Durante la última semana, las calles de Tamaulipas se vieron plagadas de vehículos y agentes policiales, una movilización masiva de elementos de seguridad qué abarcaba tierra y aire. Esto debido a enfrentamientos entre supuestos civiles y miembros del ejército y la guardia nacional. El saldo dejó robos, heridos, muertos. Tal es el grado de violencia física y simbólica al que ha llegado Matamoros, a causa de una disputa tanto interna como externa por el control del territorio por parte una cédula del crimen organizado.
El Dr. Óscar Misael Hernández, Investigador del Dpto. de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), señala que, a pesar de qué un aparato mediático dirigido por el Estado intente convencer a su población de que esas balaceras se dan entre civiles armados y agentes de seguridad pública, lo cierto es que son los restos de una fragmentación ocurrida dentro del Cartel del Golfo, que ha producido una serie de grupúsculos en plena disputa por el poder y el territorio.
Aunado a lo anterior, el investigador menciona que el gran problema del narcotráfico sólo crece y multiplica a sus actores, involucrando, en el proceso, a otras esferas del poder; sobre la frontera entre Matamoros y Reynosa, también se ciernen grupos políticos, la corrupción y los pactos entre el Estado y el narco.
Por último, el especialista plantea que aun multitud de poderes e intereses particulares entran en conflicto, casi siempre involucrando a inocentes, por el control de Matamoros. Cárteles de la droga, funcionarios públicos, industrias y economías incapaces de despegar, y una población cada vez más paralizada por el miedo a salir en la vía pública. Se trata de un problema lastrado desde la década pasada, y que no parece tener a la vista una solución.
La reflexión completa del Dr. Óscar Misael Hernández, se encuentra disponible en: https://youtu.be/oMWhZ6GqtmM
