Perspectivas sobre el envejecimiento y su potencialidad de crisis

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miércoles 2 de octubre de 2013

“El abordaje y prevención de las crisis requiere de reconocimiento y enfoques, siguiendo la conocida premisa de que el primer paso para resolver un problema es identificarlo como tal y plantearlo”. Así lo plantea el Dr. Roberto Ham en el libro “Población, crisis y perspectivas demográficas en México”, coordinado por Catherine Menkes y Héctor Hernández.

En su colaboración “Perspectivas sobre el envejecimiento demográfico y su potencialidad de crisis” destaca que, gracias a las nuevas intervenciones de las ciencias de la población, se han desarrollado políticas públicas bien logradas y acordes al bienestar y desarrollo sostenible. Sin embargo, los efectos secundarios de las crisis sociales y económicas no evitan las crisis de muerte y de enfermedad. Los números porcentuales muestran una población envejecida como no se había visto antes, y las características de esta población traen consigo la transición demográfica. La vejez se distingue de la edad avanzada (como cúmulo de años) porque conlleva un fuerte incremento de riesgo de pérdidas en las capacidades físicas y mentales, disminución de autonomía y adaptabilidad, retiro del trabajo, pérdida de capacidad económica, cese de otras actividades y deterioros de la salud progresivos e irreversibles. Esto produce cierta dependencia “sobre la familia en particular y la sociedad en general”; que exige manutención y cuidado.

Esta nueva dependencia se distingue a la de un bebé, un niño o un adolescente porque no son predecibles en tiempos, circunstancias y requerimientos; “las necesidades de la vejez, ya sea la propia o la de allegados, son desconocidas de antemano en cuanto a sus características y con una gran varianza en los tiempos en las que se presentan”. Dichas necesidades, además, suelen ser difíciles de manejar, imprevistas, conflictivas y amenazantes al bienestar del entorno familiar, sugiere el investigador.

Tomando en cuenta lo anterior, el envejecimiento es inherente a crisis personales, familiares y sociales. Ahora bien, al tratarse de un fenómeno demográfico, sus anuncios ya no pueden ser ignorados; las investigaciones gerontológicas concuerdan en que los problemas de población potencializan una crisis relacionada con el envejecimiento. Problemas como la insuficiencia financiera, los deficitarios sistemas de retiro y pensiones, el desplazamiento de las fuerzas de trabajo, las transferencias intergeneracionales y otros aspectos referentes a derechos humanos.

Los avances económicos, sociales y sanitarios tienen como producto el descenso de mortalidad, y los avances educativos, la disminución de la fecundidad. En países donde se advirtió primero este fenómeno, “ahora se ejerce la mayor actividad científica, social y política respecto a las dificultades que ya se presentan y agravan en razón directa del envejecimiento de la población”. En tales, destaca la preocupación por la seguridad social y los problemas de salud.

Estas medidas habían surgido en un principio ante los problemas de expansión demográfica y urbanización, así como de migración, educación, pobreza y deterioro ambiental, lo que llevó  tomar medidas sobre la planificación familiar y el descenso en la natalidad. Además, cambiaron las actitudes hacia tecnologías anticonceptivas, nuevas formas de trabajo y otros valores culturales. Sin embargo, se potencializa una crisis que no se está abordando en la actividad académica, social y política sobre los temas de vejez.

Ante esta situación, los organismos de Seguridad Social en México recobran mayor importancia. Sin embargo, “las crisis económicas de las últimas décadas, la caída de salarios, el desempleo y la disminución del sector formal y asegurable, repercuten seriamente en las finanzas del IMSS”. De la nueva reforma sobre los Seguros Sociales se espera que haya solidaridad entre clases socioeconómicas. Para alcanzar la suficiencia por medio de éstas, plantea el investigador, es necesario “minimizar la especulación de afores y aseguradoras y el abatimiento de sus costos administrativos, comisiones de venta y gastos de promoción”, además de hacer redituable el sustento de pensionados futuros.

Por medio de dichas advertencias se busca encontrar soluciones prácticas para minimizar las crisis venideras a través de la construcción de un futuro preparado para la creciente participación de la población envejecida y sus características de salud. Es posible mejorar los requerimientos de atención a la salud, no sólo en sus formas terapéuticas, sino también en planes de prevención a través de programas integrales que reconozcan la vejez con sus  factores individuales, familiares, institucionales y socioeconómicos, pues estos determinan nuestras capacidades de respuesta y estados de salud en general.

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