Los ríos y los arroyos son recursos naturales importantes para una ciudad. Entre muchos servicios ambientales que proveen, son una fuente de agua que posibilita el desarrollo de la población. Sin embargo, por lo general, el desarrollo urbano ha impactado esos recursos naturales: por ejemplo, modificación de los cauces o contaminación ambiental.
La reflexión que sobre ese tema se hace en esta ocasión, surgió al leer que en la ciudad de Nuevo Laredo se recaudaron 30 toneladas de basura de un arroyo de la colonia Emiliano Zapata. Se agregaba que eso ocurrió en cinco días de labores de limpieza. Además, se hacía el llamado a que la población ya no tirara la basura en ese lugar porque es ella la más perjudicada en la temporada de lluvias (ver https://nld.gob.mx/nota/1973).
Además del río Bravo, Nuevo Laredo cuenta con dos principales arroyos: El Coyote y el Alazanas, tributarios del río Bravo, éste último es la fuente natural de agua para el abasto de la ciudad. Otro de los arroyos es el conocido como La Joya. Dichos arroyos son intermitentes y por lo general llevan agua sólo cuando llueve de manera copiosa. Así, por ahí se dice que si llevan agua es porque son aguas residuales. Hay otros arroyos en la ciudad que aquí no se mencionan (Ver http://www3.inegi.org.mx/contenidos/app/mexicocifras/datos_geograficos/28/28027.pdf).
Esa información me recordó la celebración del Día del Río en Nuevo Laredo, y es que cada octubre de cada año, cuando se lleva a cabo dicha celebración, la limpieza de las vegas del río Bravo da como resultado una cantidad ingente de todo tipo de residuos: desde plásticos hasta llantas de automóviles. Así, en la mañana de un día (21 de octubre de 2017) se recolectaron casi cinco toneladas (Ver http://www.hoytamaulipas.net/notas/316623/Recolectan-casi-cinco-toneladasde-desechos-de-la-ribera-del-rioBravo.html).
De la mima manera, me recordó al problema de los basureros clandestinos ya que entre los sitios en donde se ubican están los arroyos como el que aquí se menciona de la colonia Emiliano Zapata. Basureros que de manera recurrente son materia de información en la prensa local, la cual también da cuenta de la reiteración de la contaminación de estos sitios por la gente que acostumbra a tirar ahí sus desechos.
Y en eso de las aguas residuales, se reconoce aún descargas de dichas aguas sin tratar a los arroyos mencionados, provenientes de las poblaciones asentadas en esas cuencas. En el caso del arroyo El Coyote, se considera al menos seis descargas que todavía hay en esa cuenca. Si bien es cierto que existen proyectos para terminar con ese problema de contaminación. Por cierto, en la ciudad hay capacidad en infraestructura (Plantas de Tratamiento) para tratar las aguas que se generan.
Rescatar los arroyos –aquéllos en donde se pueda hacer–, y ríos, que han sido impactados por el desarrollo urbano, debe ser una tarea y un compromiso por hacer. Una labor nada fácil. Pues hay que conciliar intereses económicos-urbanos con los naturales-ambientales. Y por lo general todavía se sobreponen los primeros a los segundos.
Más allá de la limpieza de los arroyos, que es importante, tal vez hay que considerar un plan de manejo y/o de conservación, que trascienda a las administraciones municipales y en donde sociedad y gobierno adquieran el compromiso y la responsabilidad del cuidado de esos recursos ambientales, para el beneficio social. Evitar su contaminación y conservar su valor natural-ambiental ayudaría entre otras cosas a mitigar inundaciones en la ciudad en épocas de lluvias copiosas.
Dr. Jesús Fraustro Ortega
El Colegio de la Frontera Norte