Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 22 de noviembre de 2012

El próximo año habrá elecciones en 14 entidades del país; sólo en el caso de Baja California deberán renovarse los 5 ayuntamientos, 25 diputaciones y la gubernatura; en los otros trece casos serán comicios intermedios. Para el nuevo gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, será la primera elección donde estará en juego el principal cargo en una entidad. El caso de Baja California reviste un especial interés para el gobierno emanado del Partido Revolucionario Institucional. Se trata del estado con el gobierno más longevo de Acción Nacional: el año próximo habrán de cumplirse 24 años desde que en 1989 ganara una gubernatura un partido distinto al PRI.

Baja California es el emblema panista y la única entidad donde no ha habido una doble alternancia; es decir, que una vez que Acción Nacional ganara la elección de gobernador no ha habido un cambio de partido en el poder: de ahí la importancia que reviste para el PRI de Peña Nieto conquistar la entidad; simbólica y políticamente será fundamental para el gobierno que inicia este primero de diciembre. De ahí los desafíos para las tres principales fuerzas políticas de la entidad.

El PAN deberá enfrentar un severo desgaste después de casi dos décadas y media de gobierno. No es fácil, pero además ha sufrido el “vaciamiento” del partido al estar proveyendo a la administración pública de sus mejores cuadros. La generación de liderazgos se ha ido agotando y lo que se tienen son las caras conocidas que ya han dado muchas batallas. Francisco Blake Mora era quien se había proyectado como el candidato “natural” del PAN, no sólo por su cercanía con el presidente de la República, sino con el gobernador, José Guadalupe Osuna Millán. Pero el PAN deberá aprender de las lecciones de su historia si no quiere repetir el fracaso: fue justamente la imposición de candidatos a las alcaldías en 2010 lo que explica la mayor derrota electoral en décadas. La magnitud de la victoria priista de 2010 no se presentaba desde 1980, cuando ganó el “carro completo”. Los militantes y simpatizantes panistas percibieron que fueron marginados del proceso de designación de candidatos hace tres años. El voto duro del PAN se quedó en casa.

El PRI viene de dos victorias seguidas en la entidad; eso ha generalizado la percepción de que su triunfo el próximo año es inevitable. En 2010 ganó las 5 alcaldías y la mayoría absoluta en el Congreso; este año Enrique Peña Nieto ganó seis de los ocho distritos, ninguno la candidata panista Josefina Vázquez Mota. Uno de los grandes desafíos para los partidos es el de la designación o elección de candidatos: si salen divididos del proceso es muy probable que pierdan la elección. Eso la sabe bien el PRI; el PAN también pero en el blanquiazul no hay un liderazgo que conduzca a la disciplina de todos los “adelantados”: el presidente Calderón se encuentra en el ocaso del poder. Pero el PRI viene de una victoria nacional que le permite retomar el control de las formas sucesorias.

Para el PRI el desafío mayor es evitar el “choque de trenes”. La disciplina central será fundamental para resolver la candidatura principal. Quien tenga los apoyos locales y federales será investido como el candidato a la gubernatura y muy probablemente será el gobernador electo a partir de julio próximo. La división priista representa la esperanza panista para retener el poder.

En el caso de la izquierda su dilema mayor es ir en alianza entre los tres partidos: PRD, PT y Movimiento Ciudadano; o hacerlo en coalición con el PRI o el PAN. Hay una fuerte corriente al interior del PRD que está de acuerdo con la alianza con el PAN; aunque estableciendo condiciones. Ello a partir de que en la elección pasada el Movimiento Progresista alcanzó el segundo lugar en la disputa presidencial: ganaron dos de los ocho distritos y además una senaduría por primera ocasión en la historia local. Sin embargo, la probable alianza entre el PRD y el PAN no es bien vista por muchos militantes y simpatizantes, que sólo la perciben como una oportunidad electoral; también hay quien se ha pronunciado por una candidatura común entre el PT y el PRI. Ya veremos que deciden por los rumbos de la izquierda; del tipo de alianzas que establezcan dependerá el caudal de votos y posiciones que obtengan.