De El Colef: Exhibicionismo político

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Opinión de Artemisa López León Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 3 de mayo de 2017

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el exhibicionismo es el prurito de exhibirse, esto es, el deseo persistente y excesivo de manifestar o mostrar “algo” en público de la mejor manera posible.

En las últimas semanas, los políticos que ostentan, han ostentado o aspiran a ostentar los máximos cargos a nivel estatal o federal, nos han reafirmado que en el siglo XXI, ya no son suficientes los famosos 15 minutos de fama y vivir rodeados de periodistas que siguen sus pasos a donde quiera que vayan, como si fueran parte de la escolta que les designa el Estado por su investidura.

Pareciera que nuestros protagonistas de la vida política nacional y estatal necesitan, cada vez con más frecuencia, satisfacer esos íntimos y persistentes deseos de interpelar a las audiencias, porque esa es una manera de confirmar que existen, de obtener el re-conocimiento del otro y, quizá dirían los psicólogos, de elevar su autoestima o satisfacer algún narcicismo que ya no es profundo sino evidente.

Pareciera que no es suficiente aparecer en la primera plana de los diarios hablando de su trabajo, sus proyectos o sus ambiciones; ahora también quieren ser los protagonistas del llamado “periodismo del corazón” que nos permite conocer a sus familias, sus casas, sus fiestas y hasta a sus mascotas. Lejos quedan los tiempos en que la nota del día era que aquel diputado-boxeador del Partido Verde -que luego dirigió Nueva Alianza- estaría en el famoso reality show “Big Brother VIP”.

Pareciera que esto ya no es suficiente para nuestros políticos; ni siquiera porque sabemos de ellos minuto-a-minuto a través de las breves notas que publican diversos medios de comunicación, a través de esa arma de dos filos que es el Internet.

No parece suficiente y el mundo virtual se ha convertido en un gran escaparate para hacer realidad los anhelos protagónicos de los políticos. Ahora todos tienen una cuenta en Twitter, Facebook o Instagram.

Pero pareciera que tampoco es suficiente esa presencia virtual que les permite obtener, en cuestión de segundos, un “me gusta” en Facebook o corazoncitos en Twitter o Instagram; ni siquiera parece suficiente tener miles de seguidores o convertirse en Trending Topic.

Ni siquiera parece suficiente que pueden transmitir “en vivo” sin necesidad del famoso Periscope que provocó tremendo balconeo a aquella jefa delegacional que transmitió el cumple 75 del Jefe Diego y con ello evidenció muchos y fuertes lazos políticos que algunos ni siquiera imaginábamos.

No es suficiente. El deseo persistente y excesivo de los políticos de manifestarse en público hace rato que rebasó el uso de las redes para acercarse a la ciudadanía mostrando su trabajo profesional, promoviendo sus promesas de campaña políticas o haciéndonos partícipes de sus aspiraciones de poder.

Hoy en día, ya no es suficiente que se hable de los políticos, ellos quieren hablar de ellos; los propios políticos se han vuelto su principal promotor –que no su mejor manager-. Basta echar un vistazo a Twitter para comprobarlo.

Ahí veremos el exgobernador Humberto Moreira mostrarnos su torso desnudo mientras nos recomienda hacer crossfit; leeremos algún tweet del expresidente Felipe Calderón volviéndose burlar de la candidata de Morena para gobernar el Estado de México y, muy probablemente, el primer retweet será de Lozano Alarcón, ese político poblano que se ha vuelto un gran fan del expresidente.

Quizá porque ya no es suficiente retar al Peje en un video, el gobernador Yunes, ni tardo ni perezoso, subió a Twitter, foto y video de la toma de posesión de la casa de su antecesor, Javier Duarte -ahora convertido en personaje incómodo-; y lo hizo así porque, seguramente, quiere darnos la primicia de la recuperación de un simbólico inmueble que, según se dice, piensa convertir en un museo donde podamos admirar las obras de arte que han decomisado a Duarte.

Un museo que, al leer la noticia, me hizo recordar los altavoces de los circos invitándonos a ver a la mujer barbuda o los anuncios en los zoológicos recordándonos que no podemos dejar de visitar a las temibles serpientes o la jaula de los monos.

Con las elecciones del 2018 a la vuelta de la esquina, sin duda, quienes nos resistimos a entrar o volver a las redes sociales, seguiremos consultándolo con la almohada; al menos mientras vemos claro, si Mastodon, la nueva red social que pretende desplazar a Twitter, nos ofrece otra cara de los aspirantes a la Presidencia de la República de este país.

Artemisa López León
El Colegio de la Frontera Norte