Opinión de Víctor Alejandro Espinoza Valle Investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte de El Colegio de la Frontera Norte

miércoles 16 de enero de 2013

“El pan sin levadura o ácimo es el más sencillo de producir. Es el pan que se elabora sin levadura con harina integral y sin grasas, resulta más saludable que los panes blancos que se elaboran con harinas refinadas y que suelen recurrir a grasas como aceite o mantequilla”. Hasta aquí la definición que nos proporciona la Internet. El pan sin levadura sería más saludable porque no produciría adiposidades derivadas de la grasa. En resumidas cuentas sería más nutritivo.

Sabemos que no es nada extraordinario que los partidos políticos publiciten cifras altas de sus padrones de afiliados. El contabilizar a miles o millones de miembros entre sus filas tiene varios significados: muestra el supuesto poder de convocatoria de una fuerza política; es útil para que los liderazgos publiciten clientelas que les permitan espacios, candidaturas y cargos al interior y al exterior del partido, entre otras. No es infrecuente que los partidos y las organizaciones ignoren los alcances de su membresía.

Para algunos miembros formales de partidos, su pertenencia les es indiferente; no pagan cuotas, no asisten a reuniones y en general no tienen ningún tipo de derechos u obligaciones. Sólo son requeridos durante las campañas electorales. En las últimas semanas hemos sido testigos de los esfuerzos del Partido Acción Nacional por revisar el padrón de sus militantes. Ese ejercicio fue considerado por muchos como inoportuno, después de la debacle de la elección del 1 de julio.

Después de una derrota  de la magnitud de la acontecida al PAN, en la que su candidata cayó al tercer lugar de las preferencias y con un partido fracturado, la dirigencia nacional encabezada por Gustavo Madero decidió embarcarse en un ejercicio de refrendo de su padrón. Una apuesta muy atrevida precisamente por la coyuntura por la que atravesaba. Normalmente después de una estrepitosa derrota hay una desbandada de militantes, sobre todo de aquellos que se habían enrolado de manera convenenciera para lograr integrarse al gobierno; pero después de la alternancia se busca la chamba integrándose al partido en el poder.

Ha habido una verdadera danza de cifras en torno a los resultados del ejercicio de refrendo panista. Van desde la afirmación que hubo un descenso del 80 por ciento del padrón, equivalente a 1 millón y medio de militantes, a otras donde se habla del 89 por ciento. Lo cierto es que hay demasiada imprecisión en los datos. Bien haría la dirigencia del PAN si subiera en su sitio de Internet las cifras del antes y después del refrendo. Eso evitaría especulaciones. Lo que se puede leer en la página oficial de Acción Nacional es que a la fecha hay un total de 354 mil 490 militantes o activos y 1 millón 514 mil 252 adherentes; para un gran total de 1 millón 868 mil 742 miembros de Acción Nacional. Por entidades, es en Jalisco, Estado de México y Veracruz donde hay más activos y adherentes. En el caso de Baja California, un estado emblemático donde este año habrá elecciones para renovar todos los cargos incluyendo la gubernatura, y en el que el PAN gobierna desde hace ya casi 24 años, se reporta una membresía total de 8 mil 780 activos y de 20 mil 543 adherentes.

Acción Nacional optó por un esquema de militancia sumamente abigarrado que deberá revisar. El miembro activo es sujeto de pleno derecho: puede ocupar cargos en la estructura del partido y ser postulado a cargos de representación popular. El adherente está afiliado al partido pero no tiene actividad partidista ni puede ser postulado como candidato: se encuentra en el limbo. Considero que este tipo dual de adhesión a un partido corresponde más a una idea de partido anclado en la tradición de los viejos partidos comunistas donde se trazaba una ruta que iba del simpatizante, pasando por el adherente y por fin se llegaba a ser militante.

Acción Nacional deberá redefinir su papel como partido de oposición y distinguirse claramente del PRI. Desde el gobierno de Miguel de la Madrid, las diferencias se fueron borrando. Hoy, requiere encontrar su nueva identidad si quiere continuar vigente y gozar del apoyo de buena parte de la sociedad. Pero debe empezar poniendo orden al interior de su casa. Una vía es la autocrítica y meter en cintura a todos aquellos que medraron con el poder; hoy no lo tiene y es un momento oportuno para hurgar en sus orígenes y retomar la visión democrática que distinguió a los verdaderos doctrinarios que anteponían las ideas al simple pragmatismo.

Artículos anteriores:

Enero 08, 2013 – Oportunidad

Enero 01, 2013 – Lo que fue y será

Diciembre 25, 2012 – Instituto Nacional Electoral

Diciembre 18, 2012 – Entre las piedras cortadas

 

 

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