Desde de la frontera | Verano peligroso e islas de calor

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Opinión de María Eugenia González Ávila Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 13 de julio de 2023

***Las opiniones expresadas son responsabilidad de quien las emite y no reflejan necesariamente una postura institucional de El Colegio de la Frontera Norte.***

Este verano me ha resultado peligrosamente caluroso al vivir en norte del país, de hecho he tenido que cambiar mi caminata matinal de 6 am a las 5 am, esto porque las temperaturas tan elevadas que se registran y porque mi pequeño “Bruno”, mi mascota, jadea inconteniblemente,

De hecho se reporta que en los últimos años las temperaturas se han incrementado inusualmente y se han hecho evidente las afectaciones por “islas de calor”, que en pocas palabras son áreas urbanas con temperaturas elevadas en relación a las zonas circundantes que pueden ser rurales, y esto se debe a la influencia de actividades humanas y en general a la urbanización de las metrópolis (Gaceta de UNAM, 2023).

Otra definición, de islas de calor la ofrece Soltani & Sharifi (2017), que las refieren como áreas urbanas que presentan incrementos de temperatura superficial terrestre superior a la de las zonas suburbanas o rurales que las que los rodea. Dicha temperatura aumenta en gran medida por los materiales (concreto y metales) que constituyen a las ciudades y por la escasez de áreas verdes o en general algún tipo de vegetación que amortigüe los cambios de temperatura durante el día y la noche; y que tienden a absorber y retener mayor cantidad de radiación solar durante el día. ¡Ups¡ en donde he oído esta frase “cemento, concreto y acero” para el desarrollo económico.

Continuando, con el tema de “Islas de calor” es importante indicar que existen pocas publicaciones tal como lo refieren Manzanillo-Quiñones (2021), y se puede mencionar a ciudades como: Torreón, Mexicali, Monterrey y Hermosillo, que por su complejidad como ciudades también presentan complejidad ambiental a nivel de suelo, aire y agua; que se contamina por la generación de residuos, reducción de servicios ecosistémicos y en general alteración en climas locales, y por otras actividades humanas, y que en conjunto contribuyen a disminuir la calidad de vida de los habitantes de las metrópolis.

De lo descrito me surgieron dos preguntas una quizás ingenua; ¿Qué peligro puede haber en caminar o vivir en una isla de calor? y la segunda quizás más de mente criminal; ¿Cómo logramos crear una Isla de calor?

La respuesta a mi primer pregunta, es sí hay peligro y riesgo de vivir en un isla de calor, tal como lo reporta Moron et al (2007) y Martínez et al (2004), (pues) debido a las altas temperaturas provoca agotamientos por deshidratación, calambres y lo que se denomina  golpe de calor e incluso aparición de enfermedades cardiovasculares. Adicionalmente, se reportan problemas respiratorios por el incremento de la contaminación atmosférica ya que se acumulan las partículas PM10, humos negros, sulfatos, nitrato y dióxido de carbono entre otros gases, por lo cual las mañanas o atardeceres rojos y amarillentos no son románticos sino todo lo contrario; habría que checar la calidad de aire antes de salir a caminar.

La respuesta a mi segunda pregunta, ¿Cómo crear una isla de calor?: Ha sido sencillo para muchos de nuestro gobiernos e incluso diría yo “han sido exitosos” al propiciar el incremento de urbanización con miles de casas de concreto, calles, banquetas y grandes edificios; además de desarrollar estructuras urbanísticas que impiden la sombra entre edificios, creando grandes estacionamientos y todo tipo de infraestructura de concreto que incrementa la radiación solar reflejante en fachadas, tejados y suelo, y logran almacenar calor y alterar el equilibrio en intercambio de temperatura, es decir, se absorbe más calor que el que se elimina por viento.

A lo anterior, le han sumado un aumento exponencial en el cambio de uso de suelo para la industria, desarrollo urbano, comercial entre otros usos; llevando a reducir las áreas verdes o zonas boscosas y superficie natural por suelo asfaltado, concreto y adoquín, que aumenta la evaporación y con ello humedad en el aire, pero no la sombra producida por la vegetación. A lo mencionado, le sumaremos el incremento de contaminación atmosférica por el uso intensivo de trasporte individual o público en mal estado, tiraderos y quema de basura al aire libre, descargas de aguas residuales sin tratar y un sinfin de actividades que realizamos diariamente en donde se emite o absorbe calor, contribuyendo al efecto invernadero.

Así, este verano y los que vienen serán peligrosos al igual que estas no tan bellas islas de calor en las ciudades, y que en conjunto provocan la tan famosa “muerte por golpe de calor” no solo en personas adultas mayores y niños, sino incluso en pequeñas especies como aves y todo tipo de mascotas. Por ello la necesidad de prevención y mitigación para evitar estos fenómenos en próximos años

¿Tú que sugieres se podría hacer?  

Dra. María Eugenia González Ávila

El Colegio de la Frontera Norte