La mayor parte de mis estudios están concentrados en el norte de México, sin embargo, mi primera investigación, a mediados de los ochenta, está dedicada a la historia agraria de Morelos, mi estado natal, y tengo una deuda pendiente con mi entidad en cuanto investigación social, que espero retribuir en algún momento. Sigo las noticias de Guerrero desde hace tiempo porque igual que Morelos, la violencia se ha enseñoreado en esas tierras. La inseguridad, la criminalidad, los asesinatos, los feminicidios y toda clase de hechos violentos, se ha extendido a todos los rincones de sus municipios, sin que sus gobernadores hagan nada. Los morelenses y guerrerenses padecemos de lo mismo: de la ineficiencia y apatía gubernamental, hacia los problemas que atención de los problemas que enfrentan la ciudadanía. En ambos estados reina la impunidad del crimen común y organizado, la población local está a su merced. Entre esta inseguridad, llama la atención Acapulco, que, hasta principios de 2023, era considerada la segunda ciudad más violenta en el mundo, ( https://www.infobae.com/mexico/2023/01/17/acapulco-la-segunda-ciudad-mas-violenta-del-mundo-suma-mas-de-35-homicidios-en-2023/). La violencia no es nueva en el puerto, se considera que, desde hace 15 años, en que era gobernado por el perredista Zeferino Torreblanca, la violencia se agudizó. La situación no ha cambiado, por el contrario, ha empeorado, a pesar del cambio de partido político. Los criminales han atacado abiertamente ya no solo a la población sino a la policía, el pasado 23 de octubre fueron asesinados 13 policías en Coyuca de Benítez, https://elpais.com/mexico/2023-10-24/masacre-en-la-costa-de-guerrero-13-agentes-asesinados-entre-ellos-el-jefe-policial-de-coyuca-de-benitez.html. Un crimen que lastima a la sociedad no solo guerrerense sino mexicana, dado que se pregunta: ¿en quien confiar cuando matan a los mismos que deberían proteger a la sociedad?
Recientemente, igual que en la frontera y que en muchas partes, se había incrementado la extorsión entre humildes comerciantes, vendedores de aguas frescas o de comida, a quien incluso habían matado por “no pagar derecho de piso”, esto acontece porque ninguna autoridad local, nacional o federal pone un freno, ni castiga a los criminales Se carece de una política social que confronte la criminalidad a pesar de la relevancia económica que tiene como destino turístico Acapulco. El puerto es el sitio playero por excelencia, muchos mexicanos, sobretodo de la clase baja y media, conocimos el mar en Acapulco. El puerto a diferencia de otros espacios turísticos de categoría bussiness, como Cancún o Los Cabos, tiene opciones para todo tipo de turistas, desde la más humilde familia que solo pueda acampar en la playa, hasta el turista que quiera el resort más elegante y lujoso.
Empero, no solo es el mar, sus playas y sus bellezas naturales de Acapulco, lo que atrae al turista sino la atención de sus habitantes ante el turismo. Existe entre los acapulqueños una atención desmedida hacia el turismo porque de ellos dependen sus ingresos familiares, como me decía un taxista en el 2018: “qué bueno que nos visiten, necesitamos que vengan a visitarnos, esos ca…de los malos han ahuyentado el turismo, pero nosotros necesitamos que vengan porque de ustedes comemos” Así pues, la inseguridad, el crimen, no solo atosiga a los habitantes del puerto sino que les cierra sus fuentes de empleo, sumiendo aún más en la precariedad a mucha de la población vive. Conocemos el Acapulco turístico, pero no su vida diaria cotidiana, especialmente de las condiciones precarias en las que viven muchos de los que nos prestan sus servicios a la hora de visitar el puerto. Existen muchas colonias en la periferia o en zonas ejidales que no cuentan con servicios básicos y trabajan en la economía informal, sin ningún derecho laboral. Ciudad Renacimiento es un ejemplo de este olvido social. Tampoco se conoce mucho del crecimiento que ha tenido la ciudad sobre las zonas ejidales, algunas de ellas verdaderos depósitos naturales de agua, donde se han creado vivienda de interés social para la clase media, que sin reunir los requerimientos para ser urbanizados, y con la complacencia de las autoridades encargadas de su aprobación, se han construido infinidad de fraccionamientos, que dada su ubicación en zona de riesgo han experimentado fuertes inundaciones, la última en septiembre de 2013, cuando el agua subió hasta un metro de altura, en algunas viviendas, y las familias mismas, sin ayuda de nadie, tuvieron que recuperar su patrimonio.
Desde esta contextualización, lo acontecido el pasado 24-25 de octubre con la entrada del huracán Otis que paso de una categoría de una categoría de 1 a una categoría 5 en tan poco tiempo, Acapulco ha quedado devastado. El violento azote que sufrió el puerto es de horror y preocupación. Las primeras imágenes que circularon de la destrucción del lujoso hotel Princess y la exclusiva Zona Diamante, que cuenta con las vías de comunicación más cuidadas y los negocios de más alto costo, eran impresionantes, (https://www.facebook.com/watch/?mibextid=UXglBzUGR4uSUZqd&v=637286718578101).
Los que conocemos Acapulco más de cerca, nos preguntábamos, si así quedaron los que cuentan con todos los servicios y recursos, ¿cómo quedaría la población común, la que colonias tradicionales, las de la periferia?. Las imágenes de esas zonas tardaron en ellas, dado la caída de los servicios básicos, (https://www.facebook.com/100067947198955/posts/657533356521565/?mibextid=UXglBzUGR4uSUZqd), y son preocupantes, el fenómeno natural no solo arraso con sus casas sino con sus instrumentos de trabajo, algunos perdieron sus pequeñas lanchas en las que laboraban. Por otra parte, la fuente fundamental de empleo, de los acapulqueños, está deshecha, de acuerdo a las estimaciones gubernamentales el 80% de la infraestructura hotelera quedo destruida, (https://www.eluniversal.com.mx/nacion/huracan-otis-afecto-80-de-hoteles-en-acapulco-reporta-la-gobernadora-de-guerrero/). El gobierno federal ya ha hecho acto de presencia y ha ofrecido sacar a los turistas del puerto, por su parte la gobernadora ha expresado que la industria hotelera se recuperará y se levantará. En ninguna parte de los discursos, he leído un plan de rescate para la población común, para sacarlos de sus hogares inundados, para recuperar sus enseres más básicos, y sobretodo brindar apoyo para actividades que les ayude a llevar el sustento diario a sus hogares. La industria hotelera y turística importa, pero más importantes son las familias acapulqueñas, ellas deberían ser las que ocuparan las primeras páginas de atención en este momento tan aciago, esperemos que así lo entiendan las autoridades.