Hoy se reconoce la existencia en la ciudad de al menos 12 descargas de aguas sin tratar cuyo destino final es ese río; no obstante que hay infraestructura con capacidad para sanear todas las aguas residuales que aquí se generan. El tratamiento de dichas aguas en Nuevo Laredo data desde 1996, cuando se inaugura la Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales de Nuevo Laredo (PITARNL). Desde entonces, el problema de contaminación de las aguas del río Bravo ha disminuido de manera considerable, ya que toda el agua residual que la población generaba se vertía sin tratar a dichas aguas.
Al ser el río Bravo una fuente hídrica natural internacional, cuya agua se distribuye y maneja entre los dos países a partir del Tratado de Aguas de 1944, suscrito entre los dos países, el problema de la contaminación por aguas residuales en Nuevo Laredo, se convierte en uno de carácter transfronterizo, y en ese sentido la oportunidad de solución de los problemas ambientales como el relatado en este espacio, cobra mayor relevancia. Sobre todo porque esa característica –el de transfronterizo– permite la vigilancia de otros actores –en este caso, “del otro lado”– sobre la contaminación de las aguas del río Bravo que afecta a las comunidades de ambos lados de esta frontera.
Lo anterior se puede constatar si se revisan los sucesos recientes relatados en la prensa de esta región sobre la temática en cuestión; en dichos relatos las autoridades de Laredo, Texas demandan de las correspondientes mexicanas la solución del problema de la contaminación de las aguas del río Bravo por las descargas de aguas residuales desde el lado mexicano, pero también se proponía su colaboración en la búsqueda de alternativas a dicha solución. En ese sentido, la colaboración y participación de los actores binacionales es trascendente en la búsqueda de resultados a problemáticas ambientales que afectan a las poblaciones de ambos lados de la frontera. Sobre todo porque dada la condición de frontera, problemas locales se pueden convertir en transfronterizos.
En ese contexto, terminar con las descargas de aguas residuales, que aún existen en la ciudad –como se señaló–, y vierten sus aguas sin tratar al río Bravo desde el lado mexicano, debe ser una oportunidad y también un testimonio de la gestión ambiental local. Como se relataba en las notas de la prensa local, con las medidas que se han venido adoptando para la solución del problema de eliminar dichas descargas, Nuevo Laredo sería la ciudad en México que trataría el 100 por ciento de las aguas residuales que genera. Esperemos que pronto ello sea no un ideal sino una realidad.