Menores migrantes

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jueves 3 de mayo de 2018

“Las infancias nunca duran. Pero todo el mundo merece una”, es una frase de la escritora Wendy Dale, pero muchas niñas y niños se ven inmersos en ambientes peligrosos que frenan el desarrollo de su infancia. A veces en compañía de sus padres, otras veces solos, estos menores dejan sus lugares de origen en búsqueda de una mejor vida y oportunidades.

Para esta edición de El Correo Fronterizo, entrevistamos al Dr. Oscar Misael Hernández, Investigador del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), sede Matamoros, quién nos habló sobre los menores migrantes y los retos que afrontan durante su travesía así como el lugar que tienen dentro de las leyes de migración de los países por los cuales transitan.

 

El Correo Fronterizo: ¿Cuáles son los elementos que existen y por los cuales los niños y niñas migrantes dejan sus lugares de origen?

Dr. Oscar Misael Hernández: Hay un abanico de causas por las cuales los niños, niñas y adolescentes emigran hacia Estados Unidos. Por ejemplo, si se trata de aquellos que proceden de Centroamérica, las principales causas son la violencia y las carencias económicas, o una mezcla de ambas. Un adolescente de Honduras de 14 años de edad, por ejemplo, relataba que él había emigrado porque en su país “la mara está brava”, es decir, la conocida pandilla Mara Salvatrucha era agresiva con la población en general y con los jóvenes en particular. A ello se sumaba el hecho de que, según dijo, su familia no ganaba lo suficiente para sobrevivir, y por esa razón él decidió emigrar. Por otro lado, si es el caso de niños, niñas o adolescentes de México, entre las principales causas están la reunificación familiar, las necesidades económicas o bien el interés en ir a estudiar a Estados Unidos, respectivamente. No obstante, hay que destacar que últimamente también están emigrando a razón de la violencia criminal que se vive en diferentes regiones de nuestro país.

El Correo Fronterizo: ¿Cuáles son los peligros o los riesgos a los que se exponen los menores migrantes durante la travesía?

Dr. Oscar Misael Hernández: Cuando las niñas, niños o adolescentes migrantes de Centroamérica ingresan y transitan por México, están expuestos a varios riesgos: por un lado, sus recursos de subsistencia pueden agotarse y vivir penurias durante el trayecto, por otro lado, dada su vulnerabilidad, pueden ser asaltados, golpeados e incluso secuestrados por grupos criminales. Cuando ellos, al igual que las niñas, niños y adolescentes mexicanos, llegan a ciudades de la frontera norte de México viven riesgos como contactar a los denominados “coyotes” y poder ser engañados; ser llevados a las llamadas “casas de seguridad” donde permanecen encerrados, hacinados y, en ocasiones, con alimentos limitados; y finalmente, corren peligro de morir ahogados al cruzar el río Bravo, no sólo por el hecho de que no sepan nadar, sino también porque pueden quedar atrapados en la maleza del río.

El Correo Fronterizo: ¿Existe información acerca de cuántos menores migrantes dejan sus lugares de origen y cuántos llegan a su destino? ¿Realizan el recorrido para reunirse con un familiar que se encuentra «del otro lado» o es la búsqueda de una vida mejor?

Dr. Oscar Misael Hernández: No existen estadísticas sobre el número de niñas, niños o adolescentes migrantes que dejan sus países de origen para emigrar hacia Estados Unidos. Solamente hay cifras de los centroamericanos que son “asegurados” en México por agentes del Instituto Nacional de Migración, o bien de los mexicanos que son detenidos por agentes de la Patrulla Fronteriza en Estados Unidos. En general, los menores realizan el recorrido migratorio en busca de una vida mejor, ya sea porque huyen de la violencia, por la precariedad económica o porque buscan reunirse con algunos familiares en Estados Unidos y, simultáneamente, subsanan lo primero.

El Correo Fronterizo: ¿Qué sucede con los menores migrantes que emprenden el viaje solos y que son detenidos por las autoridades fronterizas tanto en México como en los Estados Unidos?

Dr. Oscar Misael Hernández: Las niñas, niños y adolescentes migrantes de Centroamérica que viajan no acompañados, al ser asegurados en México por agentes del Instituto Nacional de Migración, son entrevistados y enseguida llevados a albergues del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) situados en los diferentes municipios de la frontera sur o norte de México. Ahí reciben alimentación, atención médica, psicológica y jurídica mientras las autoridades mexicanas contactan los consulados de sus respectivos países. Al hacerlo, inicia el proceso de repatriación a cargo de Oficiales de Protección a la Infancia (OPI). En el caso de los mexicanos, posterior a ser detenidos por agentes de la Patrulla Fronteriza, son remitidos a centros de detención, donde son entrevistados, se contacta al Consulado mexicano más cercano e inicia el proceso de repatriación. En territorio nacional, los menores también son recibidos por Oficiales de Protección a la Infancia y llevados a los albergues del DIF.

El Correo Fronterizo: ¿Hay una ley que proteja a los menores migrantes o son un sector todavía más vulnerable que los migrantes adultos?

Dr. Oscar Misael Hernández: No existe una ley como tal. La mayoría de los países, entre ellos México, se suscriben a instrumentos internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual estipula el interés superior del niño, la no discriminación, la protección en procesos administrativos o judiciales, entre otros. Desde hace poco más de una década, en México hubo un avance significativo en la materia, al aprobarse e implementarse el Modelo para la Protección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes Migrantes y Repatriados No Acompañados.

 

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