¿Callar o decir?, una decisión central para terminar con la violencia

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Opinión de Cirila Quintero Ramírez Profesora-Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 12 de diciembre de 2013

En la administración pasada, el presidente Calderón pidió “no hablar mal de México”. También los principales medios de comunicación acordaron no hablar o no dedicar tanto tiempo a la violencia. Al inicio del gobierno del presidente Peña Nieto, la violencia pareció desaparecer dado las escasas referencias a los eventos violentos que acontecían en el país. Sin embargo, las noticias sobre violencia comenzaron a aparecer en los distintos medios de comunicación. A pesar de las evidencias, se persiste en no hablar de la violencia.

 

Esta petición es tanto para los ciudadanos como para los gobernantes. Recientemente, la alcaldesa de Matamoros fue sancionada duramente por los medios de comunicación regionales y por las instancias gubernamentales, por su declaración de que Matamoros vivió el 3 y 4 de noviembre una jornada violenta, por recomendar extremar precauciones y no salir a la calle si no se tenía nada que hacer. Los medios regionales consideraron que declaraciones como ésta sembraban más el miedo entre la población.

 

El Gobierno Federal conoció lo expresado por la alcaldesa a través de los reporteros, quienes tergiversaron en parte sus declaraciones, al decir que había dictado “un toque de queda”, cuando sólo sugirió no exponerse dado la difícil situación que se vivía. La respuesta gubernamental fue que estas declaraciones se derivaban del desconocimiento de las acciones que el Gobierno Federal estaba implementando en la frontera tamaulipeca y como éstas habían disminuido la violencia en el Estado. La respuesta era cuestionable para la población de Matamoros y Reynosa, dado los eventos violentos que experimentaron y de los que informaron la prensa local e internacional.

 

Así pues, ¿por qué negar que tenemos espacios violentos y no reconocer que aún no se ha podido controlar la violencia?, o reconocer que quizá las medidas implementadas no han sido las más adecuadas o que les falta algo. Por ejemplo, aparte de militarización se necesitan políticas de empleo, de estrategias para la recuperación de espacios públicos para los jóvenes, de acciones para garantizar el traslado seguro al trabajo, a las escuelas, que contribuyan a recuperar la tranquilidad de los que vivimos en estos espacios. Negar lo que es evidente no soluciona los problemas, y sí, por el contrario, alimenta los rumores que corren de boca en boca y distorsionan los hechos, o bien convierten la información de las redes sociales en verdad absoluta, cuando ésta puede estar sesgada.

 

Eso sí puede aumentar el temor y miedo social. Es mejor informar desde una fuente gubernamental de lo que está pasando y cómo se está actuando. Dando una información transparente no sólo en cuántos militares o policías llegaron a nuestras ciudades, sino cómo la actividad económica, los empleos han aumentado, de cómo los crímenes han disminuido, eso sí ayudaría a evidenciar que vamos en la ruta correcta.