Casas de «in»seguridad en el Valle de Texas

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Opinión de Xavier Oliveras González Investigador de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 8 de mayo de 2014


En los medios xenófobos de Texas circula un chiste según el cual se pueden encontrar mexicanos en dos lugares: en los shopping malls y en las stash houses (casas de seguridad). Al margen de la burla, esta semana pasada, mientras algunos disfrutaban de sus vacaciones comprando en el Valle, se alcanzaron los mil migrantes indocumentados hallados y detenidos en stash houses en lo que va de año en esta región fronteriza. Al terminar la Semana Santa la cantidad sobrepasaba las mil 100 personas. Una cifra, por cierto, muy superior a los rescatados en el norte de Tamaulipas en el mismo periodo: 120.
Desde que empezara el año, ha sido una constante la localización de campamentos y stash houses, una denominación mucho más cercana a la realidad que casa de seguridad, pues se refiere a un lugar donde ocultar algo, a menudo, ilegal. El 2014 empezó con la localización de una casa en McAllen con 37 personas; días después otra en San Benito, con 15; otra más en San Carlos, con 33, y así un creciente etcétera hasta la reciente detención de 30 más en Pharr.
A lo largo de estos poco menos de cuatro meses, ha habido semanas sin las que se produjera localización alguna; y días en los que se realizaron dos y hasta tres. Sobresale el 18 de febrero, cuando se practicaron detenciones en casas en Edinburg, Escobares y Palmview, sumando 154 migrantes. Hubo días en los que se hallaron sólo algunas personas, y otros en los que hasta la Border Patrol se sorprendía de la gran cantidad, como el hallazgo en Alton de 147 personas en una única casa.
Suele pensarse que las casas de inseguridad están en lugares alejados y pobres. Si bien es cierto que se pueden encontrar en las colonias –las localidades sin servicios públicos y altos niveles de pobreza–, también las hay en los vecindarios de clase media y alta. Cuando la Border Patrol llega a estos barrios, de pronto los vecinos exclaman entre el asombro y el temor frases como “nunca me lo hubiera imaginado”, como ocurrió en Brownsville en marzo, cuando se hallaron en una residencia nada menos que 72 migrantes.
Se puede continuar con los detalles, como el hecho de que a menudo los migrantes son retenidos contra su voluntad (y no escondidos por seguridad); que quienes los retienen son ciudadanos de Estados Unidos; que proceden principalmente de México, Guatemala, Honduras y El Salvador; o que la identificación de los escondites se debe a las peticiones de socorro de los propios migrantes y a las denuncias de algunos vecinos.
Los mexicanos que van de shopping al Valle saben poco de ello. No deben ser los únicos; raramente los medios de comunicación de México informan de las casas de inseguridad y las detenciones. La poca información tampoco procede de la Border Patrol y la ICE, agencias caracterizadas por su hermetismo, sino de los medios estadunidenses, más preocupados por la salvaguarda del país frente a la terrible amenaza que supone no tener papeles que por las condiciones en las que viven, sufren y resisten los migrantes.

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