Corredor Fronterizo: De enfermedades crónicas y hábitos

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de María del Carmen Portillo Téllez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

lunes 3 de julio de 2017

Lo terrible de una enfermedad crónica es que deja a la persona afectada con un promedio de entre 8 y 9 años de “vida saludable” perdidos, además del impacto emocional a su familia, donde puede haber varios tipos de carencias y disminución de la calidad de vida familiar.

Las enfermedades crónicas tales como diabetes, enfermedades cardiovasculares, respiratorias como asma, cáncer, entre otras, son afecciones de larga duración y progresión lenta; actualmente son la principal causa de incapacidad y mortalidad en el mundo, esto ha llevado a un impacto negativo en el desarrollo económico mundial.

Se ha descrito que las enfermedades crónicas se desarrollan en las personas que tienen predisposición genética y además llevan una dieta poco saludable, no desarrollan una actividad física, tienen el hábito por el tabaco y el consumo excesivo de alcohol.

Estos hábitos se hacen costumbres que son adquiridas por la repetición de actos de la misma especie, y al parecer se están transmitiendo de generación en generación. La gente tiende a repetir los actos, sin razonar las consecuencias que va a tener. Por ejemplo, si un niño vivió la enfermedad cardiovascular de su padre, cuando se convierte en adulto tiende a repetir los mismos patrones de dieta no saludable, sin actividad física, tabaquismo y alcoholismo, al parecer sin comprender que él lleva esa herencia y esos hábitos fueron los que desencadenaron la enfermedad del corazón.

Por todo lo anterior, uno de los principales retos de la sociedad es transformar los hábitos de vida para prevenir enfermedades crónicas. Se requiere cambiar los modelos de vida para que las personas aprendan a cuidarse por sí mismas y modifiquen sus hábitos de tal forma que se pueda llevar una vida de calidad, además, que se enseñe la responsabilidad por su bienestar y el de su núcleo familiar.

Esto conlleva necesariamente a una educación por la salud, donde desde temprana edad, desde el nivel básico, se debería implementar en los niños una educación por su salud, donde ellos aprendan a visualizar su bienestar basado en crear por sí mismos hábitos de una vida sana.

Se ha visto que cambiando hábitos, sin duda es la mejor opción para poder vivir plenos de salud, evitando padecer enfermedades innecesarias, modificando la alimentación junto con la actividad física podemos mantener inactivos los padecimientos crónicos. Aún si ya tenemos principios de una enfermedad crónica, el cambio de hábitos nos puede ayudar a sobrellevarla de mejor manera.

Que podamos despedirnos de la vida diciendo «fue un placer vivir» y realmente dejemos en nuestras familias y seres queridos una sensación de protección y calidez que los lleve a desarrollar una expectativa de vida que los haga más prósperos, productivos y felices.

Dra. María del Carmen Portillo Tellez
Profesora investigadora El Colegio de la Frontera Norte Piedras Negras