Desde que empiezan las facilidades para abrir el intercambio comercial entre exportadores e importadores localizados en México, Estados Unidos y Canadá, el 1 de enero del año 1994, los localizados en México enfocan sus baterías principalmente en el mercado de los Estados Unidos. El comercio internacional con países europeos o sudamericanos era escaso, pero tenía un nivel de importancia contable. En buena medida porque existían subsidios y apoyos para la promoción del comercio internacional.
A la vuelta de los 18 años que tiene funcionando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) está suficientemente claro que para dichos actores no sólo han delimitado al mercado estadunidense como su objetivo en particular, sino que también están concentrando dicha actividad en pocos estados de los EU, en especial en Texas.
Hace dos décadas las exportaciones e importaciones entre México y EU favorecían a Texas como la entidad líder, pero su importancia apenas era el 20 por ciento del total, siguiéndole Michigan con 15 por ciento, mientras que algunas entidades del noreste participaban con el 5 por ciento cada una: Illinois, Nueva York, Carolina del Norte y Ohio. California es un caso especial pues ha representado poco más del 5 por ciento, cuando la ruta comercial entre las dos naciones está orientada del sur al noreste de los Estados Unidos.
A medida que se incrementa el volumen de mercancías y su valor, comienza un cambio significativo en la concentración espacial de los destinos o para decirlo en términos económicos, del mercado. La liberalización comercial ha significado la reorientación del mercado en Norte América: Texas ha conseguido un incremento sustancial en cantidad y valor para los exportadores e importadores localizados en México, casi el 30 por ciento del total, ubicando a Michigan con cerca del 5 por ciento.
Detroit en Michigan era el puerto número uno del comercio internacional de América del Norte seguido de Laredo, Texas, como segundo. En años recientes Laredo (y por consiguiente Nuevo Laredo) tomó el primer lugar, dejando a Detroit en segundo. En otras palabras, las posibilidades de involucrar significativamente a Canadá en la diversificación comercial han quedado atrás. ¿Tiene sentido que México sea el país que más tratados liberalizadores tenga, si su comercio internacional se ha venido enfocando a su frontera con los Estados Unidos?
Si esa es la tendencia, debiéramos replantear nuestra estrategia de vinculación empresarial y tecnológica ubicando a Texas como la entidad objetivo para generar los convenios en diversas áreas de producción y financiamiento. La frase: “Más México en el mundo y más mundo en México” le queda muy grande a los importadores y exportadores localizados en México. El mercado y la distancia les ha estrechado miras, y han cambiado dicha frase por ésta: “Más México en Texas y más Texas en México”.
El modelo liberalizador favorece la concentración de la riqueza en pocos. Esta frase embona correctamente cuando se trata del comercio internacional. El efecto liberalizador no genera una economía diversificada, que es lo que el país requiere con urgencia. Por el contrario, seguiremos observando procesos de concentración espacial debido a que se privilegia el mercado y la tiranía de la distancia.