Hace unos días, se reanudaron las negociaciones entre México y la Unión Europea, para modernizar un Tratado de Libre Comercio que está vigente desde el 2000 y cuyas modificaciones se trabajan, desde mediados del 2016. En esta última ronda de negociaciones, el queso manchego puede echar por la borda casi dos décadas de intercambio comercial, al menos los medios de comunicación se han encargado de hacernos pensar que este queso es una moderna manzana de la discordia.
Cuando leí sobre la polémica que ha desatado el queso manchego y salió el tema a colación en una típica conversación de sobremesa, cruzaron por mi mente esos pasteles que, como lo aprendí de niña y la vox populi lo refrenda, fueron los responsables del conflicto bélico entre México y Francia, en el siglo XIX.
Hoy en día parece que la afamada cocina francesa no será responsables de un enfrentamiento armado; pero un delicioso queso sí puede provocar una ruptura entre el viejo continente y un país centralista, a unos meses de elegir a un nuevo Presidente de la República. ¡En tremendo lío estaremos metidos si esto ocurre!
Esto es, a estos cambios sociopolíticos y económicos –también estamos renegociando el Tratado con Estados Unidos y Canadá-, se añade un contexto caracterizado por la narcoviolencia, la corrupción y la impunidad que, sistemáticamente, contribuyen a la violación de los derechos humanos de individuos, familias y pueblos enteros. Si a eso le agregamos un conflicto internacional, México estaría en menudo aprieto.
Pero, volviendo al queso manchego, el asunto no es tan sencillo de resolver como ponerle “tipo manchego” a los quesos mexicanos o lanzar una convocatoria de concurso para elegir un nuevo nombre y rebautizarlos; por supuesto que los españoles ni siquiera han considerado renombrar a su queso, pues es una tradición milenaria aunque obtuvo su primera certificación provisional en los años ochenta del siglo pasado.
En el fondo, lo que parece tener atoradas las negociaciones entre México y la Unión Europea no sólo son varias denominaciones de origen que sintetizan rasgos identitarios y lazos socioproductivos importantísimos que son parte de una cadena de valor que, en tiempos modernos, son la base de una economía regional e incluso nacional; con la polémica del queso manchego se vislumbra que están en juego, y quizá es lo más relevante, las tarifas y las barreras arancelarias que impone un país a otro; ahí parece estar el eje central del estira y afloja.
Cuando se mezclan identidad, lazos socioproductivos y cunas de origen, se pueden obtener mezclas explosivas que paralizan negociaciones o que potencian simpatías;,basta con mirar los promocionales de campaña de José Antonio Meade que se difunden en tierras potosinas, pues en su afán por ganar simpatizantes, no ha dudado en apelar a su vínculo de parentesco con una de las familias de mayor abolengo y tradición –aunque esos lazos sean en cuarto grado, como lo ha demostrado un periodista local.
Otro ejemplo que basta como muestra, es el nombramiento de Tatiana, la coordinadora de campaña de Andrés Manuel López Obrador, cuya trayectoria, sin duda es importante, pero es aún más relevante que sea la hija Manuel J. Clouthier, ese luchador social que, desde las filas de Acción Nacional, logró atraer muchos simpatizantes y empezar a cimbrar al partido tricolor, en tiempos que parecía que la alternancia no llegaría. Si la relevancia de la cuna o la fama no fuera importante, sería difícil entender que un partido como Morena, en los últimos días, haya abierto sus puertas a cuanto celebridad mexicana quiera sumarse a la campaña.
No sé si en estas negociaciones comerciales en tiempos electorales triunfará el queso manchego, ni si el apellido Meade o Clouthier logren la identificación que se requiere para transformar identificación en votos pero sí tengo claro que, en este mundo globalizado, apelar a la identidad o la cuna, es fundamental cuando hay tanto en juego. Por eso, aquellos pasteles lograron confrontar a dos países y esperemos que el queso no se vuelva nuestro siguiente referente.
Dra. Artemisa López León
El Colegio de la Frontera Norte