Desde la frontera | Cómo no piensan las instituciones

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Opinión de Jesús Pérez Caballero Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 22 de febrero de 2024

Hay un tipo de racionalidad anulatoria (de ahí la metáfora negativa de “no pensar”) que petrifica a instituciones complejas o, al menos, las entumece. A veces, la institución puede llegar a generar alucinaciones sinestésicas, como en historia del neurólogo Oliver Sacks.

Voy a personificar -con humor, consuelo de siempre- estos embotamientos:

1. El micro líder. Es propio de guerras (no sólo en Vietnam, 1955-1976) que alguien desde lejos del campo de batalla intente controlar a cada soldado. La micro gestión (micro management) se ha extendido y es propia de gente voluntarista y experta en enmarañar. El lío que generan lo solventan con costales de aforismos (políticos o morales), pero los costales se rompen y todos acabamos cubiertos de sal apelmazada. Este líder chiquito, abridor -con sus decisiones- de micro abismos sin fondo, piensa que toda institución empieza con él -y sus acólitos-, que acabará con ellos y que la legitimidad es la suma infantil de la mitad más uno. Su pequeñez acota su juicio, lo que es muy lógico. Reconozcamos que se plantea su accionar a largo plazo, férrea y lentamente, como rumian los poligástricos de estómago compuesto de cuatro estructuras.

Esa estrategia es su virtud y defecto: capaz, prestísimo, de atrapar lo hecho por otros y presentarse, mágicamente, con credenciales puras y maratonianas de vencedor; pero sospechoso, por su faz y actitud de recién invitado a todo. De ahí, tal vez, que su afán por la gestión del instante sea el acto reflejo de querer borrar sus huellas…

2. El tibio suave. Si el anterior, por decirlo así, hackea el cuerpo institucional con sal, este lo hace con azúcar. Cualquier petición queda atrapada en el estilo de tapón del tibio suave, obstructor blando e impertérrito. Parece siempre a punto de que lo arrojen de la boca de la institución… Pero, de algún modo, se acomoda de nuevo en los dientes del fondo, aunque sean cariados. ¿Será por su docilidad, por saber colocarse no ya de lado, sino del lado del lado, como poliedro imposible? Sin embargo, puede que su manera de desmoralizar, que convierte a cada subordinado en un Santo Job, denote algo más… Una esencia mexicana.

Valga la anécdota: Me contaba un político que perdió una chamarra muy apreciada por habérsela regalado su hija mayor. Tiempo después, vio que un colaborador cercano la llevaba puesta, como si nada. Yo -terco made in Spain- le habría increpado, crudamente. Sin embargo, el mexicano preguntó, con alguna astuta excusa, si podían intercambiarse las chamarras. Así la recuperó: limpiamente, pero convalidando el robo y el disimulo.

Supongo que esta anécdota absuelve al tibio pacífico, convertido, a lo sumo, en uno de los puntos suspensivos al que, en este México hace añales que se le están desmadrando los otros dos violentos puntos. ¿Su sueño? Que todos duerman la siesta.

3. El paradigma Marimow. Los fans de la serie The Wire (2002-2008) sabemos que Charles Marimow es un ficticio jefe de unidad de la policía de Baltimore. Apodado Caballo de Troya, Virus o Unit Killer (Police of The Wire, Wikipedia), lo nombran como mando, no ya para que todos anden acelerados en pos de quimeras a corregir (el paradigma 1 que hemos visto) o para que los subordinados duerman sueños de lotófagos (2), sino para que, desde dentro, vacíe la institución. Aunque sus actos se encaminan a eso, no lo reconoce y cree hacer el bien, de ahí un aire providencialista. Esta alma de “orquesta del Titanic” viste ropajes jurídicos extravagantes, por innumerables, y tortura con reglamentos de fatuidad mohosa y cortante. ¿Su lema? “Del reglamento a la nota al pie”. Con estas y otras chanderas distrae al personal, como ese pitido en el oído que sólo escucha quien lo sufre.

P.D.: El título de la columna lo tomo de “Cómo piensan las instituciones” (Mary Douglas, 1986), libro que con el “Ensayo de una teoría antropológica de las instituciones” (Gustavo Bueno, en El Basilisco, 2005), recomiendo para ir más en serio.

Jesús Pérez Caballero

Investigador por México CONAHCYT en El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Matamoros.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte.