Opinión de Blanca García Profesora- Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 9 de mayo de 2013

En un ejercicio de lo que algunos observadores calificarían de participación social extensiva, nuestro país está a 24 meses de concretar la transición hacia la Televisión Digital Terrestre (TDT) en una mayoría de hogares mexicanos. Este apagón analógico es una iniciativa ambiciosa y con tintes inclusivos en el que nuestro gobierno convoca a participar, por la naturaleza tecnológica del proyecto, a más de 100 millones de mexicanos. Es, sin duda, una convocatoria de participación sin precedente.

De concretarse el apagón en los tiempos planeados, las ventajas e impactos de la televisión digital irían más allá de una buena visualización de imágenes para los usuarios. Trae consigo la posibilidad de optimizar (y también de centralizar y controlar) los recursos mediáticos que el Estado administra para la sociedad mexicana: el espectro radioeléctrico total (http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9179422). La iniciativa vislumbra promover el impulso a nuevos servicios para los consumidores, nuevas formas de interactuar con los usuarios finales y también la entrada a nuevos competidores, posiblemente con una mejor oferta de servicios. Si suponemos que la comunicación mediática resulta cada vez más un ingrediente indispensable en la construcción de comunidades, entonces la iniciativa resulta de alto valor social.

Ruta crítica

Sin embargo, la digitalización a escala nacional tiene un camino largo por recorrer. El acuerdo por el que se adopta el estándar tecnológico de TDT en México fue publicado el 2 de julio del 2004. En dicho acuerdo, el calendario establecido para decretar el apagón analógico en todo el país iniciaría en la frontera norte: con Tijuana como ciudad piloto el 16 de abril de 2013. Al apagón en Tijuana seguirían este mismo año los de Mexicali, Ciudad Juárez, Monterrey, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, en el mes de noviembre. Más ciudades del centro de México se unirían a la digitalización en noviembre de 2014 (incluyendo la capital) y se completaría la etapa nacional con más de 30 ciudades en norte, centro y sur del país en noviembre del 2015 (ver http://www.tdt.mx/tdt/).

Pero la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), en su calidad de órgano regulador del sector, ya realizó un ajuste a la fecha de terminación de las transmisiones analógicas de la televisión abierta en Tijuana del 16 de abril al 28 de mayo próximo. Las razones para ello se han informado en varias versiones (http://eleconomista.com.mx/industrias/2013/03/13/cofetel-aplaza-apagon-a…). Por un lado Alfonso Vázquez, director comercial de Teletec, aseguró que el pasado 13 de marzo la empresa a su cargo alcanzó el nivel de penetración de la TDT requerido, habiendo instalado 192 mil 060 decodificadores, de un objetivo de 200 mil hogares que estableció la Cofetel. Sin embargo, ésta señala que aún no se cuenta con evidencia documental que permita concluir que se ha incrementado la penetración requerida de la TDT en Tijuana, y por ello determinó el retraso. (http://www.elfinanciero.com.mx/component/content/article/45/13531.html).

Sin duda la Cofetel y otras entidades participantes tienen tarea pendiente al respecto. Mientras tanto, como usuarios cabe preguntarnos: aparte de conseguirnos con cargo a nuestra cuenta nuestro receptor digital, ¿qué otros cargos asumiremos después del apagón? Con el apagón, ¿qué otras cosas suceden?