A Tamaulipas, Cavazos Lerma lo describió como una confederación de ciudades-estado. Censuró así su desunión: sus muchos municipios se ignoran a menos que vean en el otro un desarrollo que, con envidia, preferirían para sí. De este modo, los matamorenses solo se acuerdan de Reynosa cuando se enojan por las nuevas maquiladoras de allá, los reynosenses no saben de Tampico sino cuando se resienten por la industria química de acullá, y los jaibos solo piensan en Matamoros cuando con tristeza oyen que allí se encontraron los nuevos pozos petroleros. En resumen, el progreso en un punto de Tamaulipas se ve como merma al progreso en otro, en lugar de verlo como un progreso para todos.
Les hace falta pensar como región, de modo que, si gana uno, todos ganan. Vengan aquí varios ejemplos que aplicarían a Reynosa y Matamoros.
Cada una, con sus aeropuertitos, se pelean los vuelos en una disputa que va ganando Reynosa. El punto aquí no es cuál individualmente gana, sino cómo pueden ganar ambas. Lo sería con un gran aeropuerto regional. Si éste fuera muy caro, désele preferencia al de Reynosa tras establecer un transporte carretero eficiente desde Matamoros y otros municipios cercanos al aeropuerto reynosense. Con la regionalización de ese aeropuerto no solo ganaría entonces Reynosa, sino todo el Bajo Bravo, a ambos lados de la frontera. Con más de dos millones de habitantes, se abrirían muchos otros vuelos a muy diversos destinos nacionales e internacionales. Mírese el ejemplo del aeropuerto de Tijuana, que sirve también a San Diego.
La Universidad Autónoma de Tamaulipas solo cuenta con grandes recintos en Tampico y en Ciudad Victoria. En Nuevo Laredo, en Reynosa y en Matamoros solo hay recintos pequeños que dan cabida a carreras específicas, por ejemplo, las escuelas de enfermería y la de medicina en Matamoros. Estas ciudades todavía sueñan con su propio recinto grande que albergue todas las
carreras. Pero en lugar de reclamar uno para el norte de Tamaulipas, cada municipio pide uno para sí. ¿Por qué no pensar mejor como región y crear un recinto que sirva a todo el norte? ¿Y por qué no, para acabar con la rivalidad, crear ese recinto en un poblado pequeño, como Mier o Valle Hermoso, y convertirlo así en ciudad universitaria, como ocurre frecuentemente en Estados Unidos?
Un ejemplo más. Las ciudades fronterizas reducen, en gran medida, su oferta turística a servicios muy locales de comercio, medicina, restaurantes y centros de diversión. Lo que una ciudad
recibe, según cierta percepción, la otra ciudad lo perdió. En lugar de disputarse el turismo, ¿por qué todas ellas no crean rutas turísticas como lo hacen al norte del Bravo, por ejemplo, los
Caminos del Río? ¿Por qué no ofrecer así, juntas, una oferta de gastronomía, deporte (ciclismo, pesca y caza), turismo histórico-cultural, y ecoturismo? Si en Tamaulipas se pensara como región, todos ganarían.
Dr. Arturo Zárate Ruiz
El Colegio de la Frontera Norte