Tecnificación en San Quintín, una solución rentable ante la escasez de agua

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jueves 27 de marzo de 2014

Para la sección de Este Mes entrevistamos al Dr. Alberto Pombo, profesor-investigador del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte, sobre la situación de los recursos hídricos en el Valle de San Quintín con motivo del Día Internacional del Agua, celebrado el pasado 22 de marzo.

El Valle de San Quintín se caracteriza por ser un centro agrícola muy grande e importante en la producción de hortalizas y verduras en general de alto valor en el mercado “y una parte muy grande de los cultivos va para exportación principalmente hacia  Estados Unidos”; el valle depende totalmente del manto acuífero para la producción, hoy por hoy Ensenada atraviesa por una crisis económica y de administración de los recursos hídricos debido a la sobreexplotación de los mantos y a la poca inversión que hay en la creación de alternativas como nuevos acueductos o desaladoras, eso llevó a los agricultores a buscar tecnologías para el aprovechamiento del agua, comentó el Dr. Pombo.

Mencionó que la zona costera de Baja California se abastece principalmente de acuíferos; en el caso de Tijuana y Rosarito el agua proviene del Río Colorado, pero a partir de Ensenada hacia el sur casi toda el agua proviene del subsuelo: “aproximadamente en el estado, dos tercios, por decir un número redondo, proviene del Río Colorado y un tercio aproximadamente proviene de acuíferos”.

“En general, de esos acuíferos, los de mayor importancia, tanto comercial como para uso humano, ya están presentando síntomas de sobreexplotación y varios presentan intrusión salina”, como en varias zonas del acuífero de San Quintín y en algunas zonas de La Misión y Maneadero, de donde se saca agua potable para el municipio de Ensenada, y “la tendencia que tenemos en el estado es a una sobreexplotación de esos mantos acuíferos que en el momento que se deterioran cuesta mucho recuperarlos o utilizarlos”, dijo el doctor.

Mencionó que el tamaño de la zona agrícola ha ido creciendo y llegó el punto en que el acuífero comenzó a mostrar agotamiento: “por ser una zona  con cultivos de alto valor comercial, en esa zona comenzó a ser razonable, rentable, la inversión en altas tecnologías” y a partir de ello se empezó a producir de otra manera, mucho más tecnificada.

En la década de 1980 el Valle de San Quintín era muy distinto a lo que es hoy: “las técnicas de cultivo eran otras, era diametralmente distinto, las técnicas de producción eran al aire libre, se utilizaban muchísimos pesticidas[…], la producción era básicamente de chile, fresa y tomate, casi todos eran ranchos medianos, relativamente con baja tecnificación”.

Explicó que debido a la propia escasez, los cultivos se modernizaron como consecuencia del factor económico y por el factor limitante que era el agua: “se pasó de cielo abierto a malla sombra, primero; […] y posteriormente se evolucionó a lo que es actual, invernadero y en muchos casos hidroponía también bajo invernadero”.

Esta evolución en los sistemas hizo que el desperdicio de agua se redujera al mínimo; en el caso de la hidroponía, especialmente, cada gota produce y todos los sistemas invernadero han adoptado el método de ferti-riego, aunque aún existen cultivos al aire libre, “sin embargo, la tendencia es hacia la tecnificación, es más, en los cultivos al aire libre que quedan, la gran mayoría utiliza irrigación de gota”.

Pero, debido a la salinización que presenta el acuífero al aire libre los productores tuvieron que cambiar los cultivos hacia otros que toleraran más la salinidad; la fresa, el tomate y el chile ya no resisten la salinidad de muchas zonas costeras del Valle de San Quintín: “todo lo que son fresas,  [y otros frutos dulces pequeños], son muy sensibles, no prosperan en salinidades por encima del límite de 4 partes por mil”, el tomate soporta unas 6 partes por mil y el agua de mar presenta una salinidad de entre 37 y 40 partes por mil.

A comparación de hace 25 años, debido a la salinización que está afectando a los mantos acuíferos, la producción ha mudado a otros alimentos más tolerantes, cambiando la fresa, el chile y el tomate al aire libre  por la cebolla, siendo este último el producto más cultivado, pues soporta 10 partes por mil de salinidad.

Esto ha llevado a que los productores inviertan en la creación de plantas desaladoras para los pozos, que tiene una salinidad entre 4 y 10 partes por mil aproximadamente, con un bajo costo, con desaladoras de osmosis inversa.

Agregó que “los grandes ranchos comenzaron a desalar, más que nada porque su gran negocio eran la fresa y el tomate, que eran los grandes productos de exportación, […] es un negocio muy grande y requiere de agua con menor salinidad y comenzaron a desalar el agua de sus pozos”.

Para aprovechar al máximo cada gota, se aplica la combinación de desaladora, invernadero, riego por goteo y si hay posibilidades se aplica el ferti-riego donde se añaden al agua procesada los nutrientes exactos para cada planta, “realmente no hay desperdicio”.

El Dr. Pombo señaló que como consecuencia de esta explosión de entre 10 y 15 plantas se ha creado una tendencia a que esto continúe y que se aproveche el agua de rechazo, que es la que se desecha después del proceso y que resulta con una salinidad media de entre 12 y 20 partes por mil, aproximadamente.

Los grandes productores, que cuentan con desaladoras de mayor capacidad y con mejores tecnologías han aprovechado el agua que desechan los pequeños y medianos productores, aplicando de nuevo el proceso y dejando agua de desecho con el 40% de salinidad que puede reincorporarse al mar.

El investigador explicó que aunque en todos los procesos hay contaminación, la tendencia es a aprovechar al máximo los recursos hídricos para la producción, y debido a que se llegó al límite de explotación del recurso hídrico los agricultores vieron que era más rentable invertir en tecnologías que ayudaron a la tecnificación de los cultivos.

Resulta interesante señalar que en el Valle de San Quintín en este momento se produce más con menos agua que hace 20 años, concluyó.

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