A más de 100 días de encierro por la pandemia COVID-19 y una serie de limitantes de contacto físico con familiares y amigos, así como una constante incertidumbre por sobre bienestar a futuro. Es importante hacer reflexiones sobre qué es lo que nos está dejando la pandemia, no sólo a nivel familiar sino respecto a nuestro actuar con el medio ambiente al que tanto deseamos regresar. Una primera lección que yo tuve de todos estos eventos mundiales, es la alta vulnerabilidad que tenemos como seres humanos ante los virus, cuyo tamaño oscila entre 10 a 100 nanómetros (1 e-7 cm), por eso no se puede ver, además su estructura es simple y con alta adaptabilidad, lo cual le permite penetrar a las células de nuestro cuerpo para multiplicarse e infectarlas a tal grado que daña primero el sistema respiratorio y después el resto de órganos hasta ser letal, además de altamente contagioso, al grado de temerle mundialmente.
Otra lección, que nos deja la pandemia es que el planeta, los ecosistemas y otras especies pueden seguir sin nosotros e incluso estar en una mejor condición. Tal hecho, se hizo evidente al momento del encierro y con ello la disminución de vehículos, que a su vez dio baja en las emisiones de gases efectos invernadero (GEI). Además, de la disminución de residuos sólidos, ruido y ocupación de espacios públicos, entre otros efectos benéficos para el ambiente. Tal hecho, se hizo evidente en distintas ciudades del país y del mundo cuando veíamos osos, jabalís, pavos reales, entre otros muchos animales, que fueron recuperando los territorios perdidos. Aunque, paradójicamente, también aparecieron otras especies indeseables como ratones, ratas, cucarachas, etcétera, que al no encontrar todos alimento que tirábamos en la calle y ahora salieron en busca de comida.
Otra reflexión hecha fue la valía de los pequeños espacios verdes sea jardines propios, plazas o parques cercanos a nuestra calle, colonias o barrios, que resultaron ser los lugares más apreciados en estos momentos, para al menos respirar más allá del hogar, para hacer intentos de caminatas improvisadas que permitan disminuir el estrés y tensión por el uso de cubrebocas para evitar el contagio. Lo que me di cuenta que estos espacios verdes que antes no notábamos o considerábamos, ahora parecen ser valiosos porque extrañábamos el aire o lluvia que caída en nuestra cara o incluso sentarnos en el pasto o debajo de un árbol. Esto porque preferíamos ir a caminar al centro comercial para comprar en ocasiones objetos que no necesitábamos.
Es claro que quizás, ustedes lectores pudieron haber hecho una reflexión o actividad mucho más profundas que las mías en su confinamiento o ¿quizás no? Si es lo primero, ¡felicidades! Si es lo último, aún hay tiempo para iniciar con una reflexión o una acción en pro del ambiente y disminuir estrés, sugerencias hay muchas como la clásica de separar los residuos, reutilizar material que generamos como latas, envases, etcétera o iniciar una pequeña composta en casa. Algo que resulta más simple, adoptar una planta en maceta, que permite ver lo extraordinario de la vida cuando esto ayuda a reducir el estrés.
Sería muy interesante saber ¿qué hizo o ha hecho usted durante este confinamiento sea en familia o solo?, ¿el encierro le llevó alguna reflexión sobre su entorno o sobre su papel como otras especies más en el planeta? Y ¿Qué acciones pequeñas o grande realizó para mejorar su entorno?
Finalmente, creo que lo importante de todo lo sucedido durante esta pandemia nos lleva a reconocer la valía del planeta y la naturaleza, y de lo poco que hacemos en pro del medioambiente. Si logramos reflexionar un poco sobre todo esto, cuando volvamos a la realidad podremos apreciar y disfrutar la vida, así como los pequeños detalles que la naturaleza nos regala. Una frase que les diría recuerde y dijo Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. ¿Qué resultados ambientales y de salud esperaría que con sus acciones cambiará cuando regrese?
Dra. María Eugenia González Ávila
El Colegio de la Frontera Norte