[:es]El triunfo de Emmanuel Macron al ganar la presidencia de Francia el pasado 7 de mayo nos lleva a reflexionar sobre el uso de los espacios públicos y la verdadera naturaleza de la participación ciudadana. Sin duda, estaremos viendo el surgimiento y consolidación de Aldeas, Ciudades y Repúblicas Digitales en los próximos años.
De acuerdo a las cifras entregadas por el Ministerio del Interior de Francia, la abstención fue de 25.38%; la más alta desde 1969. Si casi un 40% de los franceses votó en blanco, el significado de los votos ganadores y el proyecto de nación serían probablemente muy distintos. Pero discusiones electorales aparte, me gustaría llamar la atención al hecho de que el nuevo Presidente de Francia, consciente de estas cifras, al parecer se ha propuesto aumentar la participación de los ciudadanos en la formulación de políticas públicas y leyes.
Esta postura es parte del espíritu de su programa político. El tema ha venido cobrando relevancia en el gobierno de Francia los últimos años, con algunas experiencias, como la ley de Axelle Lemaire. (http://www.liberation.fr/futurs/2016/07/12/axelle-lemaire-le-numerique-est-devenu-un-objet-politique-a-part-entiere_1465685). Para ésta última, el internet se ha convertido en un objeto político en sí mismo. Y por ello ha impulsado que los datos públicos se vuelvan abiertos, que existan regulaciones de bienes comunes digitales en la Web, fortalecer las conexiones débiles etc. En mi opinión, Francia ha desarrollado mayor consciencia de que la participación ciudadana y la falta de ella tienen consecuencias transcendentales para nuestras ciudades y colonias. Conocen la indiferencia pública, y contra el momento actual de malestar global proponen “comunidades fuertes e incluyentes, para ser capaces de ejercer la democracia, para organizar, para soportar el cambio, y resistir” (https://www.republique-numerique.fr/).
Es cierto que una ciudadanía activa es la esencia de la resiliencia urbana. Es fundamental para crear espacios públicos (placemaking). Sin una clara voz de las comunidades locales, corremos el riesgo de creación de ciudades que están impulsadas por políticas que no entienden ni reconocen el valor creado a nivel local. Cuando esto sucede, generamos espacios no inclusivos, que priorizan la infraestructura y la tecnología, pero no construyen cultura, equidad, diversidad y todo lo que hace le falta a una comunidad auténtica y genuina. Así que la invitación, querido lector, es empezar en casa.
Cuando hablamos de ciudadanía activa se habla a menudo en términos de política, con respecto a la participación en la democracia local (Y-Active), lo cual es muy importante. Pero igualmente importante es la organización de la comunidad local, a construir espacios locales o actividades colectivas simples como conocer a nuestro vecindario y a nuestros vecinos. He aquí algunas actividades con las que puedes empezar hoy mismo (tomado de: http://www.neighbourlytics.com/) y que puedes hacer estando o no conectado en línea: Caminar (no usar el coche), Hacer trabajo voluntario, Conocer a tus vecinos, Involucrarte en la democracia local (especialmente si ya hay plataformas electrónicas para ello). Sabemos que la internet y sus usos son en el corazón de un gran movimiento de transformación y de construcción de los vínculos sociales.
Así pues, nuestras sociedades, al igual que la V República francesa del siglo XXI, se volverán cada vez más digitales, y más ágiles para preparar los cambios, crear oportunidades de desarrollo y construir comunidades que reflejen añejas aspiraciones universales y eternas: libertad, igualdad y fraternidad.
Blanca C. García.
Profesora Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte
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