Nuevo Laredo: ¿no pasa nada?

Regresar a Columnas de opinión

Opinión de Cirila Quintero Ramírez Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

jueves 17 de marzo de 2022

Si uno lee las noticias recientes sobre el Norte de México, lo que más destaca es la aprehensión del ex-gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, acontecido el 15 de marzo. Empero pocos medios han cubierto, la jornada tan violenta que vivieron los habitantes de Nuevo Laredo entre el 14 y 15 de marzo de 2022. De acuerdo con una muy buena cobertura de lo acontecido: el 14 de enero, en Nuevo Laredo se vivieron más de 30 enfrentamientos entre  grupos del crimen organizado, particularmente el denominado Cártel del Noreste, y la guardia nacional, https://www.youtube.com/watch?v=AWOJS_iV_9A). en virtud de la detención de su líder Juan Gerardo Treviño “El huevo”. El cuál ya fue entregado a Estados Unidos, lo que se considera un gran triunfo en la lucha contra el crimen organizado, https://www.bbc.com/mundo/noticias-60756422

Sin embargo, mientras que la aprehensión y entrega de este líder fue noticia a nivel nacional, muy pocos cubrieron lo que la población neolaredense vivió en esos días. Un corresponsal local que lo vivió de cerca expresaba que: los niveles de armamento y detonaciones que se escucharon podrían equipararse a las usadas en la guerra de Ucrania y Rusia. La comparación podría sonar exagerada, sin embargo, los que hemos vivido esos enfrentamientos, en Tamaulipas, Sinaloa o Michoacán, sabemos que eventos como esos son similares a un conflicto bélico. En esos enfrentamientos, la población queda apresada en los espacios en donde les toque la balacera. En Matamoros, lo experimentamos en el año 2010, con un enfrentamiento en 15 lugares de la ciudad https://www.jornada.com.mx/2010/11/06/politica/007n1pol , durante la captura y muerte del dirigente del Cártel del Golfo, Tony Tormenta. En ese evento, la que suscribe y compañeros de trabajo nos mantuvimos encerrados desde el mediodía hasta las 7 de la noche, en que pudimos salir, acompañándonos en nuestro camino,  y con mucho temor, regresamos a casa, esperando que no quedar envueltos en una nueva balacera.  Desde el espacio en donde estábamos oímos toda clase de detonaciones e incluso explosión de artefactos, cuya existencia resultaría impensable en un país democrático y en paz. En ese momento, nos asemejamos a lo que estaba aconteciendo  en Afganistán.  

Sin embargo, a pesar de la envergadura de ambos eventos, y de que la vulnerabilidad en la que quedamos la población de estas localidades, dado que los enfrentamientos se registran en toda la ciudad, ninguna autoridad acudió o dio una explicación de lo que había acontecido. El rumor, los testimonios y las imágenes, distribuidas por las redes, se convirtieron en las fuentes principales de información. La noche de noviembre de 2010, permanecimos atentos a los medios de comunicación que informarán  sobre lo que había acontecido en Matamoros, queríamos conocer porqué había acontecido, el número de muertos, etc, sin embargo, no hubo informe alguno, al igual que ahora con Nuevo Laredo.  Ni el gobernador saliente, Eugenio Hernández, ni el recién gobernador nombrado, Egidio Torre, dieron explicación alguna. El último gobernaría durante el período de mayor violencia en Tamaulipas, en ese tiempo, la ciudadanía fue dejada huérfana y a expensas de los enfrentamientos al interior del crimen organizado y con fuerzas gubernamentales, como una forma de dar cuenta de este alejamiento que el gobernador tenía de la violencia que vivía el estado, y derivado de una respuesta que él dio a los medios de información, se acuño la frase, de que cada vez que se le preguntaba sobre que estaba pasando en Tamaulipas, contestaba “no pasa nada”.  El gobierno federal, entonces encabezado por Felipe Calderón, tampoco dio explicación alguna.  En el caso reciente de Nuevo Laredo, sucedió lo mismo. La violencia desenfrenada que aconteció en esta ciudad parece no haber existido.  Más aún, como una ceguera y negación a lo acontecido en Nuevo Laredo, en una visita a Matamoros, el 16 de marzo, el gobernador  presumió los avances en el control de la violencia. La pregunta sería: ¿Por qué la negación, y sobre todo, la falta de compromiso gubernamental, ante la ciudadanía, para responder y responsabilizarse de lo que está aconteciendo en lugares con azotados por la violencia?  Creo que el mundo en el que se mueven los gobernantes, no es para nada el mundo real en que nos movemos los ciudadanos comunes y de a pie. 

Negar que no pasa nada en Nuevo Laredo es refutado por los daños materiales percibidos en algunos edificios tan relevantes como el Consulado de Estados Unidos que fue atacado, así como el Consulado y el mismo edificio de la SEDENA, https://www.eleconomista.com.mx/politica/Atacan-Consulado-de-EU-e-instalaciones-de-la-Sedena-en-Nuevo-Laredo-20220314-0041.html. También lo cuestiona el estado de estrés que se experimenta entre la población ante el posible de un nuevo enfrentamiento, dado la captura de su líder y que sin dudad desatará nuevas confrontaciones por el control de una región estratégica como Nuevo Laredo, https://www.eleconomista.com.mx/politica/Buscaria-CJNG-expandirse-en-frontera-norte-tras-aprehension-del-Huevo-lider-del-CDN-20220316-0006.html pero sobretodo decir que “no pasa nada” es no querer asumir la responsabilidad que se tiene de brindar seguridad a la ciudadanía.

Dra. Cirila Quintero Ramírez

El Colegio de la Frontera Norte

Loading