Brevísima descripción del abrojo

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Opinión de Jesús Pérez Caballero Investigador de El Colegio de la Frontera Norte

martes 19 de noviembre de 2019

Un abrojo o ponchallantas son dos trozos metálicos -preferentemente acero- de unos diez centímetros de largo y tres centímetros de grosor. Soldados por donde están a punto de formar una L y tan doblados como para quedar erguidos, la trampa se sostiene sobre tres patas, en geometría molecular tetraédrica de, por ejemplo, el metano, y en ostensible diferencia con las dos patas del Odradek, el ficticio bicho -entre estrella y ovillo- imaginado por Kafka, siempre débil (en contraste con la solemnidad juguetona de su voz). Gracias a su solidez, el abrojo presenta la cuarta pata que permanece hacia arriba y poncha la rueda de la víctima.

Si presionamos el punto G de Google, comprobamos que estos objetos se han usado en casi toda la república, aunque a veces con otros nombres. Son “estrellas con puntas” para medios de Aguascalientes; “púas” (Ciudad de México); “estrellas pincha llantas” o “varillas soldadas” (Guanajuato); “clavos en forma triangular, debidamente soldados” (San Luis Potosí); “puntas” (Sinaloa); “estrellas poncha llantas” (Tamaulipas); o “estrellas metálicas hechizas” (Zacatecas).

En España son abrojos; taxistas los lanzaron en una manifestación contra Uber (El Español, 12/7/2019). El nombre proviene de la planta Tribulusterrestris, con espinas llamadas mericarpios –los parecidos al ponchallantas-, que dañan pies descalzos e incluso ruedas de bicicletas (“Tribulusterrestris”, Wikipedia en español). En Hispanoamérica son “miguelitos”, por Miguel Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, que instó a usarlos en movilizaciones políticas de los sesenta: “instalación de ‘miguelitos’ en las calles para obstaculizar los patrullajes nocturnos” (The Clinic.cl, 15/3/2013; La Voz.com.ar, 8/9/2015).

En la antigua Roma tomaban nombres como murexferreus -“hierro puntiagudo”- o calcitrapa -“trampa para los pies”, en referencia a plantas como el abrojo- (“Abrojo (arma)”, Wikipedia en español). Esta variante del Odradekes, pues, universal. Por ejemplo, en Japón, las estrellas ninjas son tales, pero más ligeras y usadas de modo arrojadizo. O en EEUU, además de la función bélica –con mejoras como un agujero que deje salir el aire para asegurar el deshinchado-, son emblemas de varias instituciones armadas, por su utilidad en operaciones encubiertas o de sabotaje (“Caltrop”, Wikipedia en inglés).

Al menos rudimentariamente, es sencillo fabricarlos. En web sanarquistas -de derechas o de izquierdas- enseñan a cortar mallas metálicas y reciclarlas en tales objetos. También hay usos industriales, por fuerzas de seguridad o por asaltantes sofisticados. En la película Heat (Michael Mann, 1995), unos atracadores despliegan abrojos encadenados entre sí, que forman una liana de ponchallantas y consiguen detener a varios coches policiales. Industrialmente, suelen ser planchas de plástico trasladables, con los abrojos adheridos. Ponchallantas empotrables y para cubrir una superficie amplia, normalmente con colores cálidos, como rojo, naranja o amarillo, quizá para rebajar el estrés de la espera del enemigo en el retén oficial.

En Tamaulipas sé de dos variantes. La de Reynosa, con varillas corrugadas de acero, de las que sostienen los edificios -las que vemos cuando una casa se está construyendo o cuando está en ruinas y sobresalen, retorcidas, de los cascotes-. Para doblar las varillas puede usarse una máquina o trampas aseguradas sobre mesas y, como palanca, un tubo. Para cortarlas, sirve la maquinaria habitual para el tratamiento de metales.

La otra variante es de clavos soldados, vista en Matamoros. Es más delgada –los clavos quedan muy rígidos- y requiere que se afilen bien las puntas. Podría fallar contra algún vehículo pesado y con un blindaje especial. Sin embargo, al pesar menos, se trasladan con mayor facilidad y, para el uso de particulares contra particulares, basta.

Dr. Jesús Pérez Caballero

El Colegio de la Frontera Norte