A propósito de la época en la que se piensa que los deseos pueden realizarse, al igual que en la noche de Reyes, donde los niños sueñan con que les traigan los regalos que anhelan, quiero hacer una carta a los presidenciales, aprovechando que todos los aspirantes a la Presidencia de la República andan muy dadivosos y prometedores, y con la esperanza que a través de este medio les llegue o les comenten de las peticiones de una ciudadana común, y a ver si al menos una de ellas es incluida en su proyecto de gobierno. Lo primero es que tengan un proyecto con 3 o 4 líneas centrales de lo que van a hacer si son Presidentes, ya no queremos que se creen más secretarías, leyes, etc., con las que tenemos son más que suficientes, lo que deseamos es un proyecto que tenga como primer punto, la garantía de los derechos básicos de un ser humano: alimentación, salud, vivienda, trabajo y recreación; y la impartición de justicia, es decir que se cumplan las leyes que ya existen y se sancione a quien no lo hace. Como punto segundo quiero pedir la elaboración de políticas para regresar la seguridad a los ciudadanos y el respeto a la vida humana. Siento vergüenza que varias de las ciudades del país aparezcan en el ranking de las más peligrosas del mundo, asimismo me da pena que los periódicos del país, impresos, digitales, estén teñidos con la sangre de mis conciudadanos, no sólo de “los que andan en malos pasos”, como dicen por aquí en el norte, sino de niños, jóvenes y sobre todo mujeres inocentes. Un país que no asegura una vida libre sin violencia para sus mujeres es un país sin futuro. Tercero, quiero que se erradique mediante una cirugía mayor la corrupción y el latrocinio de los que llegan al poder, que se implementen medidas para evitar que todo se consiga mediante un “¿de a como nos arreglamos?”; que la política deje de ser el pago de favores, el negocio de familiares, de compadres; y que en el gabinete de quien resulte electo sea integrado con los hombres y mujeres más preparados y no la camarilla de amigos, compadres, conocidos y advenedizos que rodean a los candidatos en las campañas. Creo que algo fundamental para ello, sería anunciar, y cumplir, que se eliminan los onerosos salarios, prestaciones y concesiones que tiene el Presidente y todo su gabinete, y se les pagará un salario digno, acorde al país y sociedad que gobiernan, algo así como lo realizado en los países nórdicos en donde el político gana un salario promedio y se le elimina beneficios como auto oficial, guardaespaldas, seguro de gastos médicos mayores, asesores, etc. En estos países los gobernantes tienen que transportarse a su trabajo en sus vehículos propios o bien usar transporte público, viven en casas o departamentos comunes y por supuesto, sus familias no tienen ningún privilegio. Con esta sencilla medida seguro que sólo querría ser político quién tuviese vocación y los muchos amigos, compadres, conocidos, desaparecerían por arte de magia. Cuarto, que quien sea Presidente gobierne para todos los mexicanos, independientemente de la condición económica, origen étnico, preferencia política, sexual, credo religioso, que todos seamos tratados en igualdad de circunstancias, como ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones, y sin que el compadrazgo, el favoritismo o el fuero inclinen la balanza para unos y afecte a los otros. Lo que pido es bastante sencillo: que quien sea Presidente entienda que la política es para dirigir al país y a sus habitantes a una sociedad más justa y equitativa, y no para enriquecerse más él, su familia y todos sus allegados.
Dra. Cirila Quintero Ramírez
El Colegio de la Frontera Norte