Grandes ambiciones, instrumentos imperfectos: Jon Elster y las ciencias sociales

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Colaboración en el Blog de COMECSO, escrita por el Dr. Oscar F. Contreras

jueves 31 de enero de 2013

Hace un par de meses estuvo en México el filósofo, sociólogo y politólogo Jon Elster, invitado por la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey para impartir un seminario sobre racionalidad y ciencias sociales. Llama la atención que la invitación haya provenido del Tecnológico de Monterrey y no de alguna de las grandes universidades con mayor tradición en las ciencias sociales en el país. Y es que Elster es un autor bastante leído en México (o al menos tiene buenas ventas en las librerías) pero al parecer tiene poca influencia en los debates teóricos y metodológicos de las ciencias sociales. Tal vez eso tiene que ver con su temprana adhesión a la teoría de la elección racional, con su persistente defensa del individualismo metodológico (perspectivas que no tienen mucha aceptación en los círculos académicos mexicanos hoy en día), y con su implacable crítica de las modas intelectuales y la charlatanería seudocientífica.

El seminario que impartió en Monterey estuvo dedicado a evaluar la importancia de la teoría de la elección racional para las ciencias sociales y a presentar una teoría normativa sobre la toma de decisiones colectivas. Para los lectores familiarizados con su obra, las exposiciones de Elster en el seminario tal vez no presentaron muchas novedades, pero sin duda fue un privilegio la oportunidad de escuchar a este hombre de 72 años, afable, sencillo, tolerante y extraordinariamente lúcido desarrollar sus ideas a la manera de los antiguos profesores, sin casi ningún apoyo audiovisual y con una concentración y un rigor tales que da la impresión de asistir al proceso de creación de su pensamiento. Al igual que en su obra escrita, uno de los rasgos notables de sus exposiciones es el rigor con que examina sus propias ideas, basado en una amplísima cultura literaria, filosófica y científica que le permite apoyar sus argumentos en las fuentes más heterogéneas e inusuales, desde Pascal, La Rochefoucauld y Toqueville hasta los más recientes descubrimientos de las neurociencias y de la biología evolutiva.

En sus primeras obras Elster emprendió una evaluación del marxismo a la luz de la teoría de la elección racional, en un esfuerzo por discernir el aporte de Marx a la explicación de los fenómenos sociales despojándolo de la metafísica hegeliana y del sustrato funcionalista de su teoría de la historia. Sin embargo, su propia exploración del vínculo entre el individualismo metodológico y la teoría de la elección racional a lo largo de casi 40 años le ha llevado a plantar severas críticas a los enfoques racionalistas, ampliando su propuesta teórica para integrar a la racionalidad junto con las normas sociales y las emociones como las tres dimensiones cruciales de la vida social. En sus obras más recientes (La explicación del comportamiento social, Gedisa, 2010; El desinterés, Siglo XXI, 2011) es claro el proyecto de integración de las tres dimensiones, colocando a la teoría de la elección racional en un lugar menos prominente para dar cabida a las normas sociales y las emociones en la explicación de los fenómenos sociales.

En cuanto a su propuesta metodológica, en el seminario de Monterrey Elster dedicó una buena parte de su tiempo a criticar lo que llama el oscurantismo de las ciencias sociales contemporáneas: tanto el oscurantismo blando, basado en proposiciones no falsables y ajeno a los estándares científicos de argumentación y prueba empírica, como el oscurantismo duro, obsesionado con la formalización matemática y la modelación econométrica. Ejemplos del oscurantismo blando son, de acuerdo con Elster, las teorías del postmodernismo, el funcionalismo (en el que incluye a Bourdieu y Foucault), el psicoanálisis y buena parte del marxismo; en cuanto al oscurantismo duro, su crítica no es nada suave: “pienso que la mayoría de lo que se produce en economía y ciencia política bajo la influencia de la teoría de la elección racional carece de todo valor explicativo, así como de cualquier interés matemático o estético, lo cual significa que carece de valor alguno” (apuntes del seminario).

Hay tres grandes modelos de explicación científica: el modelo causal, propio de las ciencias físicas, el modelo funcional, característico de las ciencias biológicas, y el modelo intencional, propio de las ciencias sociales. Si bien la explicación causal constituye una especie de horizonte normativo, es decir un modelo ideal de explicación en cualquier disciplina científica, en ciencias sociales esta forma de explicación resulta prácticamente imposible de alcanzar, por la indeterminación de los cursos de acción de los agentes y por el pobre conocimiento de los mecanismos de formación de las preferencias. La explicación causal en ciencias sociales resulta una ambición desmedida en relación con los instrumentos de que disponemos. La alternativa, de acuerdo con Elster, es la explicación por mecanismos, capaz de dar cuenta de la intencionalidad del agente y de la indeterminación de los cursos de acción. La ciencia social cualitativa (análisis histórico, estudios de caso) provee muchos ejemplos de explicaciones basadas en mecanismos, que, a diferencia de la explicación basada en leyes, es el tipo más plausible y fructífero de explicación en ciencias sociales.

Tal vez el principal mensaje del seminario de Elster, polémico como la mayor parte de su pensamiento, puede resumirse en las primeras líneas de La explicación del comportamiento social: “La principal tarea de las ciencias sociales es explicar los fenómenos sociales. No es la única tarea, pero es la más importante y a la cual todas las demás deben estar subordinadas”. En el medio académico mexicano gana cada vez más terreno la idea de que las ciencias sociales deben ser evaluadas por su capacidad para generar “conocimiento útil” es decir aplicable en forma de política pública o de instrumentos de intervención. Quizá esta noción resulta tan nociva como las diversas formas de oscurantismo académico, en tanto que socava desde adentro la propia definición de las tareas sustantivas de la comunidad académica de las ciencias sociales.

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