Entre el 15 y el 18 de noviembre del año en curso se llevó a cabo la 76ª Reunión Anual de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, en Mazatlán, Sinaloa. Ahí se presentaron dos libros. El primero alude a la serie de cambios que ha tenido la Escuela de Salud Pública a 100 años de su fundación, mientras que el segundo es una crónica que destaca la presencia de los actores que hicieron posible su avance. El contenido, mostrado en dichos documentos, permite visualizar el contexto histórico y social en que se identifica la necesidad de crear una institución para enfrentar las enfermedades dominantes en diferentes momentos de su existencia.
El primer nombre que recibió la institución fue Escuela de Salubridad de México, fundada el 23 de marzo de 1922 a propuesta del doctor Alfonso Pruneda, quien entonces era vocal del máximo organismo sanitario en México, el Departamento de Salubridad Pública. El doctor Pruneda había estado involucrado, entre 1915 y 1916, en las campañas contra el tifo y la fiebre amarilla, lo que pudo fundamentar la idea de crear una institución dedicada a la formación de sanitaristas para el abordaje de las enfermedades infecciosas y de epidemias.
En efecto, las cinco principales causas de mortalidad para 1922 eran, en orden de importancia, la neumonía y la influenza, diarreas y enteritis, fiebre y caquexia palúdica, tosferina y viruela. México era, en 1922, un país que iniciaba la transición de la vida rural a la urbana. La población ascendía a 14.3 millones de personas, de ellas, solo un tercio se asentaba en zonas urbanas, la población económicamente activa en el sector primario era de 71%, la mortalidad general era de 25.9 por 100 mil habitantes, en tanto que la mortalidad infantil era de 223.1 por 1000 nacidos vivos. Por lo anterior, los primeros egresados de la Escuela de Salubridad en 1923, recibieron los títulos de Oficiales Médicos de Salubridad, Médicos Especialistas en Sanitarios de Puertos y Fronteras, y Técnicos en Bacteriología.
La actividad de estos especialistas estaba orientada al control de las epidemias en la entrada de las fronteras y al combate del paludismo, fiebre amarilla, peste y uncinariasis en el país. Con el tiempo y ante nuevas necesidades de salud a atender, se crearon las especialidades de Médicos Delegados Sanitarios Federales, Enfermeras Visitadoras, Inspectores de Comestibles y Bebidas, Agentes Sanitarios, Agentes del Servicio de Enfermedades Transmisibles, Agentes del Servicio de Desinfección.
La creación de la Escuela de Salubridad no se dio en el vacío, sino que en el nivel internacional estaban ocurriendo diversos avances en el terreno del conocimiento sanitario. La teoría del germen, que se estableció en Europa a finales del siglo XIX, vino a desplazar a la teoría miasmática de la enfermedad. Los descubrimientos microbiológicos de Henle, Koch y Pasteur, dieron fundamento a la teoría contagionista, lo que explicaría el enfoque y contenido que se estableció en los cursos de la Escuela de Salubridad, que puso énfasis en el control e identificación de las enfermedades infecciosas, como lo requería la realidad nacional.
La influencia norteamericana en la creación de instituciones educativas de salud pública fue importante. Con el informe Flexner en 1910 y el impulso económico de la fundación Rockefeller, se pusieron las bases para la creación de la Escuela de Higiene y Salud Pública John Hopkins en 1916, que fue el antecedente para creación de diferentes instituciones de ese tipo en Latinoamérica.
El contenido de ambos libros aquí mencionados, editados por el Instituto Nacional de Salud Pública, incluye múltiples temas presentados como un gran collage que invita a adentrarnos en diversos tópicos surgidos a través de la lectura y que son de gran significado para la historia de la salud pública, el salubrista y quien haya transitado por los pasillos de tan añeja escuela.
Dr. Felipe Javier Uribe Salas
El Colegio de la Frontera Norte