Partido Católico Nacional, historia de continuidad y contradicción

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Imparte conferencia Dr. Ceballos en Academia Mexicana de la Historia

miércoles 21 de mayo de 2014

En su decimoséptima edición el Ciclo de conferencias Historia ¿para qué?, que se realiza periódicamente una o dos veces al año en las instalaciones de la Academia Mexicana de la Historia, en la Ciudad de México, conmemora los eventos ocurridos en torno al año catorce haciendo una revisión de la historia de México desde el siglo XVI hasta la actualidad.
En esta ocasión, el Dr. Manuel Ceballos, miembro de la Academia Mexicana de la Historia e investigador del Departamento de Dirección General Regional Noreste de El Colegio de la Frontera Norte en Nuevo Laredo, impartió la conferencia Los católicos frente al huertismo, 1913-1914, el pasado 7 de mayo, en la cual analizó el papel del Partido Católico Nacional y sus actores en el rumbo que habría de tomar México después de los eventos sangrientos de la Decena Trágica en la que fueron asesinados Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
En entrevista para el Correo Fronterizo, el Dr. Ceballos menciona que el periodo estudiado presenta varios problemas para reconstruir la historia del Partido Católico Nacional pues no se han encontrado los archivos del partido, existe información en archivos de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero lo que más hay son noticias separadas tanto de partidarios como de opositores.
El investigador mencionó que el Partido Católico Nacional, fue un partido muy bien organizado, muy disciplinado, “propiamente el que más merezca el nombre de partido, pero que ha sido desconocido por muchos historiadores”.
En 1908, cuando Porfirio Díaz declara al periodista estadounidense James Creelman que está dispuesto a retirarse de la presidencia e incluso a que se formen partidos, se acelera una movilización de la sociedad mexicana y se forman cuatro, anteriormente eran agrupaciones políticas pero no partidos en el sentido moderno; entre los que se conformaron se hallan el Constitucional Progresista de los reformadores maderistas, el Partido Católico Nacional, el partido de los liberales y magonistas, y el partido de los viejos porfiristas, dijo el doctor.
“Hay un grupo muy politizado y muy activamente partidario de actividades sociales entre los católicos de esa época que viene desde 1891 con la Encíclica Rerum Novarum”.
Las consecuencias de Partido Católico Nacional “fueron gravísimas en la sociedad, pero más grave parece haber sido el silencio de los historiadores sobre un movimiento insólito y significativo”, dijo recordando las palabras de Gabriel Zaid.
El Dr. Cabellos explica que el partido ha sido juzgado sobre una tesis de combate: Luis Cabrera, intelectual carrancista, criticó al partido porque “decía que era el instrumento de los obispos” y fue desmentido por el católico Eduardo J. Correa “diciendo que el Partido Católico se fundó a pesar de los obispos”, ya que sólo unos cuántos estaban de acuerdo con su conformación.
Señaló que lo importante es revisar y buscar criterios históricos fundamentales que dieron origen a los partidos y sus actividades, porque sí gobernaron en esos años: el Partido Católico gobernó Zacatecas, Jalisco –donde tenía la gran mayoría de los escaños en el congreso local–, Querétaro y el Estado de México; y porque la existencia de los movimientos sociales católicos y del partido católico nacional que desapareció en 1915 fue importante para los eventos posteriores.
En 1912, el Partido Católico apoyó la candidatura de Madero, pero escindido: “los católicos del centro del país eran partidarios de De la Barra, pero los de occidente y del norte que eran los más, eran maderistas”.
Ya en 1913, después de los eventos de febrero, Huerta intenta elegirse constitucionalmente como presidente y propone elecciones esperando apoyo del Partido Católico, pero éste lanza como candidato a Federico Gamboa, autor de Santa, y al General Eugenio Rascón como vicepresidente, y con esto se gana la enemistad de Huerta; al proponer un candidato independiente, los carrancistas se disgustaron debido a que vieron el hecho como una legitimación del gobierno de Huerta, explicó el doctor.
Cuando los carrancistas llegaron al poder y se hizo la constitución de 1917, se redactaron artículos “francamente anticatólicos o anticlericales y de ahí derivó la Cristiada, particularmente el artículo 130 que ponía muchas trabas a las actividades de los católicos, desde luego prescribía que ninguna agrupación política podía llevar nombre confesional, se prohibió desde entonces la prensa católica…, trataron de limitar las actividades sociales y públicas de la iglesia católica y en 1925 surgió la ley Calles”, que detonó en el conflicto armado que duró de 1926 a 1929, dijo.
“La historia del partido católico es una historia de continuidad, de contradicción, todavía no la tenemos redondeada y escrita… Es todo una etapa de la historia mexicana que sabemos que existe que hay algo por ahí, pero no sabemos exactamente cómo, cuándo y dónde”, dijo el doctor.

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