Opinión de Socorro Arzaluz Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 24 de septiembre de 2020

El cuidado existe y ha existido siempre, se trata de una tarea invisible, sin reconocimiento ni valoración social realizada casi siempre por mujeres. Hablamos de una actividad indispensable para el sostenimiento de la labor productiva de las personas. Al mirar alrededor, todos hemos cuidado, nos han cuidado y algún día nos cuidarán otra vez. No obstante la importancia de esta labor, los marcos legales y las políticas públicas en torno a este tema están volcados hacia las mujeres como responsables y no contemplan la diversidad de situaciones que en las que las personas se emplean.

En México, las relaciones laborales se norman por la Ley General del Trabajo la cual tiene un apartado dedicado al empleo de las mujeres. Entre otras disposiciones, se establece que las madres trabajadoras gozarán de seis semanas de licencia previas al parto y seis semanas posteriores a éste. En caso de adopción, la mujer tiene derecho a seis semanas subsecuentes al día de recibimiento del infante. La ley contempla que los padres y madres con hijos que padezcan cáncer tendrán derecho a licencia con el fin de contar tiempo para acudir a los tratamientos médicos. Esta misma ley establece que en caso de nacimiento o adopción, los padres tendrán derecho a cinco días de licencia.

Encuentro varias situaciones que no se contemplan en esta ley en relación con los cuidados: 1) se dirige a personas que tienen un empleo formal, 2) el cuidado de hijos e hijas con algún tipo de discapacidad no se establece como situación que sea motivo de licencia laboral, 3) el cuidado de personas adultas mayores y/o con discapacidad no se contempla en la ley, 4) los hombres sólo tienen unos cuantos días de licencia que son insuficientes para el trabajo de cuidados.

Existen numerosos ejemplos de actividades que no benefician de los marcos vigentes, sólo indico una que todas las personas hemos observado alguna vez: el caso de las vendedoras en mercados públicos. En México, el comercio popular es una tradición con orígenes históricos. Los mercados públicos son la fuente de ingresos de miles de familias y hay casos de generaciones dedicadas a esa actividad. En muchos mercados, sobre todo en la venta de frutas y verduras las encargadas son mujeres. Ellas trabajan los siete días de la semana  con un horario de 6 de la mañana a 5 de la tarde, sin ningún tipo de seguridad social. En caso de embarazo, es común observar a las mujeres trabajando hasta un estado muy avanzado. Cuando tienen a sus hijos lo hacen en algún servicio público y se incorporan a su labor apenas pueden salir de sus casas. Es muy frecuente ver bebés durmiendo en cajas de cartón, las madres los atienden en medio de su actividad comercial. En caso de que tengan pareja, ésta sigue trabajando a menos que tenga un empleo formal y pueda solicitar licencia lo cual es poco frecuente, ya que casi siempre se dedican a la misma actividad de las ventas y se encargan del comercio el tiempo que las mujeres se recuperan del nacimiento, la mujer es apoyada en su casa por su red familiar o de amistades, después la pareja sigue su actividad de venta y en el caso de las mujeres, de atención al recién nacido. Para ellas y ellos no aplica la Ley Federal del Trabajo ni las licencias de maternidad ni paternidad. Las mujeres cumplen su jornada laboral, la de cuidados y las tareas del hogar al finalizar el día.

Este es un ejemplo de una de las múltiples actividades laborales informales a las que no aplica la Ley Federal del Trabajo, y las políticas en torno a los cuidados infantiles son limitadas para este sector. Con esto queremos enfatizar lo que dijimos al principio: que los cuidados están es todas partes y a veces no los vemos, aunque estén frente a nosotros. 

Esta labor debe ser compartida entre familia, sociedad y estado, pero en la realidad, son las mujeres quienes la realizan. Así que la próxima vez que observemos cómo una mujer cuida amorosamente a su hijo o hija, pensemos en quién más podría realizar esta actividad, o qué apoyos sociales o gubernamentales recibe en esta labor. Lo mismo aplica para el cuidado de las personas adultas mayores y de las personas con alguna enfermedad. 

Requerimos de múltiples cambios para transitar hacia un régimen de cuidados más democrático, enumero algunos: el más importante es a nivel cultural, la necesidad que más personas del núcleo familiar se involucren en las tareas domésticas y de cuidados. En el caso de las personas que viven en pareja, incluir a ésta en dichas actividades. El resto de los mecanismos dependen de reformas a nivel del estado: ampliación de cantidad y calidad de guarderías, incremento de licencias de maternidad y paternidad,  trabajo de apoyo a los cuidados profesionalizado y bien remunerado, campañas intensas de concientización de esta actividad. Son algunas propuestas que pongo para la reflexión.

Dra. Socorro Arzaluz Solano

El Colegio de la Frontera Norte

Loading