Como se esperaba, la administración Trump anunció el día de hoy 5 de septiembre de 2017 la terminación del programa DACA que otorga permiso de trabajo y protege de la deportación a los jóvenes llegados a Estados Unidos en la infancia. De estos, 618,342 son de origen mexicano. La mayoría reside en los estados de California y Texas, pero se encuentran por todo Estados Unidos.
El anuncio lo realizó Jeff Sessions, quien desde el senado combatió todas las iniciativas de reforma migratoria. Es evidente que su perspectiva antiinmigrante es la que prevaleció. Su anuncio alude a la inconstitucionalidad de DACA cuando esta decisión no ha sido sopesada en las cortes.
Sessions plantea que Estados Unidos no puede aceptar a todos los que quieran ir a ese país y que deben seguirse las leyes de migración, la protección se perdería a partir del 5 de marzo de 2018. Se olvida que los dreamers protegidos por DACA tienen años viviendo en este país, que contribuyen a sus comunidades, que pagan impuestos.
Asimismo, la idea de que debe respetarse la prevalencia de la ley y por eso es necesario quitar la protección a estos jóvenes, no resuelve el hecho de que DACA protege a personas que no rompieron ninguna ley, ellos llegaron a Estados Unidos traídos por sus padres, han crecido en ese país, y son tan americanos como cualquier otra persona. Ese pequeño detalle falta en la presentación realizada por Sessions, quien en el colmo del cinismo, califica la decisión como un acto compasivo.
Para Trump, este es solo un movimiento en un juego de ajedrez, donde usa la vida de estos jóvenes protegidos por DACA como peones para presionar al Congreso y poder negociar algunas de sus propias iniciativas. Igualmente busca pasar al Congreso el peso moral del impacto que va a tener el cancelar la protección de deportación para estos jóvenes dreamers.
Sin duda, un día negro en esta administración, un día en que queda muy claro que las leyes, las políticas públicas se materializan de manera muy concreta en vidas, las historias personales.
