Para quienes se asustan con el acceso de los niños a las redes sociales, comparto aquí la letra de algunos juegos y canciones infantiles antiguos:
“Tingo Li Lingo mató a su mujer con un cuchillito acabado de hacer. Le sacó las tripas y las fue a vender, y no las quisieron por ser de mujer”.
Otra:
“Don Pancho, y su barriga, mató a su mujer por falta de dinero para comprar café. El café tenía una vía, la vía tenía un tren. El tren tenía una chica, la chica tenía un bebé. El bebé se le cayó, ¡bolas!, la chica se desmayó”.
Aun la “Víbora, víbora de la mar” no es inocua. Acaba así: “Campanita de oro, déjame pasar con todos mis hijos menos el de atrás”.
Las hay muy tristes, que han de partir el corazón a los migrantes, pero no a los niños: “Caballito blanco, sácame de aquí; llévame a mi pueblo donde yo nací”.
Las hay que, entre risitas, retratan el capitalismo más salvaje: “Aserrín, aserrán, los maderos de San Juan piden pan y no les dan, piden queso y les dan un hueso, y se les atora en el pescuezo”.
Las hay macabras: “La muerte siriquiciaca jalando su carretón parece una sombra flaca bailando en el malecón”.
Las hay trágicas, aunque bailen los niños: “Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena… Las noticias que traigo son tristes de contar… que Mambrú ya se ha muerto, lo llevan a enterrar”.
Y las hay que destilan envidia: “Tengo, tengo, tengo… Tú no tienes nada…”.
La versión inglesa de “Nadie me quiere, todos me odian, porque soy un gusanito” no se queda corta: “Nadie me quiere, todos me odian porque me como las lombrices, largas, delgadas, cortas, babosas, gordas, jugosas y de un gran montón. ¡Mira cómo se menean y retuercen!”.
Programas educativos como Plaza Sésamo instruían a los niños así, en la figura de Oscar Gruñón: “Amo la basura: cualquier cosa sucia, fea o empolvada; cualquier cosa rota, podrida u oxidada. ¡Sí, amo la basura!”.
Los niños ingleses tienen también sus canciones tradicionales:
“¡Tres ratoncitos ciegos! ¡Mira cómo corren! Van tras la esposa del granjero. Les cortó sus colas con un cuchillo de mondar. ¿Has visto alguna vez tal cosa en tu vida como tres ratoncitos ciegos?”.
Y esta otra: “El rey contaba en su casa, contaba su dinero. La reina estaba en la sala comiendo pan y miel. ¡La sirvienta estaba en el jardín colgando la ropa cuando viene un pajarraco negro y le arranca la nariz!”.
He aquí una canción que sugiere embriaguez y una vida disoluta: “Yo y mi esposa vivimos solos en una cabañita que es nuestra. Ella ama la ginebra y yo amo el ron. ¿No es verdad entonces que hay mucha diversión?”.
En fin, los franceses no dejan de ser macabros con su “Alouette, gentille Alouette”: “Alondra, gentil alondra, alondra, te desplumaré… Te desplumaré la cabeza”, y luego sigue con la nariz, los ojos, el cuello, el dorso, las alas, las patas y la cola
Dr. Arturo Zarate Ruiz
El Colegio de la Frontera Norte