Colef Press
A pesar de que nuestra época es considerada popularmente como una de las más pacíficas en la historia de la humanidad, lo cierto es que la violencia en todas sus escalas (incluida le bélica nacional e internacional) no ha dejado de existir. Se puede tomar como ejemplo de esto los conflictos abiertos de manera continua, como el caso de la llamada guerra contra el narco en México, cuyas secuelas se dejan ver en toda clase de aspectos de la vida pública. Asimismo, están los conflictos que enfrentan a dos naciones, como la todavía activa guerra entre Rusia y Ucrania, o para el caso que hoy nos ocupa, el conflicto armado entre Israel y Palestina. Para estos últimos conflictos, por involucrar más de un estado, el tema jurídico se complejiza y se vuelve necesaria la intervención de un tercero que vele, en primera y última instancia, por la vida e integridad de los derechos humanos.
En ese sentido, el Dr. Jesús Pérez Caballero, Investigador por México en la Unidad Matamoros de El Colef, reflexiona sobre el reciente suceso en el que el fiscal de la Corte Penal Internacional, un jurista británico de origen paquistaní llamado Karim Khan, emitió órdenes de captura contra líderes de la organización terrorista Hamás, en concreto contra su líder en Gaza, el jefe militar y el jefe político, así como contra el primer ministro y el ministro de defensa del estado de Israel. Esto a raíz de actividades y actitudes que, a juicio del ministro, pueden ser consideradas plenamente como crímenes de lesa humanidad y hasta de guerra, como la retención deliberada de alimentos y medicinas, a fin de menguar físicamente a las poblaciones civiles, ajenas al conflicto. Tácticas de combate que, en suma, destruyen el tejido social y político de cualquier comunidad.
El inconveniente respecto a esta órdenes de detención, señala el académico, recae en la legitimidad jurídica de la Corte Penal Internacional, a la cual no se encuentran adscrita muchos países considerados potencias mundiales, como Rusia, China o India, siendo que incluso el presidente del primero se encuentra imputado por esta misma corte. Esto, señala el doctor, crea un ambiente de nebulismo jurídico en el que se vuelve complicado ejecutar las órdenes y los castigos, puesto que Israel tampoco se encuentra adscrito a dicha corte, como sí lo está Palestina. Por lo tanto, el panorama de consecución de justicia se vuelve enredoso, y requeriría de intervenciones externas, incluyendo por parte de los países que sí están adscritos a la Corte, para alcanzar una eficaz resolución.
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