Las instituciones que conforman el sistema de salud en México muestran una sobrecarga en la demanda de atención de enfermedades no trasmisibles como la diabetes mellitus y los problemas cardiovasculares, por mencionar los más conspicuos, que requieren de un enfoque preventivo basado en la atención primaria a la salud.
Este enfoque debería trascender el modelo actual de la medicina curativa donde las estrategias preventivas y la participación de la comunidad en la solución de los problemas de salud quedan al margen. Por supuesto, este enfoque no es nuevo sino que se había planteado desde hace 40 años en la reunión de Alma Ata en que se proponía alcanzar mejores condiciones de salud para el año 2000.
Ciertamente se alcanzaron logros importantes como la disminución de la mortalidad infantil y materna, se incrementó la esperanza de vida y se disminuyó en gran medida la mortalidad por enfermedades infecciosas. Sin embargo, los nuevos problemas de salud que aparecieron hacia finales del siglo XX se han incrementado en forma significativa.
Las enfermedades no transmisibles dominan el panorama epidemiológico en México y las instituciones que conforman el sistema nacional de salud se han visto rebasadas por el fenómeno. Esta limitación en la respuesta a las necesidades de salud de la población ha dado margen a la aparición de un fenómeno económico y social en la atención a la salud: la aparición de consultorios médicos en las farmacias (CMF). La proliferación de los CMF en México forma parte del auge que el sector privado en salud ha tenido desde finales del siglo pasado.
Ello ha ocurrido en un momento histórico en que las reformas no han podido resolver los problemas del sistema de salud como son su propiedad segmentaria, baja inversión pública, deterioro de la infraestructura física, carencia de recursos humanos, problemas con el abastecimiento de medicamentos y regulación deficiente del sistema, entre otros.
Por ejemplo, desde 2003 se hicieron modificaciones a la Ley General de Salud para fundamentar el Sistema de Protección Social en Salud con el fin de incrementar el acceso a los servicios de salud a personas sin seguridad social a través del Seguro Popular. Pero los logros de la reforma a la Ley se han visto opacados por una limitada capacidad para satisfacer las necesidades de salud de la población, verbigracia, surtido incompleto de medicamentos, falta de personal calificado, falta de estudios de gabinete o largos tiempos de espera en los servicios públicos.
Estas limitaciones del sistema de salud han incentivado la demanda de servicios de salud privados destacando conspicuamente los proporcionados por los CMF. Estos servicios han representado una alternativa para la población, independientemente de su condición de derechohabiencia.
Este sistema de cobertura privada a la salud mediante CMF se extendió en México desde finales del siglo pasado y se ha caracterizado por el establecimiento de una cadena de farmacias locales con un enfoque eminentemente empresarial que vende medicamentos genéricos y atención médica a la población. Por ejemplo, el número de CFM aumentó en México en 340% entre 2010 y 2014 alcanzando el número de 15,000 farmacias de grandes cadenas o independientes, calculándose además que en esas farmacias laboran alrededor de 32,500 médicos (GacSanit 2017; 31 (6): 459-65).
Este fenómeno representa un cambio significativo en la provisión de servicios de salud en México. En otras palabras, los CFM están ocupando el espacio que ha ido cediendo el sistema público de salud y apunta hacia la privatización relativamente imperceptible de sus servicios. Debido a que se trata de un fenómeno reciente se visualiza la necesidad de profundizar su estudio para prever las consecuencias que a mediano y largo plazos tendrá en la reconfiguración del sistema nacional de salud.
Dr. Felipe Javier Uribe Salas, El Colegio de la Frontera Norte