El Corredor Fronterizo: El Gran Incendio

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Opinión de Jesús Rubio Campos Profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Monterrey de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 4 de julio de 2016

Un complejo de edificios de hasta 50 pisos se incendiará una madrugada en el Área Metropolitana de Monterrey. El complejo contiene en su planta baja restaurantes, un gimnasio y otros comercios, mientras que en los pisos superiores hay oficinas y departamentos.

En la tragedia morirán 125 personas, de los cuales casi 50 serán infantes y habrá más de 300 heridos. Si bien el edificio cuenta con detectores y sistema contra incendios, los mismos no serán suficientes para contener el fuego y evitar las muertes.

El anterior es un “escenario para la acción”, el cual forma parte de las actividades de mis cursos de política pública. Pido a mis alumnos que en equipos averigüen en 50 minutos las causas estructurales (legales, organizacionales, de recursos, etc.) detrás de la tragedia y realicen una presentación frente al grupo con las acciones que deben llevarse a cabo para que esta tragedia no se materialice o suceda con menores fatalidades.

Con esta misión, un estudiantado que ha sido educado en cuestiones teóricas y metodológicas sobre política pública tiene que hacer uso de toda la información pública disponible en portales oficiales de internet, informes de gobierno, notas de prensa, etc., para analizar qué puede estar pasando en nuestra ciudad para que se materialice una tragedia de estas magnitudes.

Lo que sigue es un resumen de dichos ejercicios: 1. El crecimiento reciente de edificios en los municipios de San Pedro Garza García y Monterrey no ha sido acompañado por un alza en el presupuesto para los departamentos de bomberos, sino al contrario, hubo casos en que un municipio dejó incluso de pagarles lo acordado. El presupuesto es escaso y no es suficiente para ampliar o abrir más estaciones cerca de los complejos de edificios, contar con más elementos, mejor capacitación, camiones con mayor capacidad y escaleras telescópicas, así como equipo y trajes especiales. Parte del predial y los permisos cobrados en dichos edificios deberían destinarse para los bomberos.

2. Las virtudes del carácter de patronato y el voluntariado que caracteriza a los bomberos es a su vez su principal debilidad pues vemos bomberos vendiendo boletos para rifas en cruceros, mientras que los departamentos de Protección Civil del estado y los municipios cuentan con un presupuesto oficial estable. Convendría disolver los patronatos, fusionar ambas organizaciones y pasar la responsabilidad total al gobierno como sucede en otras partes del mundo.

3. Hay una disparidad entre las normas y la realidad, pues en teoría se deberían hacer periódicamente inspecciones y simulacros contra incendios en dichos edificios, pero en la práctica no se realizan. Esto implica que no se sabe si se contará con el personal y equipo adecuado, la pendiente en las calles y el trazo para que suban los camiones, el espacio para estacionar los mismos, el agua y la presión necesarias, el conocimiento de parte de los empleados de seguridad, ocupantes y residentes sobre las salidas y el material de emergencia.

4. No se tienen áreas ni médicos suficientes en hospitales públicos y privados para atender pacientes con quemaduras graves.

5. Se requiere una coordinación intersectorial para prevenir y atender estos eventos, que involucre al estado, municipios, bomberos, protección civil, secretarías de desarrollo urbano, sector salud público y privado, constructoras, aseguradoras y asociaciones de vecinos.

Lo encontrado nos pone frente a una bomba de tiempo. Para que no se materialice deben atenderse las presentes recomendaciones, pues de poco servirá lamentarnos después, como sucedió con la tragedia del Casino Royale.

Jesús Rubio Campos
Profesor investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Monterrey