Ciudad Acuña: la disolución de una oleada migratoria, sin solucionar problemas estructurales

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Opinión de Cirila Quintero Ramírez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 30 de septiembre de 2021

A mediados de septiembre, una oleada de migrantes llegó a Ciudad Acuña, Coahuila. De acuerdo a estimaciones esta oleada llegó a sumar cerca de 14,000 personas, cantidad que representaba casi el 10% de la población acuñense. Como bien lo dijo una compañera antropóloga, radicada en Acuña,  lo experimentado en esta ciudad norteña fue histórico, nunca tal cantidad de migrantes se había congregado en un espacio fronterizo, las caravanas anteriores, de 3000 o 4000 personas, no son nada en comparación con esta oleada. De ahí también la importancia de la prontitud con la que respondieron investigadores de las sedes del Noreste de El Colef para dar testimonio de esta realidad compleja  y brindar algunos elementos para un primer análisis de esta problemática social, (https://www.colef.mx/evento/webinar-sin-destino-fijo-migrantes-haitianos-atrapados-en-la-frontera-trabajo-de-campo-enciudad-acuna-coahuila/)

Empero, también fue histórica la fugacidad de esta migración, mientras que, los campamentos de las caravanas tardaron meses en algunas ciudades norestenses, como Matamoros y Reynosa, los migrantes de Acuña pasaron de una visibilidad internacional, a una desaparición aparente en días, hoy solo unos cuantos miles se concentran en un espacio adecuado para su estancia en Acuña. ¿La razón? La estrategia articulada seguida por los gobernantes de ambos lados de la frontera y de Coahuila para evacuar a los migrantes del Parque Braulio Fernández y de las cercanías del puente internacional fue impecable, al menos en cuanto al éxodo de migrantes, aunque el respeto a sus derechos humanos haya estado ausente en ambos lados de la frontera. 

Mientras la mayor parte de problemas migratorios, como firmar un acuerdo binacional que delimite responsabilidades para cada autoridad y país en el caso de niños migrantes, siguen pendientes desde hace décadas, en el caso de Ciudad Acuña existió un trabajo de colaboración fronteriza integrado. Se cerró la frontera Del Río-Ciudad Acuña, algo muy común cuando hay problemas en el lado mexicano, se canalizó a los migrantes que quedaron en el lado americano para su deportación, y en el lado mexicano se concentró a los migrantes en algunos espacios, se cerraron las carreteras del Estado, sobre todo las que conducen a la frontera norte, afectando incluso a ciudadanos mexicanos, y se inició su deportación voluntaria a través de vuelos desde el aeropuerto de Piedras Negras. Algunos migrantes se disgregaron o se quedaron en algunas ciudades, rancherías circunvecinas.  En el control de esta oleada migratoria también desempeñó un papel central las protestas empresariales, particularmente el sector maquilador, por su afectación al cerrar el puente internacional para sus exportaciones. Aparentemente, con la disminución de migrantes en la región, para las autoridades de ambos lados la problemática quedó controlada, sin embargo, los problemas estructurales en donde descansa esta migración siguen vigentes y se han acentuado, ya lo ha expresado el primer ministro haitiano: “las migraciones continuarán.” 

La migración hacia Acuña también deja planteadas muchas preocupaciones sociales y también delinea nuevas vertientes para la investigación de la migración. En especial habría que mencionar el desempeño gubernamental, la respuesta de la sociedad y la aparición de nuevas características en los migrantes y la visibilidad de nuevos actores. En cuanto al desempeño gubernamental, la actuación de las autoridades migratorias estadounidenses y mexicanas sigue mostrando que las tácticas intimidatorias y del miedo siguen siendo la principal característica de la política migratoria en ambos países, desde principios del siglo XX, con la deportación de mexicanos, se ha observado ese maltrato hacia los migrantes. A  un siglo, con un avance en la luchas por derechos sociales y humanos, resulta preocupante ver el trato de los agentes de migración montada hacia los migrantes del lado de Estados Unidos, la colocación de barreras físicas, como autos a lo largo de la frontera para impedir el paso, así como la obstrucción y trato no digno de las agentes migratorios mexicanos, que da cuenta de un atraso estructural en cómo afrontar la solución de la problemática migratoria, en donde prive el respeto a los derechos humanos.

