Estudio de pobreza energética aporta datos para disminuir la desigualdad

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viernes 5 de marzo de 2021

Financiado por el CONACYT, el primer proyecto en México relacionado con la pobreza energética es “Pobreza energética y cambio climático en la región transfronteriza de México y Estados Unidos”, coordinado por el Dr. Rigoberto García Ochoa. La pobreza energética es un concepto que tuvo origen en un contexto europeo, a raíz de las primeras crisis mundiales del petróleo durante los años setenta. Surge en el imaginario social del Reino Unido, primeramente conocido como pobreza de combustible. Sin embargo, gracias a la evolución de su teorización en el resto del continente, el concepto llega a América Latina como “pobreza energética”.

Su investigación y discusión en México marcó una nueva pauta durante la última década. Y busca definir a la población que experimenta este tipo de pobreza, debido a no contar con los servicios de energía mínimamente necesarios para subsistir y satisfacer sus necesidades humanas. En el escenario de América Latina, tanto el contexto económico, social, cultural, territorial y climático es distinto al de Europa, en donde se asocia a la pobreza energética con el frío. Por otro lado, la mayor parte del territorio mexicano está asociado al calor, a los climas cálidos extremos. De ahí la pertinencia de estudiar el tema y abordarlo desde perspectivas regionales. 

Hallazgos

Principalmente, lo que arrojó el proyecto  fue la distinción de dos dimensiones importantes para identificar la heterogeneidad, diversidad y desigualdad de la población al norte de México, en términos económicos, sociales y climáticos. 

En primer lugar, la energía nos ayuda a subsistir en nuestras viviendas. Así pues, el control térmico en las casas, la regulación de la temperatura del agua, la refrigeración y preparación de los alimentos, entre otras dimensiones integran un estado de bienestar. Por ello, el concepto de “pobreza energética” liga a los servicios de energía con la forma de satisfacer las necesidades humanas. Plantea que en mayor medida, el consumo de la electricidad se asocia con el control térmico de las viviendas, mismas que, en general, no están construidas ni adaptadas para los climas de México. Así, ventiladores y aparatos de aire acondicionados (equipos de climatización) representan una gran fuente de consumo de energía, lo cual es identificable en la región norte del país.  

La segunda dimensión abordada tiene que ver con el proceso urbano en México. En promedio, 7 de cada 10 mexicanos residen en ciudades. Allende, en el acceso a actividades relacionadas al ocio, el entretenimiento y sobre todo las informativas, como el uso de computadoras con acceso a internet, se registran profundas desigualdades. A pesar de que prácticamente la totalidad de lugares en el país tienen electricidad, no puede darse por hecho que se haga uso de la misma de manera satisfactoria. En México, únicamente el 40% de la población tiene acceso a internet, y sólo el 7% cuenta con una computadora para navegar en él. El atraso en esta área y en otras de comunicación e información producen la llamada “brecha digital”.  

Este trabajo se planteó como objetivo el de desarrollar un marco teórico que permita conceptualizar y definir la pobreza energética en la región transfronteriza de México y Estados Unidos, encontrando los vínculos entre los diferentes servicios de energía y la satisfacción de necesidades humanas básicas. Desarrollar una propuesta metodológica para identificar y medir la pobreza energética en la región transfronteriza de México y Estados Unidos, así como sus diferentes niveles de intensidad. Además, buscó construir una serie de indicadores para medir los principales impactos económicos, sociales y ambientales de la pobreza energética en función de la intensificación del problema del cambio climático, en la región transfronteriza de México y Estados Unidos.

Ofrece una posibilidad real de reconocer en los resultados a poblaciones con mayores rezagos. La investigación que se lleva a cabo en  la frontera norte de México, es un proyecto teórico-metodológico. No obstante, tuvo un componente de incidencia, pues se enfocó en reconocer los saberes locales y producir conocimiento empírico sobre las comunidades más marginadas económica y socialmente, para que, a través de lo recabado, puedan generarse instrumentos de elaboración de políticas públicas pendientes a disminuir los problemas de desigualdad social.

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