De virus, miedos y zombis

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Opinión de Oscar Misael Hernández Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 22 de abril de 2020

Nadie lo imaginaba, pero la ficción se volvió realidad: como en las películas, un virus atacó a la humanidad. Y las películas sobre virus, revivieron como zombis. No por nada, entre las más populares en Netflix se encuentra Guerra Mundial Z (2013), de Marc Forster; Virus (2013), de Kim Sung-soo; y Epidemia (1995), de Wolfgang Petersen. Desafortunadamente, en esta realidad no nos ayudarán ni Gerry Lane, exempleado de las Naciones Unidas, la Dra. Kim In-hae, o Sam Daniels, el epidemiólogo. Tal vez el Dr. Hugo López-Gatell, u otros epidemiólogos o virólogos del mundo.

Bueno, no estoy seguro si la ficción se volvió realidad. ¿Ha escuchado de la peste negra, la pandemia que en el siglo XIV acabó con la vida de al menos un tercio de la población en Europa y otro tanto en Asia? ¿O de la gripe española, también una pandemia que en 1918 terminó con la vida de entre 40 y 50 millones de personas en diferentes países? Ya de perdis, ¿recuerda la mentada influenza H1N1 que en 2009 también nos metió en casa y cobró la vida de más de medio millón personas?

A excepción de la peste negra, causada por una bacteria, las otras tienen que ver con virus: el de la gripe española, causaba fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos, aunque la mayoría de las personas fallecían por una neumonía bacteriana secundaria; mientras que el virus de la influenza H1N1, causó fiebre, tos, dolor de garganta, ojos rojos y llorosos y escalofríos. A propósito, ¿sabe qué significa virus? Yo no sabía. Resulta que en latín significa: toxina, veneno. ¿Y sabe qué es un virus? A decir de los especialistas, es un agente infeccioso, un microorganismo, que invade células.

El virus que ahora está en boga, como nos han informado, tiene una sintomatología caracterizada por el dolor de garganta, tos, fiebre, incluso dificultad para respirar. Y hasta el jueves 16 de abril, ya había causado la muerte de 139,378 personas en el mundo. En México, van 486 muertos y la cuenta sigue, como los temores y esperanzas. ¿Recuerda cómo empezó todo esto? Yo sí: como en las películas. Primero escuchamos noticias de que en China un virus había brotado y mataba gente. Lo veíamos tan lejano, geográfica y epidemiológicamente, que no creímos que llegaría a nuestras ciudades.

Después corrieron rumores: era un virus creado en laboratorios de Estados Unidos, a propósito de la carrera comercial contra China. En este contexto, hasta el lingüista Noam Chomsky salió “embarrado”, pues supuestamente afirmaba que se trataba de una guerra bacteriológica apocalíptica. El miedo se propagó en redes sociales. No obstante, los rumores generaron reflexiones serias como la del filósofo esloveno Slavoj Zizek, sobre la coyuntura del virus para pensar en una sociedad alternativa; o la del filósofo surcoerano Byung-Chul Han, sobre la emergencia viral y las medidas político-médicas en Oriente y Occidente.

Es más, hasta Yuval Noah Harari, un afamado historiador israelí, dijo que para enfrentar esta crisis viral, o se recurría al aislamiento nacionalista o a la cooperación internacional y la solidaridad. Más allá de los rumores, las reflexiones, incluso de las noticias e informes epidemiológicos de autoridades, el miedo emergió entre la población y al igual que el virus, comenzó a propagarse: el miedo al contagio, a la muerte. El miedo se abrazó de medidas de prevención sanitarias, evitando saludarse de mano, guardando distancia de forma efusiva. Siguió con un tipo de enoclofobia inducida, optando por el encierro cuarentenario.

Aunque hay diferencia entre distanciamiento social y distancia social, como aclaró el profesor Edgar Guerra, en un artículo publicado en El Universal, mis parientes políticos mezclaron todo con el miedo, resultando un “no me saludes” o “ni vayas a mi casa”. No fueron las únicas personas y su miedo era entendible, aunque no sus actitudes. En algunas ciudades del país, familias aventaron cloro a enfermeros, acusándolos de ir a infectarlos. El miedo, además, se ha mezclado con el enojo de algunos hacia aquellos que no respetan a la “Susana Distancia” o la cuarentena. Una amiga médico, acusaba y culpaba a todos aquellos que eran irresponsables con las medidas sanitarias. En conversaciones familiares y en redes sociales, los debates tienen una mezcla de miedo y enojo.

Mientras tanto, las ciudades en México y en otros países lucen semi-vacías. Como en las películas sobre epidemias, una que otra persona deambula en la calle como zombi, otras se encierran para no toparse con los zombies que se exponen en público. Algunos zombis, transitan con máscaras chuscas, hechizas ante la carencia sanitaria y económica. Simultáneamente, en los hospitales cada vez son más los infectados y fallecidos por el virus. Sólo resta esperar ahora que la cuarentena se ha alargado, mantenernos seguros, sin miedo ni actitudes como la de Alice, el personaje de Resident Evil (2002): huyendo de un virus, de Umbrella Corps y de zombis.

Dr. Óscar Misael Hernández Hernández

El Colegio de la Frontera Norte