Por el contrario, la sociedad y sus comunidades por donde pasaron los migrantes mostraron un comportamiento totalmente diferente, la solidaridad, a pesar de la pobreza en estos lugares, fue asombrosa. Mis compañeros investigadores mostraron como los acuñenses, y de lugares circundantes, comenzaron a llegar con comida, ropa, medicinas, e incluso tiendas de campaña. El mismo comportamiento lo mostraron en otras localidades en donde llegaron, como la comunidad de San Fernando, en donde llegó otro contingente de cientos de haitianos, ahí la sociedad cobijo el paso de estos migrantes, quienes estaban sorprendidos dado la leyenda negra que pesa sobre esta comunidad por la muerte de decenas de migrantes en su territorio. Sin embargo, habría que reconocer que también hubo rechazo de grupos sociales, como los empresariales, por la afectación que sufrieron en sus intereses. El apoyo social también se dio en Del Río, aunque se ha mencionado que en un momento se cerró la posibilidad de apoyo, también, de acuerdo a una informante, hubo actitudes tan preocupantes de que “un grupo de gente se comenzó a armar por si el cruce de migrantes se acentuaba.” Recordemos que Texas y los rancheros de esta zona han sido uno de los grupos más antiinmigrantes de Estados Unidos.

Finalmente, me referiré algunas características novedosas que mostró esta oleada migratoria:  primera, sin duda es su carácter masivo, y los lugares tan distintos que provenían, no todos salieron de Haití, sino que algunos llegaron de Chile, Brasil, donde habían estado varios meses, y llegaron por la supuesta apertura de la frontera, otros tenían meses en México, al final confluyeron en este grupo migratorio definiendo dos rutas claras, en donde como bien lo señalan los compañeros investigadores de El Colef, una, que siguió la ruta que llego por territorio coahuilense a Acuña, y otra, que llegó por Tamaulipas, de los cuáles la mayoría se fue a Reynosa. Segundo, a pesar de la masividad, de acuerdo a activistas, los migrantes parecían tener un patrón muy establecido de los pasos a seguir, los lugares en donde concentrarse, en donde permanecer unidos parecía central, por ejemplo, se menciona que hubo albergues en Monterrey o en Matamoros preparados para recibirlos y no quisieron llegar a ellos, sino a uno muy particular, incluso más aún una parte de estos migrantes contaban con recursos económicos, un responsable de una casa de migrante menciona que algunos salieron a comprar alimentos porque no les gustaba al comida del albergue, tercero, ¿quiénes organizaron la movilización?, un actuar colectivo de recorrer una ruta desde América del sur hasta el norte de México, sin una dirección parece impensable, situación que se reafirma con la existencia de una logística que se percibe en el desplazamiento de estos migrantes, por ejemplo, la llegada masiva de autobuses, cruzando por puntos migratorios sin problemas, https://www.facebook.com/npnoticiaspiedrasnegras/videos/allende-decenas-de-a%C3%BAtobuses-con-centroamericanos-llegan-a-la-garita-de-allende-/3891444177622085/, un activista mencionó que  al parecer “había órdenes dejarlos pasar”. Entre los organizadores se ha mencionado a las redes digitales, al crimen organizado, y más recientemente, un encargado de una casa de migrantes ha mencionado la importancia que parece tener los pastores religiosos en la dirección de estas oleadas de migrantes. Así pues, mientras que para las autoridades, el tema de los migrantes de Acuña parece estar controlado, para los investigadores de la migración se abre una nueva veta de análisis en la ya compleja temática migratoria, y para los miles de migrantes que se quedaron en nuestro país, se abre un futuro de incertidumbre social para ellos y su familiares. Esperemos que las autoridades implementen una estrategia que no sólo de certeza y seguridad a estos migrantes sino que vaya acompañada de un programa económico y social para las comunidades que los recibirán. Eso sí sería un avance sustancial y estructural en la problemática migratoria. 

Dra. Cirila Quintero Ramírez

El Colegio de la Frontera Norte