Desde la frontera | Entre papa y perritos de la pradera, ¿comer y proteger?

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Opinión de María Eugenia González Ávila Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 25 de enero de 2024

El desarrollo económico y crecimiento poblacional del norte del país requirió un uso intensivo de actividades como la ganadería y la agricultura que han tenido impactos ambientales negativos, en específico sobre una especie conocida como “el perrito de la pradera”, el cual es un pequeño mamífero que debido a sus chillidos de alarma muy parecido a un ladrido de un perro, es que lo nombraron así. Cabe recordar que este pequeño animalito es primo hermano de las ardillas y marmotas, su hábitat se localiza en estados como Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí y Zacatecas.

Si ustedes llegaran a ver esta lindura de animalito siempre tan inquieto y con un chillido que es considerado por los científicos una forma de comunicación compleja, creo que amarían al famoso “perrito de la pradera”, que en cautiverio lo pueden ver en el Museo del Desierto de Coahuila, esto entre otras cosas porque es una especie amenazada, en peligro de extinción o desaparecer porque los ganaderos y agricultores lo consideran una amenaza para sus actividades. Así, acorde a Ceballos y Melink (1990), esta población de mamíferos ha casi desaparecido en Zacatecas y sólo existen algunas colonias en San Luis Potosí, con una representación del 2 por ciento (10 km2) del área geográfica que ocupan desde hace 50 años.

En este punto, resulta importante describir las características que lo hacen no simpático y carismático, sino importante ecológicamente. Un primer rasgo del perrito de la pradera es un organismo social que vive en colonias y grupos organizados de familias de hasta 40 entes, con un macho dominante reproductor que vive con varias hembras, juveniles y crías, como un gran clan familiar; es diurno y muy activo, lo que hace que sea madrugador y activo todo el día; además no tiene el hábito de hibernar, pero sí logra almacenar grasa en su cuerpo; además de ser un excelente excavador, es decir un minero nato que hace madrigueras subterráneas interconectas por túneles y cámaras.

Algo que es característico del paisaje donde habita el perrito son montículos de tierra que se ubican en las entradas de las madrigueras y se ven como promontorios de vigilancia para observar su entorno. Claro que el perrito de la pradera debe observar su entorno, porque desde el siglo antepasado está amenazado por los ganaderos que lo consideraron una plaga al competir con el ganado por los pastos; además los agricultores consideran negativo no sólo que poden, sino que esto propicia un hábitat para especies invasoras y la formación de túneles, altera los procesos de formación de suelos y se pierde la fertilidad de ellos.

Dichos “daños” causan a los perritos de la pradera que sean indeseables sobre todo en zonas del municipio de Galeana en Nuevo León, ante el cultivo intensivo de papas, por lo que se requiere que toda la superficie de la zona sea arada y esto ha provocado la destrucción de colonias de perritos e implicó que en 2019 la Procuraduría Federal de Protección del Ambiente (PROFEPA) clausura varios predios por el impacto ambiental que provocó a estos animalitos.

A lo anterior se suma que cada año se incrementan alrededor de cuatro mil hectáreas más de plantaciones de papas en la zona, que por cierto requieren alrededor de 600 y mil mm de agua  por ciclo de cultivo, que resulta alto y se ha hecho mención que la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha permitido la explotación de más pozos, siendo que en términos económicos el cultivo de papas tenía un valor de mil 208 millones de pesos, representando un porcentaje de 20.6 por ciento del valor total para Nuevo León (2018). Y aun cuando en el 2002, se establecieron las Áreas Naturales Protegidas (ANP) para proteger al perrito de la pradera y en 2020 se creó el Programa de Manejo de Área Natural Protegida “La Trinidad” de Galeana, para tratar de establecer las reglas de protección del hábitat del perrito mexicano, se sabe que hay desmonte de hectáreas de esa zona para el cultivo de papa (González, et al, 2022) y se niegan a que exista cambio de uso de suelos en la zona del citado municipio.

De lo anterior surgiría una pregunta: tú que prefieres, ¿comer papas o conservar una especie en peligro de extinción o realizar ambas cosas?

María Eugenia González Ávila.

El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Monterrey.



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