquellas mujeres que están a cargo de los quehaceres del hogar. Son ellas quienes ven si el agua para bañar a sus hijos, para cocinar o para la limpieza del hogar, es suficiente o tienen que buscar alternativas para tener ese recurso necesario para hacer esas actividades.

Son ellas las que están al pendiente si la pipa les deja o no el agua y les llena sus tanques u otros utensilios que tengan para almacenarla. Son ellas las que en muchas ocasiones tienen que acarrearla, cuando sus tanques están vacíos, de alguna llave comunitaria cercana o de algún tinaco comunitario que pueda haber en su colonia. No importa si estas fuentes están a dos, tres o más cuadras.

Son ellas las que en tiempo de frío o de calor, no importa, están al pendiente del abasto del agua y tenerla para completar para la semana cuando la pipa le vuelva a surtir. ¿Y si se acaba antes? Son ellas mismas las que hablan al Departamento de Distribución de Agua Local para que la pipa otra vez les venga a llenar. Son las mujeres las que tienen que lavar y tapar sus tanques para que el agua no se ensucie; para que no le caiga tierra, esa que proviene de las calles polvorientas porque tampoco hay pavimento en esas colonias.

Son las mujeres las que salen en la prensa cuando las noticias hacen referencia sobre la escasez del líquido en sus viviendas. Son las que informan al reportero o periodista sobre sus carencias y sufrimientos en el hogar por no tener el agua. Son ellas las que a través de ese medio hacen valer sus reclamos y demandar que se les introduzca el servicio de agua potable.

Son ellas también las que generalmente atienden a aquella persona curiosa que por alguna razón les pregunta por esos temas. Es probable que vean en esa persona interesada por sus problemas un rayo de esperanza de que algún día tendrán su propia llave en su vivienda para disfrutar del servicio agua potable como los demás habitantes de la ciudad que lo tienen.

¿Y ellos -los hombres- por qué no? Las propias mujeres tratan de justificar. Las respuestas pueden ir desde cuestiones como “son los que tienen que trabajar y por eso no están cuando viene la pipa” o “les da pena y se van para atrás de la casa cuando viene la pipa”; otras respuestas pueden ser: “cuando se me termina el agua mi esposo me acompaña a traer” o “vamos en la camioneta a traer agua cuando se nos termina”.

Son algunos de los aspectos que uno observa y escucha cuando por algún motivo uno llega a esas colonias donde en el día a día las mujeres tienen que sortear las duras tareas del hogar tratando de prorratear los litros de agua que tiene en sus rotoplas o algún otro tambo de plástico o lámina. ¿Y para tomar? Para eso compro “agua purificada” de garrafón, es alguna de las posibles respuestas. En fin, son las mujeres las que “están al pie del cañón”, como se dice.

Jesús Frausto Ortega, investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Nuevo Laredo