Desde la Frontera | Explotación del gas de lutita y sus efectos en la salud de la población

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Opinión de Felipe Javier Uribe Salas Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

viernes 6 de mayo de 2022

En 2014 escribí en este mismo espacio que en junio de 2013 se inició un amplio ejercicio de exploración para determinar y delimitar las áreas geográficas susceptibles de explotación del llamado gas de lutita en la Cuenca de Burgos. Se trata de un espacio geográfico ubicado en el noreste de México que tiene una superficie de 73.800 kilómetros cuadrados y 650 kilómetros de largo, extendiéndose desde Piedras Negras en el norte, hasta las costas de Tamaulipas. Se ha calculado la existencia probable de 545 millones de pies cúbicos de gas de lutita y 13 millones de barriles de curdo. La exploración geográfica de identificación de los yacimientos la realizó la compañía Geokinetics, una empresa con sede en Houston, Texas, que se dedica a desarrollar estudios geológicos y sísmicos para detectar mantos de gas y petróleo en el subsuelo.

A partir de agosto de 2013 apareció en la prensa local en Piedras Negras una fuerte e intensa campaña promotora de la explotación del gas de marras. Los principales promotores fueron las autoridades estatales y municipales, así como sectores empresariales quienes, en conjunto, proferían toda suerte de expresiones alegres como “Gas Shale dará gran futuro a Coahuila”, “piden aprovechar clúster energético”, “la explotación del gas Shale será un detonante”, “vendrá bonanza con la explotación del gas Shale”. Sin embargo, no hubo expresión alguna sobre el impacto ambiental y en la salud que implicaba la implementación de esta industria en la región.

Por principio de cuentas, a la explotación de este tipo de gas se ha asociado a la generación de sismos. Técnicamente se ha mostrado que puede haber una propagación no controlada de la fractura hidráulica con riesgo de extenderse varios cientos de metros en la roca. Se trataría entonces de una sismicidad provocada por la actividad humana por encima de los niveles de base natural en un medio tectónico determinado. Asimismo, la explotación del gas lutita produce una competencia depredadora por el agua que se complica si la región donde se lleva a cabo la explotación sufre de estrés hídrico.

La utilización de diversos compuestos químicos mezclados en el agua para la extracción del gas, ha generado preocupaciones políticas y llevado a grupos ambientalistas a oponerse al avance de esa industria por las implicaciones de salud pública. Se ha determinado que se utilizan alrededor de 95 productos químicos que contenían 13 diferentes carcinogénicos como el benceno y el acrylamide. Por otra parte, estimaciones hechas en Estados Unidos calculan que las emisiones de gas metano a la atmósfera, por la extracción del gas de lutita, son superiores a las producidas por la combustión de carbón.

Poco se conocía sobre los efectos de la explotación del gas lutita en la salud de la población. Recientemente Longxiant et al, publicaron en la revista Nature Energy, un artículo sobre la exposición al gas no convencional y su relación con las causas de mortalidad en beneficiarios del Medicare en Estados Unidos. Los autores realizaron el estudio en 15,198,496 beneficiarios en las principales regiones de explotación del gas de lutita entre 2001 y 2015. Identificaron 2.5 millones de pozos de petróleo y gas. Tuvieron acceso al código postal de residencia de cada beneficiario y el año de cohorte. Calcularon, además, la exposición a los contaminantes y basadod en la proximidad y dirección del viento. Estos datos fueron comparados, por grupo de edad, con residentes en Estados Unidos que no vivían en los vecindarios originalmente estudiados.

Los resultados sugieren que la práctica de la explotación del gas de lutita no es dañina solo para el medio ambiente, sino que afecta también la salud de la población. Entre más cerca se viva de los pozos de extracción el incremento de la mortalidad fue de 2.5% respecto de aquellos que no vivían en las cercanías. La mortalidad aumentó a 3.5% en residentes que vivían en dirección del viento desde los pozos a sus viviendas. En este estudio de cohorte se calcularon 136,215,059 millones de años persona de los cuales, el 2.5% representan unos tres millones cuatrocientos mil años persona que podrían haberse vivido de no ser por la explotación del gas de lutita.

Dr. Felipe Javier Uribe Salas

El Colegio de la Frontera Norte