Joe Biden es a Donald Trump, lo que Joe Black fue a Bill Parrish en la película Meet Joe Black. Una analogía interesante entre la realidad electoral y la ficción cinematográfica en Estados Unidos, pero también una metáfora del drama político. Como Trump, Parrish era un magnate de los negocios. Como Parrish a Black, Trump se confrontó con Biden en un momento crucial de su vida. Previo a su cumpleaños, Parrish se preguntaba si pronto iba a morir. La muerte, encarnada en Black, le respondió que sí, pero le daría tiempo extra a cambio de enseñarle sobre ser un humano. Antes de los resultados electorales, Trump ha agonizado. No sabemos si Biden ha tenido arreglos con Trump, tampoco pensamos que Biden sea el tánatos americano. Entonces, ¿conoces a Joe Biden?
Biden es el arquetipo de hombre estadounidense que puede ser considerado representante de la cultura americana y de los anhelos sociopolíticos de sus conciudadanos, al menos de los reacios a Trump. Joseph Robinette Biden Jr. nació en 1942 en Scranton: una pequeña ciudad al noreste de Pennsylvania. Más allá de ser cuna del cazador y explorador Hugh Glass, del padre de Hillary Clinton, sede de la serie televisiva The Office, Scranton apenas es conocida. No obstante, como pensilvano, Biden se ajusta en parte a lo que el sociólogo Erving Goffman llamó “el ideal de hombre americano”: hombre joven, heterosexual, casado, padre de familia, blanco, urbano, norteño, protestante, con educación superior, buen empleo, aspecto, altura y record en deportes.
A excepción de lo joven, pues cumplirá 77 años el próximo 20 de noviembre, Biden es un hombre heterosexual, casado (dos veces) y padre de dos hijas y dos hijos. Es un hombre blanco, como el 88% de la población en Pennsylvania y el 75% en los Estados Unidos. Es de origen norteño, precisamente del estado donde se firmó la Declaración de Independencia. No es un hombre protestante, pero sí católico como el 24% en Pennsylvania y el 26% en el país, según el censo del año 2015. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Delaware y posteriormente Derecho en la Universidad de Siracusa. Es un hombre que se ha dedicado a la docencia universitaria, pero también a la política. Es alto, 1.83 m de estatura, de buen aspecto, y durante su juventud, fue jugador de fútbol americano, como sería de esperarse.
La biografía personal de Biden es tan sólo una parte. Su biografía política es otra historia: a los 30 años fue elegido como senador demócrata por Delaware, de 1987 a 1995 fue Presidente de la Comisión de Justicia del Senado, en 1988 tuvo un intento fallido como candidato a la Presidencia, del 2009 al 2017 fue Vicepresidente de Estados Unidos, durante las administraciones de Barack Obama. En esos años, Biden fue clave para contrarrestar la recesión económica del 2009, hizo posible un nuevo tratado con Rusia, apoyó el retiro de tropas de Irak en 2011, aunque apoyó la intervención militar en Libia, dirigió un grupo de trabajo para analizar las causas de la violencia con armas en Estados Unidos… hasta que en abril de 2019 anunció su candidatura a la Presidencia en 2020.
Sin embargo, a la biografía personal y política de Biden también se pueden añadir acusaciones de tocamientos inapropiados y denuncias de acoso sexual hacia mujeres, entre ellas colaboradoras y políticas. Esto es grave, incluso paradójico ante una persona que en gran parte se ajusta al “ideal de hombre americano”, ante un político que aspira a gobernar a lado de una mujer como Kamala Harris; un personaje que quiere dirigir un país con más de 330 millones de habitantes, en el que las mujeres representan el 50.6% de la población. Biden, por supuesto, ha negado y minimizado tales acusaciones y denuncias, y más bien reorientó su campaña exhibiendo las fallas de Trump, como Joe Black hizo con Bill Parrish.
Allende lo anterior, la propuesta electoral de Biden consiste, en general, en un plan económico para recuperar empleos perdidos durante la pandemia, expandir el Obamacare, aumentar fondos para educación, generar estímulos para proyectos de energía verde y, en materia de política migratoria, reforzar el país como nación de inmigrantes reestableciendo el programa DACA, acabar con la separación de familias migrantes, detener las políticas de asilo de Trump y terminar con la detención prolongada, en especial de niños migrantes. Esto suena bien, en especial para los migrantes de caravanas que aún están varados en ciudades de la frontera norte de México, aunque al final son las promesas de un político en campaña.
La contienda por la Casa Blanca ha sido tensa, polémica y tal vez será cuestionable. Trump se resiste a dejar la vida política como presidente, como Parrish se resistía a dejar la vida económica como empresario. Biden ansía el retorno de los demócratas al gobierno federal, como Black deseaba vivir las emociones humanas. No sabemos si Trump “morirá” como Parrish, pero ahora, al menos conoces un poco más a Joe Biden.
Dr. Oscar Misael Hernández-Hernández
El Colegio de la Frontera Norte