[:es]Este es otro día soleado de otoño, de maples japoneses con hojas rojas brillantes que contrastan con un cielo azul límpido. El hermoso escenario, sin embargo, no parece aliviar el sentimiento de angustia, confusión y derrota de muchos; sentimiento que ya lleva una semana, y se inauguró desde que se supieron los resultados de las elecciones.
Llegué hace dos meses a la Universidad de Stanford con la finalidad de pasar mi año sabático; la recepción de mis anfitriones no pudo haber sido más gentil, cálida y solidaria. Con todo, me pareció curioso que tan cerca de las elecciones, como entonces nos encontrábamos, no se hablara de lo que pasaba. Quizás estaba en el lugar equivocado del campus, razoné, y para no romper las formas, no pregunté, ni siquiera después de que los debates se llevaron a cabo. El pulso de las elecciones sólo lo sentí en una ocasión que fui al supermercado y noté una camioneta 4×4 con una calcomanía en apoyo a Trump.
Fue el jueves anterior a las elecciones, donde por casualidad mi anfitrión fungió como orador improvisado en una comida a la que asistí, que por fin escuché analizar el tema de las elecciones de una manera clara y contundente. Me quedé fría cuando se dijo que la elección estaba muy reñida y no se podía predecir un ganador; por lo visto no fui la única que se sorprendió, dado que en ese momento se aposentó sobre nuestras cabezas una nube de pesimismo. Ya de regreso a la oficina le pregunté a mi anfitrión la razón del silencio y me contestó que habían preferido callar por vergüenza de como se habían desarrollado las campañas, y me expuso otros elementos de las elecciones que no hicieron sino sembrarme más preocupación. Con todo, debo agradecer que esa disposición me permitió entender el resultado y no ser arrasada por un shock profundo; aunque el espanto si me inundó alrededor de las 10:00 de la noche del martes 8 de Noviembre cuando vi que Trump ya tenía 266 distritos electorales en la bolsa.
Al día siguiente si di fe de la incredulidad que arrasó a los de la oficina, incredulidad que ha sido acompañada por tristeza y enojo en los días siguientes. Y en tanto, nos vamos enterando con horror de los ataques a las minorías en algunas ciudades, de las últimas chapuzadas y nombramientos potenciales. El viernes pasado una joven china, estudiante de mi anfitrión, me comentó, un tanto incrédula, que había recibido un mensaje de correo electrónico de las autoridades de la Universidad donde le invitaban a denunciar cualquier acto de intimidación que sufriera, viniera de quien viniera. Si he de ser justa también tendría que agregar que estoy viendo como un ánimo combativo y solidario se está alzando para enfrentar lo que podría venirse. Lo cierto es que el futuro es incierto.
Y mientras tanto en México… el presente ya se dibuja incierto, y no solo por los resultados de las elecciones aquí, sino por las muchas razones allá, que abarcan desde gobernadores saqueadores, linchamientos, recortes a Ciencia, hasta alzas a gasolina y luz…. ¿veremos también allá el surgimiento de un ánimo combativo?
Dra. Gabriela Muñoz Meléndez
El Colegio de la Frontera Norte
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