¿Cuánto le debes a la Tierra en su día?

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Opinión de María Eugenia González Ávila Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 29 de abril de 2021

Amás de 50 años que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 22 de abril como Día de la Tierra, se han desarrollado múltiples acciones para generar conciencia mundial sobre la interdependencia entre el medio ambiente y los seres vivos, entre ellos el ser humano, esto a fin de lograr la protección del planeta.

Cabe mencionar que las acciones en pro del Día de la Tierra iniciaron desde los años 70, cuando una protesta callejera demandó dar solución a problemas de contaminación atmosférica, de ríos y el daño por derrames petroleros, lo cual obligó a los gobiernos a tomar la decisión de aprobar leyes ambientales y con ello el desarrollo de instituciones correspondientes. Para el año 2016, la ONU adoptó el acuerdo de París y logra comprometer a los países del mundo a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2oC por encima de los niveles preindustriales de ese siglo. Al tiempo que se fortalecían las capacidades de los países para mitigar los impactos de cambio climático (inundaciones, desertificación, sequías, olas de calor, degradación de hábitats, etcétera).

Lo anterior llevó a establecer el Día de la Tierra, que tiene como objetivo primordial lograr una conciencia mundial sobre un equilibro justo entre las necesidades económicas, sociales y ambientales para las generaciones presentes y futuras; es decir, lograr un desarrollo sustentable. Si bien es concepto que parece trillado, es indispensable no olvidarlo nunca.

¿Por qué no hay olvidar el Día de la Tierra y desarrollo sustentable? La respuesta más evidente la tenemos en los efectos del cambio climático, que son el reflejo de las acciones del ser humano como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera ineficiente, y el creciente comercio ilegal de vida silvestre. Además de la contaminación de agua, suelo y aire, que ha aumentado a la par que la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a seres humanos.

Ejemplo de lo anterior, es la actual pandemia causada por el virus SARS CoV-2 (covid 19), que nos sigue afectando, y es resultante de no respetar los espacios de otras especies e incluso invadir su hábitat en pro de cubrir nuestras necesidades. Tal hecho llevó a que un virus propio de animales traspasara las barreras del sistema inmune del humano, que llevó a México a ser uno de los países con alta letalidad y un indicador de 131.71, por lo que ocupamos el séptimo lugar entre 20 países con las mayores afectaciones en mortalidad y personas infectadas por este virus. Cabe mencionar que el brote de coronavirus ha sido el mayor riesgo de salud que ha sufrido el ser humano, y conlleva a una disminución de la diversidad biológica y con ello a una alta probabilidad de propagación de los organismos patógenos y efectos adversos a la salud.

Otra evidencia del poco respeto a la Tierra es el notable incremento de incendios forestales en México, en donde de las 271 entidades, 17 han sido las más afectadas, tal es caso de Nuevo León, Tamaulipas, Chiapas, Durango y Puebla, por mencionar algunos. Dichos incendios han afectado un total de 17 mil 175 hectáreas, que se traduce en un 98% de superficie siniestrada que eran vegetación herbáceo y arbustivo, y solo el 2% era árboles. Cabe mencionar que el 95% de los incendios forestales ha sido causado por actividades humanas como fogatas no extintas correctamente, colillas de cigarrillos mal apagadas, abandono de tierras, la preparación de áreas de pastoreo con fuego y quemas de basura, entre otras actividades.

Todo lo descrito lleva a preguntar: ¿Cuánto le debemos a la tierra para poder celebrar el 22 de abril? Si pudiéramos enlistar las acciones de compensación serían interminables, sobre todo en condición de pandemia. Sin embargo, hay acciones que se pueden realizar individualmente o colectivamente. Por ejemplo: generar una cultura del respeto y responsabilidad hacia nuestro entorno natural, hacer un uso eficiente de recursos como el agua, energía, alimentos, separar y reciclar los residuos, usar menos el auto, entre otros cientos de acciones. Y lo principal, querido lector, es pensar y accionar sobre ¿cuál es mi responsabilidad con el planeta Tierra, siendo que es el único hogar que tengo para vivir hasta hoy?

Dra. María Eugenia González Ávila

El Colegio de la Frontera Norte