Más allá de las críticas que tuvo en su momento el trabajo de Omran en 1971 sobre la teoría de la transición epidemiológica que, dicho en forma reduccionista, considera la existencia de cambios a lo largo del tiempo en los patrones de mortalidad que se presentan en una población determinada y que han sido acompañados por transformaciones demográficas, sociales y económicas más amplias, sin embargo, lo que interesa destacar es que despertó, en su momento, gran entusiasmo porque se pensó que se había triunfado sobre las enfermedades infecciosas a nivel poblacional.
No obstante, hacia finales del siglo XX se empezó a llamar la atención sobre el incremento de algunas enfermedades infecciosas, para lo cual, se pusieron de moda los términos de enfermedades emergentes y reemergentes. Por ejemplo, la enfermedad emergente paradigmática de finales del siglo XX fue el SIDA y quizás la tuberculosis la reemergente.
A pesar de que muchas de las enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes han llegado a ser controladas, actualmente existe incertidumbre sobre el surgimiento de nuevos padecimientos. Por ejemplo, entre diciembre de 2003 y enero de 2004, se reportaron brotes del virus de la influenza AH5N1 en Asia. El primer aviso de una nueva variante de virus se lo dio en México en 2009 con el virus de la influenza AH1N1.
A partir de esos fenómenos epidemiológicos muchos escritos se han publicado sobre la aparición del Covid-19, que ha causado un gran impacto social, económico y político, a nivel mundial. Pero debe recordarse que entre el 17 de febrero y el 18 de junio de 2020, hubo una epidemia de sarampión en México. Lo interesante de esta información es que la epidemia de sarampión se inició en sincronía con la aparición de los primeros casos de infección por el SARS-CoV-2 en México, quedando el asunto del sarampión, como enfermedad reemergente importada, opacada por la novedad y bombardeo mediático sobre la nueva enfermedad.
Cuando en el mundo se vislumbraba el final de las ondas epidémicas del Covid-19, han empezado a aparecer nuevas enfermedades infecciosas. El 23 de abril de este año la OMS lanzó una alerta sobre brotes de casos agudos de hepatitis de etiología desconocida en niños. Además, si ya se habían reportado casos de poliomielitis posvacunal en algunos países de Asia y África, entre julio de 2019 y febrero de 2020, resulta que la OPS emite una alerta el 21 de julio de este año, sobre la detección de virus de polio derivado de la vacuna tipo 2 en Estados Unidos.
Finalmente, tenemos la viruela símica que la OMS declaró emergencia de salud pública de importancia internacional el 23 de julio de este año. En México, la Dirección General de Epidemiología ha establecido alertas sobre la viruela símica, el poliovirus, la hepatitis aguda de etiología desconocida, e incluso sobre las fórmulas lácteas infantiles Similac, Alimentum o EleCare contaminadas con Cronobacter sakazakii y Salmonella Newport.
Ante el incremento de las enfermedades infecciosas a nivel mundial, se han proferido diferentes explicaciones sobre su desarrollo, desde el abordaje clásico de la triada ecológica de agente, huésped y medio ambiente, pasando por aquella que pone énfasis en los aspectos sociales y demográficos, como el crecimiento de la población, la urbanización, los procesos de globalización, el incremento del intercambio comercial y las interacciones cercanas con el ganado. Otros estudios han puesto énfasis en la continua evolución de las poblaciones reservorio y el uso indiscriminado de antibióticos. Incluso, se ha discutido que el cambio climático ha tenido efecto en el resurgimiento de enfermedades.
Pero, más allá del resurgimiento de las enfermedades infecciosas, intriga el significado de su emergencia y reemergencia ¿son indicadores de la crisis multidimensional por la que atraviesan las sociedades en el mundo, incluyendo las explicaciones mencionadas o son fenómenos aleatorios?
Dr. Felipe Javier Uribe Salas
El Colegio de la Frontera Norte