Democratización sindical a medias

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Opinión de Cirila Quintero Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 6 de junio de 2019

En una nota escrita para este boletín el 25 de abril de 2019, expresé mi preocupación de aprobar una ley laboral tan apresuradamente, y mencioné mi escepticismo acerca de la democratización de los sindicatos, en virtud, de la idea de maniqueísmo sindical que observaba en la ley y de la eficiencia temporal que se le quiere dar al proceso de reconocer a los sindicatos “democráticos” de manera expedita so pena de sanción jurídica, expresé que me parecía que le estábamos abriendo la puerta a los “sindicatos independientes de protección” o bien a expresiones ficticias de democracia sindical, hubiese querido equivocarme pero parece que mis predicciones se harán realidad.  

Una breve reflexión en torno a ¿qué significa democratizar los sindicatos?, en esencia sería la libertad de elegir (y yo diría formar) un sindicato por parte de los trabajadores, un sindicato que los represente, defienda y negocie un mejoramiento laboral en su espacio de trabajo. Para otros analistas, la democratización sindical remite a la pluralidad de opciones para elegir individualmente la mejor opción sindical. Algo muy parecido, a lo que significa escoger un producto, un pensamiento un tanto neoliberal, que se contrapone, en mi opinión, a la tradición sindical de conformar un grupo obrero  fuerte, no exento de diferenciaciones internas, pero capaces de cohesionarse como grupo y con el poder transformar sus condiciones laborales y su sociedad . La democratización sindical pone en primer lugar la elección individual más que colectiva. En un país como México democratizar los sindicatos es una tarea harto difícil, y no se realiza por decreto como se pretende, sino con educación y capacitación desde la base trabajadora. En un país que ha privilegiado los liderazgos, y controlado las bases, democratizar desde abajo parece un sueño, aunque no imposible como algunas organizaciones políticas lo están intentando en el nivel fabril. La otra vertiente sería democratizar desde arriba, es decir que desde la cúpula, los liderazgos, ante los cuestionamiento, realicen acciones que parezcan democratizar pero sin tocar las bases que realmente repercutan en el cambio, lo que significaría una democratización a medias y utilitaria para no desaparecer y si es posible posicionarse políticamente en este momento. A continuación algunas experiencias que muestran estas experiencias de democracia sindical a medias.

Primero, los sindicatos independientes  y líderes democráticos históricos que no son cuestionados. La realidad sindical mexicana se lee de manera maniqueista, los sindicatos buenos, que presuponen democracia como el sindicato minero de Napoleón Gómez Urrutia, la UNT de Francisco Hernández Juárez, o el SME, de Martín Esparza, que si bien pueden tener una tradición sindical de lucha, sus liderazgos están muy alejados de ser electos democráticamente; y los sindicatos malos, denominados charros, a los que se les acusa de corruptos, antidemocráticos y asociados al PRI, aunque muchos de estos sindicatos en el ámbito local mantengan un vida sindical más activa que muchos democráticos. Sin embargo, mientras para los últimos, se les está exigiendo democratizarse a toda costa, de lo contrario serán sancionados; los considerados democráticos parecen haber pasado por default la prueba de la democratización, algo que debe ser muy cuestionado, por el contrario han sido aceptados como el modelo del nuevo sindicalismo en estos tiempos de cambio.

Segundo, los sindicatos auto-democratizados. Estos sindicatos, mayormente cetemistas, croquistas, son sindicatos que se están adecuando a los nuevos tiempos, desligandose de líderes corruptos o centrales corporativas, a las que han pertenecido por décadas, enfatizando su convicción democrática y adecuada a los nuevos tiempos, tal es la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), dirigida por el ahora senador Pedro Haces, en el pasado cetemista, pero ahora representante morenista en el Senado que ofrece “escuchar al  trabajador, ser sensible con las empresas y trabajar cercanamente con el gobierno” por el bien de los trabajadores y de México, algo muy parecido a lo que un dirigente tijuanense me expreso a finales de los ochenta, y que se constituyó en los orígenes del sindicalismo subordinado o de protección. Actualmente, esta central dice contar con 2 millones de afiliados en las más variadas actividades desde el comercio, la seguridad, hasta el entretenimiento. El sindicato con capacidad de agrupar las más variadas actividades, en lugar al sindicato industrial de especialización, parece cobrar más relevancia en los tiempos actuales.  Otros sindicatos a nivel estatal están por seguir el mismo camino, uno de los más mencionados es el caso del dirigente Tereso Medina, líder cetemista coahuilense con una posición fuerte en la industria automotriz, al igual que Haces pretende independizarse de la CTM coahuilense y conformar un sindicalismo más independiente y participativo acorde a los nuevos tiempo. En estos casos, el proceso iniciado desde arriba muestra nuevamente que la elección del trabajador no aparece por ningún lado, es una democracia por encima. A pesar de ello, hay una validación de esta democratización, a pesar de todas sus incongruencias, o al menos así se lee cuando Pedro Haces en un evento público, a pesar de su pasado cetemista, se le convierte en senador por Morena y él declara, al lado de Napoleón Gómez Urrutia, ser parte del nuevo sindicalismo en México.

Tercero, los sindicatos independientes conformados desde arriba. Hay otra vertiente que parecería prometedora que son los sindicatos que emergen de luchas obreras, como podría ser lo acontecido en Matamoros, en donde el denominado Movimiento 20/32 derivó a la propuesta de formar una organización sindical, lo que parecería adecuado. El problema ha sido el proceso de conformación en donde la participación obrera ha sido en la movilización laboral  pero en la conformación y redacción ha tenido una escasa participación, si bien se han hecho asambleas colectivas,  todo el proceso y la forma de participación laboral de los trabajadores ha sido realizado y coordinado por la abogada Susana Prieto Terrazas, sin una real involucramiento de los trabajadores, quienes han sido tratados como incapaces de formar sus propias organizaciones. Más aún los estatutos leídos y las características del sindicato por conformar se alejan de la realidad local y laboral que tienen estos trabajadores. Más bien parecen una imposición, que algo emergido del movimiento laboral. Su carácter nacional, al incluir también a trabajadores de Ciudad Juárez, Chihuahua, y multiactividad, plantea grandes interrogantes en torno a su funcionalidad y efectividad en el mundo laboral de las localidades fronterizas.

Cuarto, la democratización sindical negociada. Esta forma de democracia sindical está surgiendo en una alianza entre empresa y sindicato, en donde se cambia de organización sindical, a veces porque el dirigente actual  se afilia a una de estas nuevas organizaciones independientes o autónomas , que están surgiendo del divisionismo intra-sindical, por lo que hay que fijar los nuevos criterios que regirán en la vida sindical, otra vez por la separación de alguna  confederación, sin embargo este es un proceso en donde los trabajadores no participan y las empresas están de acuerdo dado que dan su anuencia para presentar a esta nueva organización en el espacio laboral, los trabajadores se enteran en ese momento mediante pláticas grupales que tienen un nuevo sindicato con nuevas características en las que ellos nunca participaron. La pregunta sería ¿esta es la democracia que se desea impulsar?

A manera de conclusión, me parece que las experiencia relatadas, que solo son el inicio de esta supuesta transformación sindical que se pretende muestra que los comportamientos históricos y estructurales necesitan algo más que decretos para ser cambiados, y para ello el privilegio del trabajo con las bases trabajadoras en lugar de las cúpulas sindicales, resulta central, y eso al menos en las experiencias señaladas no existe, ni se vislumbra como punto nodal de la transformación sindical que se desea.

Dra.  Cirila Quintero Ramírez

El Colegio de la Frontera Norte