“El abordaje y prevención de las crisis requiere de reconocimiento y enfoques, siguiendo la conocida premisa de que el primer paso para resolver un problema es identificarlo como tal y plantearlo”. Así lo plantea el Dr. Roberto Ham en el libro “Población, crisis y perspectivas demográficas en México”, coordinado por Catherine Menkes y Héctor Hernández.
En su colaboración “Perspectivas sobre el envejecimiento demográfico y su potencialidad de crisis” destaca que, gracias a las nuevas intervenciones de las ciencias de la población, se han desarrollado políticas públicas bien logradas y acordes al bienestar y desarrollo sostenible. Sin embargo, los efectos secundarios de las crisis sociales y económicas no evitan las crisis de muerte y de enfermedad. Los números porcentuales muestran una población envejecida como no se había visto antes, y las características de esta población traen consigo la transición demográfica. La vejez se distingue de la edad avanzada (como cúmulo de años) porque conlleva un fuerte incremento de riesgo de pérdidas en las capacidades físicas y mentales, disminución de autonomía y adaptabilidad, retiro del trabajo, pérdida de capacidad económica, cese de otras actividades y deterioros de la salud progresivos e irreversibles. Esto produce cierta dependencia “sobre la familia en particular y la sociedad en general”; que exige manutención y cuidado.
Esta nueva dependencia se distingue a la de un bebé, un niño o un adolescente porque no son predecibles en tiempos, circunstancias y requerimientos; “las necesidades de la vejez, ya sea la propia o la de allegados, son desconocidas de antemano en cuanto a sus características y con una gran varianza en los tiempos en las que se presentan”. Dichas necesidades, además, suelen ser difíciles de manejar, imprevistas, conflictivas y amenazantes al bienestar del entorno familiar, sugiere el investigador.
Tomando en cuenta lo anterior, el envejecimiento es inherente a crisis personales, familiares y sociales. Ahora bien, al tratarse de un fenómeno demográfico, sus anuncios ya no pueden ser ignorados; las investigaciones gerontológicas concuerdan en que los problemas de población potencializan una crisis relacionada con el envejecimiento. Problemas como la insuficiencia financiera, los deficitarios sistemas de retiro y pensiones, el desplazamiento de las fuerzas de trabajo, las transferencias intergeneracionales y otros aspectos referentes a derechos humanos.
Los avances económicos, sociales y sanitarios tienen como producto el descenso de mortalidad, y los avances educativos, la disminución de la fecundidad. En países donde se advirtió primero este fenómeno, “ahora se ejerce la mayor actividad científica, social y política respecto a las dificultades que ya se presentan y agravan en razón directa del envejecimiento de la población”. En tales, destaca la preocupación por la seguridad social y los problemas de salud.
Estas medidas habían surgido en un principio ante los problemas de expansión demográfica y urbanización, así como de migración, educación, pobreza y deterioro ambiental, lo que llevó tomar medidas sobre la planificación familiar y el descenso en la natalidad. Además, cambiaron las actitudes hacia tecnologías anticonceptivas, nuevas formas de trabajo y otros valores culturales. Sin embargo, se potencializa una crisis que no se está abordando en la actividad académica, social y política sobre los temas de vejez.
Ante esta situación, los organismos de Seguridad Social en México recobran mayor importancia. Sin embargo, “las crisis económicas de las últimas décadas, la caída de salarios, el desempleo y la disminución del sector formal y asegurable, repercuten seriamente en las finanzas del IMSS”. De la nueva reforma sobre los Seguros Sociales se espera que haya solidaridad entre clases socioeconómicas. Para alcanzar la suficiencia por medio de éstas, plantea el investigador, es necesario “minimizar la especulación de afores y aseguradoras y el abatimiento de sus costos administrativos, comisiones de venta y gastos de promoción”, además de hacer redituable el sustento de pensionados futuros.
Por medio de dichas advertencias se busca encontrar soluciones prácticas para minimizar las crisis venideras a través de la construcción de un futuro preparado para la creciente participación de la población envejecida y sus características de salud. Es posible mejorar los requerimientos de atención a la salud, no sólo en sus formas terapéuticas, sino también en planes de prevención a través de programas integrales que reconozcan la vejez con sus factores individuales, familiares, institucionales y socioeconómicos, pues estos determinan nuestras capacidades de respuesta y estados de salud en general.
To “prevent and not be caught by surprise” is the key to successful problem solving, according to professor Roberto Ham, researcher at the Population Studies Department at El Colef and author, who specializes in aging studies.
His latest collaboration in the book: ‘Population, crisis and demographic perspectives in Mexico’, is one of demographic aging and the potential for a crisis, in which he highlights how good public policies have added new perspectives to welfare and sustainable development. However, secondary effects of economic and social crisis cannot avoid the crisis related to death and sickness.
Numbers show a never before seen increase on aging population and the characteristics of this group bring about the demographic transition. Old age and/or aging population entails a series of health issues such as the loss of some mental and physical capabilities, more dependency on others, less adaptability, retirement, decrease of financial capacity among many other health problems that are irreversible and progressive. These factors increase old people’s dependency on their families and in their community, that involves financial and attentive care.
Prof. Ham suggests that aging and the cummulus of problems associated with it are quite different than those of teenagers, babies or children. Old people tend to have unpredictable patterns of issues, some even unknown, there is no way to plan for what is ahead in terms of health, care and living conditions. Also, there are personality changes and mood swings which can pose significant stress on family members and the environment of a household.
Having said that, aging is inherent to personal, family and social crisis. Nevertheless when it becomes a demographic issue it gathers relevance that cannot longer be ignored. Adding to this, and as part of it, the current retirement funding program in Mexico has dents and difficulties that need to be addressed. Although economic, social and sanitary measures increase the quality of life, as people live longer they require more benefits and social welfare from the State.
The State cannot longer ignore the aging of the population and the costs it implies for it. Social security and pensions need to be revised, regardless of economic crisis. But this may seem as a logical premise, however with the new policies regarding social security in Mexico there needs to be some sort of solidarity among people, and also among insurance companies so they can lower their premiums, administrative costs, sales commissions, among other factors. Furthermore, policies need to be attentive to the aging population participation and not only better their access to healthcare but promote more preventive measures that recognize the characteristics of this demographic.