Existen planteamientos aceptados por la generalidad de las personas que en la actualidad la adolescencia debe ser considerada la fase de la vida que la población se encuentra entre la niñez y el comienzo de ser un adulto. En este período se presentan cambios peculiares entre los que destacan los de tipo fisiológicos, psicológicos, familiares y sociales que llevan a estas personas a situaciones de riesgo originándose a la vez patologías temporales que potencialmente pueden ocasionar graves dolencias y hasta la muerte. Al respecto de la referida problemática se destaca el embarazo temprano.
El descenso de los niveles de la fecundidad está generalizada en los estados de México, presentándose el ritmo de descenso de este indicador donde se está manifestando la heterogeneidad regional en el país al respecto, en lo que puede estar incidiendo el repunte de la fecundidad adolescente, ello se manifiesta básicamente en los estados mexicanos de la frontera norte posiblemente en mayor grado en Baja California por su cercanía e intenso tránsito de personas desde el más avanzado vecino del Norte (Estados Unidos de Norteamérica)y con ello la extensión de ideas más permisivas de la sexualidad juvenil y mayor preparación para asumir ello con menores riesgos o consecuencias.
Las decisiones sexuales y reproductivas se definen como las capacidades subjetivas y sociales que tienen las personas para negociar y adoptar medidas que permitan ejercer sus derechos a la vida placentera, libre de discriminación y violencia. Al tener un hijo no deseado en la adolescencia este tiende a ser desatendido por la madre o peor aún rechazado, pudiendo carecer este de bienestar emocional y psicológico y llegando a crecer con problemas de adaptación o conducta
Generalmente el embarazo en la joven es sorpresivo para la familia que asume los costos de la manutención, pero en no pocos casos se desentiende del nuevo problema económico creado, lo que puede convertirse en otra fuente de preocupación, ansiedad y estrés que condiciona soledad, tristeza y depresión, con lo que se altera su carácter y se le hace difícil controlar sus emociones.
Relacionado al embarazo adolescente y la pobreza interactúan otros determinantes sociales como las condiciones socioeconómicas desfavorables, exclusión social y patrones culturales en las prácticas sexuales y reproductivas que han influenciado la vida de las niñas y mujeres adolescentes, y que como resultado limitan las oportunidades de realización personal y expectativas propias y socialmente adquiridas.
Resulta imperioso atender en nuestra región la problemática tratada por la alta incidencia del embarazo temprano, así de los 16 millones de adolescentes que tienen hijos en el mundo en el 38% (6.08 millones) se registran en América Latina. En igual sentido es preocupante los graves problemas que ello significa para los jóvenes, particularmente los aquí analizados vinculados a aspectos sociológicos, sociales familiares, y escolares con la atención desde el plano individual y de las instituciones gubernamentales.
Se debe considerar que el embarazo adolescente no deseado ni planificado es un gran problema que necesita una preparación desde el punto de vista personal e institucional que requiere de un tiempo adecuado considerando que en el ciclo de vida de las personas se debe hacer hincapié en que la adolescencia y embarazo no deben coincidir.
Es urgente la implementación de acciones y medidas efectivas para su prevención; por ello se hace necesario el diseño y puesta en marcha de políticas y programas de intervención social integral que permitan actuar sobre esos determinantes sociales desde una agenda compartida entre sectores. A partir de lo tratado fue posible identificar cinco estrategias:
- Reforzar e implementar leyes que protejan las niñas y adolescentes.
- Mitigar el daño y efectos negativos de largo plazo ocasionados por los estereotipos de género, a través de la acción colectiva interinstitucional.
- Construir ambientes seguros para los niños y las niñas de 10 a 14 años de edad, desde el reconocimiento de sus principales vulnerabilidades.
- Capitalizar el alto potencial de la tecnología y la comunicación para construir ello en la sociedad.
- Fortalecer la coordinación intersectorial y crear sinergias entre los presupuestos para amplificar el impacto de las intervenciones. Para lograrlo, se requiere entonces fortalecer la acción interinstitucional alcanzando con ello las metas planteadas.
Dr. Humberto González Galbán
El Colegio de la Frontera Norte