Cultivos transgénicos, ¿solución alimenticia?

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Opinión de Juan Parra Profesor-Investigador del Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 11 de octubre de 2012

Mucho hemos escuchado de lo maravilloso de los cultivos transgénicos. Con su explotación, según expertos, se tienen menores costos de producción, mayores rendimientos, alto valor nutritivo, además de proteger el medio ambiente. También señalan que son la solución a la demanda de alimentos ante el constante crecimiento de la población mundial.

Sin embargo, un estudio realizado por Gilles-Eric Seralini y otros científicos franceses, concluye que ratones tratados con maíz transgénico NK63 presentaron tumores, otros trastornos y mayor mortalidad prematura, que los alimentados con maíz normal (http://www.jornada.unam.mx/2012/09/20/ciencias/a02n1cie).

Los resultados arriba señalados ponen en duda la bondad de los cultivos transgénicos como solución alimenticia del futuro. Y se intensificará el debate entre especialistas en pro y en contra de los cultivos genéticamente modificados. Por ello debemos estar más informados, porque si se toman decisiones equivocadas, las consecuencias pueden ser irreparables.

En México desde hace algunos años se empezó a experimentar con maíz amarillo transgénico en Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Durango. En 2012 se dieron permisos para siembras piloto de maíz, por alrededor de dos mil 400 hectáreas (http://www.senasica.gob.mx/?id=4443), en estos estados. El siguiente paso será permitir o no la explotación comercial de este cultivo.

Los avances de la ingeniería genética han permitido contar con este tipo de cultivos y seguramente los mejorarán. Pero se necesitan más estudios para saber con certeza, en el largo plazo, ¿cuáles pueden ser sus efectos en el ser humano una vez que consuma estos alimentos?, ¿cuál será el impacto ecológico en el medio ambiente donde se desarrollan los cultivos?

No se trata de una oposición sin sustento a los avances tecnológicos y a su aplicación para satisfacer una creciente demanda de alimentos, sino de tener una actitud crítica sobre las posibles consecuencias que ese proceso tendrá en la salud de la población y de su impacto sobre el medio ambiente.